Por Kurt Schleicher
Previamente a la ponencia, Manolo Rincón nos
presentó el nuevo “Blog de Documentación Histórica del Instituto Ramiro de
Maeztu”, al que se puede acceder también desde el nuestro, al final del campo
vertical a la derecha.
A destacar también la alegría que nos
llevamos todos al constatar la presencia de nuestro querido Rafa y de Laura, su
mujer, y verle además con tan buen aspecto.
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Vicente
Ramos, jugador de competición en baloncesto hasta los 31 años, primero en el
Estudiantes y después en el Real Madrid,
posee evidentemente una experiencia personal que le confiere una
autoridad mayor que muchos médicos para hablarnos de los efectos colaterales
del deporte de alta competición en el organismo humano.
¿Por qué un muchacho joven decide en un
momento determinado dedicarse a esto? Es probable que al principio predomine el
afán de competir, la satisfacción por la victoria, que el éxito personal y de
grupo sea lo que predomine y que estas consecuencias a la larga no se hayan
intuido, pero más tarde, cuando empiezan a aparecer las lesiones y la “fiebre
competitiva” sigue sin disminuir, sobreponiéndose al dolor mejor que una
persona normal y llegando incluso a finalizar ya lesionado una determinada
competición o partido, significa que en el alma del deportista hay algo más.
Vicente nos contaba que muchos fines de semana, tras un partido, renunciaba a
salir con los amigos, ya que lo único que le apetecía era reponerse
tranquilamente en su casa y no mover ni un músculo.
Como muestra vale un botón; Vicente nos
enseñó un vídeo sueco de hace unos seis años que versa sobre este tema. En él
aparecen unas preciosas y rubias atletas que sufrieron en competición, así como
un delgaducho campeón que para entrenar se dedicaba a levantar 147 kg como si
aquello fuese pan comido. Y hablando de pan, tanto la protagonista, una tal
Carolina Klüft, como las demás walkirias rubias, están como para mojarlo, lo
que indica que algo bueno debe haber también en el deporte de competición,
aunque no se gane.
“El
que diga que el deporte de élite es bueno, es que está loco”, nos decía
también Vicente. En el video se detallan los esfuerzos que deben hacer para llegar
a ser los mejores. Sin embargo, 7 de cada 10 atletas no consiguen alcanzar sus
objetivos, y algunos lo pagan incluso con fracturas por stress.
Es notorio que no hay muchos estudios, por
no decir que no hay ninguno, en los que se visualice el contraste entre
deportistas de élite retirados y los demás, pero la experiencia que nos mostró
Vicente con radiografías de su propio cuerpo como ejemplo no dejan lugar a
dudas; la cantidad de “reparaciones” que ha tenido que sufrir en sus rodillas (3),
en cadera y en columna vertebral lo confirman. También hay que decir que
nuestro Vicente, pese a que dejó la competición oficial a los 31, después
siguió jugando hasta los 65. Sin embargo, es asimismo notorio que precisamente
el baloncesto de hoy en comparación al de “ayer” está manteniendo jugadores en
competición hasta edades que superan los 38 años y en algún caso singular más
de 40. Ejemplos, Navarro, Pau Gasol, etc. Quizás sea una consecuencia de que la
traumatología actual es menos invasiva que antes.
Pese a todo, Vicente nos dijo algo muy
revelador de la “pasta” de la que están hechos estos deportistas: “Si volviera a nacer y pudiera elegir,
volvería a hacer lo mismo”, nos reveló. Supongo que es que estará un poco
loco, como él mismo nos dijo, pero el buen humor y la simpatía desde luego que no
las ha perdido al cabo del tiempo.
Tras esta ponencia llena de suecas y de
radiografías, nos fuimos como siempre a cenar a nuestra habitual Residencia de
Estudiantes.
KS, 20 de junio de 2018