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https://interesactualidad.blogspot.com/2024/07/fotos-del-60-aniversario.html
Lugar de encuentro de los alumnos del 'Ramiro' que comenzaron el bachillerato elemental en 1957 (tras haber pasado o no por la Escuela Preparatoria), o el superior en 1961, o acabaron preuniversitario en 1964
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Una reseña de JOSE MANUEL SANZ
Entrar por la puerta principal del Ramiro, apenas modificada desde aquellos años, es poner en marcha, como recién engrasado, el motor de nuestra memoria de niños y de nuestra estrenada adolescencia. El propio espacio reconocible nos ayuda y nos devuelve a aquel tiempo en el que si hubo algún día complicado ha desaparecido y solo afloran los buenos recuerdos y la gratitud por todo lo que recibimos, nada menos que la base de nuestra formación.
¿No se puede volver a ser niño? En cierto modo los mejores
artistas nunca dejaron de serlo y ese es su gran secreto. Pero tal vez sí somos
capaces de recuperar aquellos años por unos momentos en los que nuestra memoria
nos hace volver a correr por los patios y campos de deportes o formar alineados,
bajo aquella rigurosa disciplina, para entrar ordenadamente a clase al compás
de una música que entonces resultaba fastidiosa,
porque significaba terminar el juego o el recreo, pero entrañable hoy como
recuerdo.
Así es. La memoria nos trae hechos muy pretéritos pero el
tiempo se contrae y no nos parecen en ese instante tan lejanos. Como señala
Luis Landero en “El Huerto de Emerson:” tenemos en esos momentos la
sensación de que la vida es breve, sí, pero en cambio la memoria de lo vivido
no se acaba nunca.
Seguí paseando la calle de entrada, bordeando los jardines
de la “prepa”, donde todo empezó. Ahí siguen esas marquesinas elegantes que
diseñaron Arniches, Domínguez y Torroja. Continué hasta la encrucijada con la
vista en las primeras pistas de baloncesto donde se gira para llegar, cuesta
abajo, a la plaza-entonces con la estatua de Franco -donde todos nos reuníamos
antes de subir a las aulas y que también era lugar de discursos y advertencias. ¡Claro que tenía que llamarse plaza de
Antonio Magariños!
Hace 10 años nos encontramos para nuestro 50 aniversario. Nos reunimos otra vez el grupo en el vestíbulo, junto
a las reconocibles cristaleras con rejas en forma de cruz y las sólidas puertas
interiores de madera. En lo alto de las paredes, las placas conmemorativas de
las promociones. Justo detrás, en el eje de la entrada, el arranque de la ancha
escalera principal, igual que siempre, como si el tiempo se hubiera detenido.
Subimos y aun tuve la curiosidad de recorrer los pasillos y asomarme a las aulas y laboratorios de siempre.
Cuando celebramos el 50 aniversario entramos y nos sentamos en un aula, más o menos “donde antes”. Recuerdo la sensación de haber vencido al tiempo por unos instantes, pero ganó la batalla la nostalgia que, como decía Kundera, es algo así como el dolor por el deseo incumplido de regresar…. a ser niños.
Entramos al Aula de Música y la visión del piano nos trajo
el recuerdo de Leopoldo Querol, prestigioso pianista pero que, paradójicamente,
nos daba clase de francés. Entonces,
como ahora, la Música, esencial para la formación intelectual en la mayor parte
de los países de nuestro entorno, no se consideraba una enseñanza necesaria en
nuestro país. Y no podíamos quejarnos del todo en nuestro
Instituto como lo demuestra este Aula y el incipiente Coro al que pertenecí y donde se
afianzó una afición a la Música que sentía desde muy niño. (Muchos años después
formaría parte del Coro Santo Tomas de la Universidad, donde conocí a mi mujer.
Cofundamos después un coro
semiprofesional en el Ateneo, precedentes ambos del Coro de la Comunidad de
Madrid).
Sentados en este lugar que nos seguía resultando familiar,
Hubo varias intervenciones destacadas. El propio Manolo Rincón
nos habló del Instituto en la actualidad y de las ideas para instalar en el
recinto una Escuela internacional, situación problemática pues el espacio está agotado y parece que la
posible edificación en la antigua y- lamentablemente- destruida nevera,
- vaya con la inspiración- ha sido congelada.
Miguel Angel Bufalá nos comentó cómo el deseo compartido
de que el Estudiantes recupere su lugar en la
máxima división no solo supone un reto deportivo por el que se seguirá peleando
sino también económico.
Nuestra promoción ha aportado a la sociedad personas muy
valiosas, celebradas y premiadas en profesiones muy diversas. A petición de
Vicente intervinieron, además de Miguel Angel, algunos de ellos: El diplomático
Arturo Reig Tapia nos habló de su dilatada experiencia internacional, Fernando
Picón, notario de Talavera, de su trayectoria personal y Paco Gonzalez, destacado
publicista, de la evolución de la publicidad y el actual “marketing”.
Tras una foto del grupo, salimos paseando para dirigirnos a la Residencia de Estudiantes, donde teníamos organizada la comida.
Justo a la derecha de la entrada del gimnasio, había una
pequeña cantina al pie de la escalera donde se comían, por ejemplo, unos
maravillosos bocadillos de mejillones. Como los olores y los sabores son los
sentidos que más permanecen en la memoria, no puedo, ni quiero, olvidar el
sabor de aquellos mejillones que el pan arropaba en perfecta sintonía.
Hacía mucho tiempo que no recorría este camino que, pasando
por delante de los Internados, conectaba el Instituto y la Residencia. Un recorrido
relajante, con árboles, vegetación y arquitectura bien cuidados.
Lo pausado del andar me hizo pensar en cómo ha ido cambiando
la percepción del tiempo desde aquellos años gloriosos para la Cultura de la
Residencia de Estudiantes. Se dice con razón que algo que nos distingue del resto
de especies es nuestro pensamiento y la capacidad de ensimismarnos y
sumergirnos en la reflexión sobre lo hecho y lo pensado. Todos los cientos de
nombres recordados en su fachada, forjadores de la más brillante cultura y
ciencia españolas de esa dilatada época, tuvieron en común, junto a su talento
y tenacidad, una comprensión inteligente del supremo valor del tiempo, de lo
creativo de sus pausas y sus silencios, de lo fértil de los momentos intensos y
de lo necesario de la parada y el sosiego.
Pensaba en ese tiempo que tan bien fecundaron ellos como
contraste a lo colmatado del que vivimos, empeñados obstinadamente en
llenarlo de más cosas de las que caben, empujados a la rapidez y superficialidad en la
percepción de todo, a poner en valor lo aparente frente a lo real y,
consecuentemente, a desperdiciar la oportunidad de ahondar en sus contenidos, conocer sus secretos y hacerlos
nuestros.
La Residencia de Estudiantes nos acogió amablemente. Nos
reunimos unos treinta “supervivientes” de aquel 64. Se cruzaron mil
conversaciones, casi tantas como partidos se jugaban en aquel campo de futbol
de nuestros recreos. Algunos, como mi
“compi” Sanchez Del Cura, no pudieron venir por distintas razones, aunque
seguro que estaban allí de deseo y pensamiento. Pero había muchos más, aunque
no los viéramos. Estoy seguro de que, silenciosos y sin ocupar asiento, nos
acompañaron todos aquellos que antes o después estuvieron a nuestro lado en
esta pequeña historia nuestra. Son ya muchos, pero siempre habrá sitio para
ellos. Desde los más lejanos, pero no olvidados ¡cuántos salieron en nuestras
conversaciones! hasta otros de ausencia bien reciente y presencia aún más
palpable.
Por todos, sin nadie ignorado, celebramos este aniversario
que quedó, además, grabado en unas tazas con nuestros nombres, fabricadas
merced a una estupenda idea de Jose Manuel Bretón Dellmans, compañero de clase y
sobrino de uno de nuestros más celebrados profesores.
Una celebración que, sin duda, ha quedado también grabada
para siempre en nuestra memoria. ¿Celebramos juntos los 80…nuestros?
...POR MANUEL RINCÓN
Nota: Este video fue presentado por Manolo en el acto y se completó con imágenes del pasado sábado 29. También estamos confeccionando una reseña del acto.
Para ver el video ampliado pulsar el cuadro que hay en la esquina inferior derecha del video una vez pinchada la flecha de arranque del video.