PÁGINAS

10 abril 2012

'Las Chapas', por Paco Acosta (primero distribuido por e-mail)


Después de algo serio como lo del Sobre y carta, que se utilizaba, por lo que recuerdo y por lo que ahora voy leyendo, cuando empezábamos a hacer nuestros pinitos como "delincuentes" (he utilizado el "enlacesmil" que tan atentamente nos ha enviado Javier Glez Juliá, para llegar a la RAE, y tras 3 consultas, -sí, he necesitado 3 accesos-, he comprobado que esto no es "muy" ofensivo para los afectados: 1º) Delincuente: el que delinque -leches, eso ya lo sabía-; 2º) Delinquir: cometer un delito -bueno, pero ¿que se entiende realmente por delito?. 3º) Delito: y aquí en su segunda acepción, viene que es "Acción o cosa reprobable", y bueno esto ya me ha dejado más tranquilo....), ahora me ha venido un "flash" de un conjunto de críos, unos de pié y otros agachados, arracimados alrededor de "algo" que de verlo los niños de la generación actual, y utilizando mucha imaginación, dirían que parece un circuito de F1. Me refiero a LAS CHAPAS.

Las cita, entre los juegos del recreo, Manolo Rincón en las Memorias, y tienen un párrafo en "La vida no fué,....es", cuya autoría creo que es compartida, pero a mi me "suena" la mano, mejor la pluma, de Juan Rosas, que creo era un magnífico "lanzador". De todas maneras aquí van mis recuerdos (ya que ahora no se lleva lo de jugar a las chapas, y tendremos que contárselo a nuestros nietos.....)

Las chapas” era un juego colectivo, atractivo para los participantes por estimular la competitividad , aunque para jugar no requería unas características físicas especialmente “destacables”,sino únicamente alguna (bastante) habilidad.

La primera obligación de todo jugador era hacerse con una buena chapa, esto es una que no estuviese doblada por el abrebotellas. Lo siguiente era rasparla bien, por su parte inferior, contra una piedra lisa para que deslizase por la pista lo mejor posible. Lo último era llegar a ser un consumado “artista” para que al darle una “toba” con el dedo aquella chapa siguiese fielmente, sin salirse, el recorrido del circuito y avanzase por él más que la de los otros participantes.

Había verdaderos expertos, que conseguían avanzar muchísimo, y hasta le daban “efecto” lo que contribuía a tomar mejor las curvas. El dedo a utilizar para darle el golpe seco a la chapa, no era el mismo en todos los participantes, (unos utilizaban el índice y otros el dedo corazón), aunque sí era generalizado el hacer una sujeción previa con el dedo pulgar, para que al soltarlo, el golpe a la chapa fuese más contundente.

Cuando las carreras solían coincidir con la temporada en la que se corrían las vueltas ciclistas, se veían chapas “decoradas en su interior” con la cara del ciclista favorito. Para ello se solía recortar ésta de un cromo y se adhería en el interior de la chapa. Para evitar que se despegase, se le ponía a la chapa un reborde interior de plastilina (esa plastilina en la que las sucesivas mezclas de colores había concedido una tonalidad gris-azulada) o también de jabón (que era más fácil de conseguir, pero también más frágil), e incluso recuerdo algunas que sobre el papel del cromo llevaban una lámina de plástico transparente o vidrio.

Había bebidas cuyas chapas eran de las más buscadas (cosa que hacíamos acercándonos, cuitadamente, a las mesas de las terrazas en los kioscos callejeros, y, cuando veíamos una de aquellas, nos agachábamos rápidamente, sin otra intención, que cogerlas del suelo). Me parece recordar que las de Cinzano eran de las buenas.

El circuito podía ser “fijo”, es decir, coincidía con los adornos y vericuetos de las losas del suelo, o había que “construirlo”, normalmente en tierra, para lo que había habilidosos que sin necesidad de tirarse al suelo, iban desplazando, agachados, las dos manos juntas, entrelazados los dedos, por la tierra (dejando unos montoncicos de ésta a modo de delimitación de la pista) e iban avanzando formando curvas y contracurvas, hasta llegar a la recta final. Incluso, hasta se ponían montículos, o se aprovechaban desniveles y hoyos……

Y termino con el lance de terminación. Cuando un jugador creía que en esa "tirada" podía alcanzar la meta pedía "ponerme palos", que consistía en que uno de los compañeros delimitaba los límites de la línea de llegada situando los dos dedos índices a ambos lados de esta línea, para que el lanzador diera a su chapa ese último toque que le hacía ganador (si conseguía pasar entre los dedos), o perdiese la oportunidad..... En cualquier caso, la mera escucha del ponerme palos, era suficiente para incrementar la atención de los circundantes...


6 comentarios:

  1. Paco, te has dejado en el tintero las Fórmula 1 de las chapas, esas en las que sobre la foto del ciclista favorito del artista se fijaba un cristal fino, y sobre este un anillo metálico (tipo pasador de cortinas en muy pequeño), para extender entre el anillo y el borde exterior de la chapa un capa de brea. La virtud de tal despliegue (lo comprendí con los años, no entonces) era asegurar un peso muy elevado (la brea pesaba un disparate) con un centro de gravedad muy bajo, con lo cual el artefacto ganaba horrores en estabilidad y dirigibilidad (suponiendo que el palabro exista). Los hermanos Idiazábal eran los maestros orfebres consumados de la especialidad; a mi, al menos, me daban mucha envidia las maravillas con que competían, y que eventualmente vendían a los ricachos, o las cambalacheaban por los cromos más escasos de Nestlé (los de las setas; es por su culpa que el cornezuelo del centeno me haya perseguido toda mi vida).

    Lo único malo de las chapas es con el tiempo se les asoció una segunda acepción por demás madrileña, pero esa es otra historia.

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  2. Para rizar el rizo, creo recordar que colocando un contrapeso en un extremo (o sea, descentrando la masa) y luego dando efecto al lanzar, se conseguían trayectorias en forma de lazo que hacían que se avanzase más en las curvas... (igual que el "efecto" en las pelotas de tenis).

    Con todo esto, hay material para escribir un libro, que se podría titular: "Optimización de trayectorias en el juego de chapas"

    A lo mejor damos envidia a los niños de hoy, que no han podido conocer esta antigua "tecnología"

    ¡Y lo que nos divertíamos!

    Kurt

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  3. Yo, entre el borde de la chapa y la anilla central que dejaba al descubierto la cara de mi favorito entonces, Fausto Coppi, ( el de Alfonso era Charlie Gaul ) y por encima del cristal al que le daba forma en una ranura ( no Abertura ) que tenían al efecto los faroles de la época, le ponía cera fundida de una vela que le robaba a mi madre y que estaban en un determinado sitio para cuando se iba la luz. Había blancas y de colores de los candelabros del comedor. Os acordáis?? Lo jodido era cuando cogías las de color ( naranja, verde… ) para darle más realce al trabajo artesanal, las gastabas y luego te metía tu madre un puro que te enterabas.

    Vicente Ramos

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  4. Antonio Aberturas (pronto lo podrá hacer sin intermediarios) comenta:

    En las chapas había algo mas que plastelína y jabón. Era la masilla de sujeción de los cristales de las ventanas. Por cierto olía muy mal.

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  5. Y una matización al respecto de Manolo Nolla:

    “La plastilina o el jabón no tenían sólo la intención de sujetar el recorte del cromo, sino de dar peso a la chapa, quedando así menos al albur de movimientos descontrolados.”

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  6. El peso tampoco podía ser exagerado pues entonces la chapa corría muy poco

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