Querido Rector de nuestra Universidad,
querido Director de nuestra Escuela, querido Decano de nuestro Colegio, querida
Subdirectora de alumnos, queridos amigos y queridos alumnos. Me dirijo
especialmente a vosotros que habéis tenido la gentileza de elegirme
para ser Padrino de vuestra promoción. Muchas gracias. Es un gran
honor para mí.
Os habéis preparado para pensar y para
construir. Pero yo voy a hablaros, en estos breves minutos, de una construcción
distinta. La construcción de vosotros mismos.
No sabemos exactamente que es eso de la
felicidad o el ser feliz pero el que más o el que menos lo
tiene como una meta, como una conquista. Probablemente ser feliz es sobre
todo una expectativa. Una expectativa que impulsa nuestro ánimo hacia
delante. Todos recordamos la ilusión en la vigilia de un viaje, antes de
un evento deseado, el encuentro con una persona a la que queremos o
deseamos conocer. De pequeños, esas cosas nos las regalan. A
medida que nos hacemos mayores nos damos cuenta de que las ilusiones hay que
trabajárselas, que cuestan esfuerzo, pero también que merecen la pena. Además, acabamos siendo conscientes de que, cuanto más nos construimos, cuanto
más crecemos como personas, se abre más el campo de las cosas que nos
interesan.
Una persona enriquecida por dentro es
un semillero de ilusiones. Una de las cosas que más se valora en la amistad,
además de la sinceridad y la lealtad naturalmente, es la alegría y el
optimismo, alguien capaz de destilar y transmitir ilusiones, seguramente porque
todos necesitamos de esos que son capaces de convertir cada
experiencia en un reto y después en un fruto dulce que nos hace crecer y
aporta energía a el y a los demás. Eso tiene que ver con el espíritu con
el que se acometen los retos incluso mas, creedlo, que
con las dificultades que se nos presenten.
Muchos me lo habéis oído, pero
profesión, profesar, es tener fe en lo que uno hace.
Necesitamos un espíritu renovado de energía.
El espíritu necesita gasolina y la voluntad es la gasolina del espíritu.
Antes decía que la felicidad es una
expectativa pero cuando la voluntad alimenta nuestro espíritu, nuestro ánimo,
se nos nota en la cara, estamos mejor con nuestra familia, con nuestra pareja,
con los amigos y el trabajo.
Somos entonces mejores conversadores, siempre
con algo nuevo que decir y que opinar, con criterio, y tenemos alrededor
siempre alguien dispuestos a escucharnos y a ofrecernos su propio crecimiento,
su propia energía.
Heidegger decía: “Querer es regalar la esencia”
Y tal vez lo que más necesitamos es
comunicar, mejor aún, contagiar, incluso regalar, esa esencia personal, esa
energía positiva, creando un clima a nuestro alrededor, con los otros, donde
todo lo nuevo y todo lo bueno parezca posible.
Pero os preguntaréis, bueno todo eso esta muy
bien pero no nos habla de la crisis.
¿Qué hacemos con la crisis?
Cada vez estoy más convencido y claro que no
soy el único, que la crisis mas profunda no es la económica. Hay una
importantísima crisis de valores detrás de lo que esta pasando. Y entre los
valores dañados, uno que nos afecta de forma especial, aunque no hayamos sido
los únicos:
Hemos asistido en estos tiempos inmediatos al
triunfo de lo aparente sobre lo auténtico.
El gran filósofo francés Jean Baudrillard ya
lo señaló hace varias décadas
“Lo que esta en
juego es el poder mortífero de las imágenes, asesinas de lo real, asesinas de
su propio modelo” “A este poder exterminador se opone el de las
representaciones, como poder dialéctico, mediación visible e inteligible de lo
real”; e insiste en “que, un signo, debe
remitir a la profundidad del sentido”
“Por desgracia, el signo
como valor es negado y sustituido por el principio de equivalencia”.
(Siempre nos venden la señorita o el señorito que esta al
lado del coche o del frasco de perfume.)
Dice Baudrillard de forma un tanto irónica:
"Disimular es fingir no tener lo que se tiene”
"Simular es fingir tener lo que no se tiene”
Por eso comienza a ser, no ya importante,
sino decisivo, formarse criterios claros y terminar de
una vez con este juego de apariencias. Comienza a ser urgente recuperar la
autenticidad.
Si, pero, aunque nos preparemos y
formemos nuestro criterio, os preguntaréis … ¿Cuando aparecerán
esas expectativas del trabajo para el que nos hemos formado?
Nos construimos, como los árboles, de dentro
a fuera, esa voluntad es la savia que nos hace crecer y hacernos fuertes.
Fuertes para vencer los retos… y éste es serio.
La voluntad no es incompatible con la
paciencia y, en el día a día, importa mucho lo que hagáis. Es muy importante
dedicarse a lo que uno quiere. Como dice la canción de Amaral, tenéis que
encontrar vuestro sitio. No importa pasar por otros, siempre que aprendáis algo
en cada uno. Pero, con paciencia, no renunciéis al vuestro. Os van demasiadas
cosas en ello.
Pero además, yo no recuerdo haber
oído, ni leído, entre tantas malas noticias, que el mundo se acabe.
En cualquier lugar donde se necesite concebir
un orden, una estructura espacial, conceptual, organizativa, puede haber
un arquitecto.
En cualquier lugar donde se necesite o
reclame belleza, equilibrio, armonía, puede haber un arquitecto. (Cuanto
mas avancemos en la educación y la cultura en nuestra sociedad, más se
producirá esta demanda, y ese es tal vez el reto más importante)
En este mundo complejo todo esta mezclado. En
el fondo estáis preparados para hacer mil cosas.
Incluso donde se necesite construir un
edificio, también habrá un arquitecto… o seguramente varios. Formando
equipos. No acabará la arquitectura, estad seguros. Pero no os
dejéis explotar, la dignidad de esta maravillosa profesión esta en juego. Esta
casa que os acoge, deberá ayudaros en esto.
Pero… para ser más concretos: La
ciudad envejece y muchos edificios se degradan. No solo habrá que restaurar o
rehabilitar todo lo valioso sino construir piezas nuevas en el tejido
existente.
Es maravilloso pensar como puede evolucionar
la ciudad y fantástico imaginar como rehabilitar, regenerar o construir cosas
nuevas sin destruir el carácter y la belleza de un barrio, de un lugar,
de un paisaje. O cómo crear un nuevo carácter.
Un día superaremos ese lamentable
urbanismo de calles solo residenciales, desproporcionadas, con escalas
inadecuadas, densidades bajas, sin comercio ni apenas actividad urbana ni
humana.
Habrá que rehacer todo
eso, recuperando la calle como lugar de vida y encuentro, a nuestra
escala, los espacios en sombra, las tiendas, el paseo, adecuadas a
nuestro clima y a nuestra forma de vida. Todo eso lo haréis vosotros…, tres,
cinco, diez años ¿?…,
Yo hace ya 40 años que no tengo 25. Lo
haréis, hay tiempo.. Y lo haréis de cine porque tendréis estos años inmediatos para prepararos mejor, para terminar de construiros y formar vuestro
propio criterio, para adquirir conocimientos y experiencias en este o en
otros países. Volveréis renovados y nos renovaréis. Os aseguro que os envidio.
Es muy importante sentirse joven y mirar al
futuro. Todos los que estamos en esta sala somos jóvenes pero cuando miro a los
alumnos, a vosotros, os encuentro especialmente bien conservados.
Cada mañana os mirareis al espejo y, superado
el primer susto, os preguntaréis por el día que empieza. Si sois capaces de ver
alicientes en lo que os propone, si veis las cosas bonitas que podéis hacer en
ese día, seréis jóvenes. Si no, dará igual la edad que tengáis.
Construiros, no dejéis de construiros nunca, sed jóvenes y comeros el mundo.
Porque, aunque no lo penséis, os esta esperando.
Enhorabuena y muchas gracias.
JOSE MANUEL SANZ