PÁGINAS

17 junio 2014

UN DÍA EXTRAORDINARIO

… por Kurt Schleicher

   Y llegó el ansiado día del Cincuentenario de nuestra Promoción 64.
   Había quedado en recoger a una de nuestras queridas profesoras, nuestra Pilar de Química de 5º. Tenía la sensación de que eso era una cita; habían pasado más de 50 años desde que nos había dado clase y parecía que fue ayer. Allí estaba, guapa y mucho menos seria que en aquél entonces, cuando tenía que lidiar con todos nosotros y no podía permitirse sacar su carácter abierto y campechano. No sabía muy bien por qué, pero me sentía feliz.
   Según me acercaba, me topé en la entrada del Ramiro con un montón de coches haciendo cola para pasar por la verja; me tuve que colar, naturalmente, pues a mi pasajera debía dejarla cerca. Ya había un buen número de compañeros prestos para entrar en Misa en el Espíritu Santo.
   ¿Por qué estaría tan emocionado? Pues porque era nuestro cincuentenario y era el día que más compañeros nos íbamos a reunir: nada menos que 85. ¡Ochenta y cinco “chavales”, todos de la misma quinta, cada uno constituyendo una sorpresa al cabo de tanto tiempo, una vida, y sintiendo que “algo” nos unía. Me daba cuenta que a todos nos pasaba lo mismo: abrazos, sonrisas, recuerdos… estábamos todos disfrutando del placer del encuentro y de saber que nos lo íbamos a pasar muy bien.
  La Misa fue larga, pero Jorge hizo que nos pareciera corta. No le faltó nada por decir. Emilio puso la nota ecuménica. ¡Cómo cambian los tiempos!









  Después nos encontramos con el resto de los compañeros en el Hall. Y más emociones. La Directora, Coral, se sumó a las profesoras y procedió a descubrir la placa con alguna dificultad, pues estaba muy alta y se había roto el cordoncillo, pero aquello se solucionó con presteza gracias a Vicente y una escalera que apareció milagrosamente.  Coral nos dedicó unas sentidas palabras y nos dijo que éramos la Promoción más simpática; no lo sé, pero sienta bien que lo parezcamos, ¿no es verdad?  Manolo, nuestro “ primer ancestro común” de la promoción 64 (le podríamos llamar LUCA), nos recordó lo que estábamos haciendo allí.







  Comenzamos después a hacer la visita a las instalaciones y en especial a nuestra clase de 1º. No había cambiado mucho, pero nos daba la sensación de que había disminuido de tamaño. ¡Quiá! Éramos nosotros, claro, que habíamos crecido. No resistimos la tentación de sentarnos en nuestros viejos pupitres; parecíamos niños grandes. ¡Qué contraste! Después subimos hasta el observatorio astronómico recientemente remozado; la mayoría manifestaba que en su vida había “subido a esas alturas” y menos disfrutar de las vistas en la terraza, que eran “ligeramente” diferentes al cabo de 50 años, claro…











   Después nos dirigimos a la sala de Música, donde ya estaba todo preparado. Allí estaban ya sentadas en primera fila Coral y nuestras profesoras, Loli, Pilar y  Ramona compartiendo espacio con nuestra encantadora catedrática de historia y ángel guardesa del Ramiro Rosa María, y la simpática Manoli con sus muchos recuerdos. Manolo les pasó los regalos: ¡parecían niñas grandes ilusionadas con sus regalitos! 





Tras un concierto de música de piano y la lectura de cartas de algunos compañeros en tierras muy lejanas, empezamos un turno de contar anécdotas que aparecían encadenadas unas tras las otras. Incluso nuestras profes participaron también.
  El acto avanzaba ya a toda vela y se nos veía que lo estábamos pasando bien; no hubo que “animar” a la concurrencia, pues se animaba sola. Nos faltó tiempo; teníamos que haber cantado incluso, pero el reloj inexorable avanzaba y llegó la hora de comer y había que cerrar el acto, cosa que hizo Coral de forma distendida contagiada por la atmósfera general.








   La comida fue servida por antiguos alumnos del Ramiro, y algunas muy guapas chicas, lo que hizo que más de uno pensara que había nacido demasiado pronto…
  Ya sólo faltaban las fotos en la escalinata para remedar en cierta forma las que hacíamos de más pequeños. ¡Pero qué buena pinta tenemos la promoción 64!





  No quiero terminar sin expresar un especial agradecimiento a mis compis de “los del Ramiro” por los buenos ratos que pasamos juntos preparando todo esto, igual que se prepara un proyecto: nos reuníamos a comer para ir quemando etapas y avanzábamos proponiendo ideas y soluciones, incluso votando cuando había propuestas alternativas. Quiero destacar que Manolo y Vicente además las llevaban a cabo, cerrando el bucle y haciendo poco a poco realidad todo lo necesario para que todo esto del  cincuentenario funcionase.
   Como digo siempre: cuando se hacen las cosas con cariño, es que solamente pueden salir bien…
KS, Junio 2014



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