...Por Manolo
Rincón.
El día 4 de abril de 2.016
amaneció lluvioso en Madrid. Muchos ex alumnos del Ramiro teníamos ese día bien
señalado en la agenda. Nuestro querido Jefe de Estudios había fallecido 50 años
atrás confortado con los santos sacramentos que el Padre Granda, Director
Espiritual del Instituto le administró.
Un grupo de antiguos alumnos, a
los cuales hay que agradecer su disposición y su buen hacer, habían preparado
dos actos solemnes para esta ocasión.
En primer lugar, en el Cementerio
de la Almudena se le ofreció un homenaje floral. Previamente dos integrantes de
la Promoción 65 habían reconstruido su tumba en este cementerio, otro gran
detalle de generosidad y amor a la figura de D. Antonio, que les honra.
El mal tiempo no impidió que nos
concentrásemos 35 personas a las 12 para escuchar las lecturas que se hicieron
sobre nuestro Jefe de Estudios y dejar un ramo de flores en su tumba, junto una
bufanda del Estudiantes y una camiseta del Ramiro. Acto muy emotivo para todos
los asistentes. Hay que agradecer al actual Director y a la Secretaria del
Instituto su asistencia al Acto. Recordamos a aquel hombre singular que tanto
cariño y dedicación ofreció al Instituto a lo largo de los 26 años que estuvo
trabajando en él y que tan firmes valores supo infundirnos.
Por la tarde a las 7 y media, un
nutrido grupo de personas nos dimos cita en la Iglesia del Espíritu Santo.
Muchos recuerdos nos trae esa
maravillosa Iglesia: El Padre Granda, el Padre Cuellar, el Padre Gabino, el
Padre Mindán, el Padre Ignacio… todos nos administraron allí los sacramentos y
dirigieron las distintas celebraciones religiosas en los años que allí pasamos.
Pero también el reencuentro con antiguos compañeros que han acudido masivamente
al Acto de recuerdo a nuestro Maestro, en muchos aspectos de la vida, D.
Antonio.
La ceremonia la oficiaron dos
sacerdotes, antiguos alumnos. Las oraciones, más una pequeña semblanza las
ofrecimos antiguos alumnos. Los oficiantes recordaron a D. Antonio, su generosa
entrega y el poder de convocatoria que tenía cincuenta años después.
Una ceremonia cargada de emoción,
amor y recuerdo al Profesor desaparecido.
El Coro Aldebarán nos ofreció
unas delicadas interpretaciones entre las que se ha de destacar el Ave María de
Schubert.
Terminamos la celebración con una
interpretación en el magnífico órgano de la Iglesia, de la Tocata y Fuga de
Juan Sebastián Bach, que me recordó al Padre Ignacio.
Se repartieron copias del
recordatorio original del funeral que se celebró a su muerte.
Creo que desde donde esté D.
Antonio habrá visto que su sacrificio no fue en vano y que sus enseñanzas han
calado en la mayoría de los que fuimos alumnos suyos. Sus semillas germinaron y
dieron abundante fruto.
Como recuerdo personal me viene
su imagen a las 12 del medio día finalizado el recreo, cuando en muchas
ocasiones nos dirigía la breve oración del ángelus en su querido Latín.
“Oremus: Gratiam tuam quæsumus, Domine, mentibus nostris
infunde; ut qui, angelo nuntiante, Christi Filii tui Incarnationem cognovimus,
per passionem eius et crucem, ad resurrectionis gloriam perducamur.
Per eumdem Christum Dominum nostrum. Amen”.
Descanse en paz.
Perfecto acto, perfecta organización y perfecto resumen.
ResponderEliminarAbrazos a todos
Luis Adrados (66)