...Por Kurt Schleicher
Don Fulgencio y D. Elías se encuentran en Madrid. Ya no están en los años jóvenes, pero ambos presumen de no se sabe qué, pero presumen. ¡Y eso que los dos no pueden ser más diferentes! D. Fulgencio es un setentón orondo, ojos caídos, nariz colorada, faz sonriente, optimista por naturaleza, bonachón y algo bajito. D Elías es también un setentón, pero ahí se terminan las concomitancias; alto, serio, pálido con ribetes amarillentos, enjuto, pesimista y cara de mala leche perpetua. Ambos se han quedado anclados en el siglo pasado, y ni siquiera se tutean.
—¡Feliz Navidad, D. Elías! — saludó ceremonioso Don Fulgencio, al cruzarse en la calle con su amigo...
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