PÁGINAS

08 febrero 2021

ANOCHE YA PUDE DORMIR BIEN

 ...POR ILDEFONSO ARENAS

 -¿Por qué lo has hecho?

El niño tardaba en contestar, aunque no parecía que por dudar o porque necesi­tase tiempo para elaborar la respuesta. Su expre­sión era va­cía, inexpresiva. Como de andar su­mido en un tran­ce, o ser víctima de un shock. Una facha, por otra parte, que no era una novedad para los dos guardias civiles. De sobra sabían que cuando algún adolescente de los que se creen a salvo del todo se les pillaba en una muy gorda, no eran capaces de poner otra.

-Antes de contestar querría saber con quién estoy hablando.

Los guardias se miraron, especulativos. Eran las pri­me­ras palabras que decía el detenido, y no sonaban a preadolescente abru­mado por ha­ber cometido un crimen espantoso. Más parecían, y no por sí mismas sino por su tono, frío y sereno, las de un adulto seguro de sí mismo y conocedor de sus derechos.

-Aquí las preguntas las hacemos nosotros.

Había contestado el guardia civil macho. La hembra, en imperceptible gesto de disgusto, le lanzó una mirada tirando a gélida.

-Pues si no me dicen quiénes son yo tampoco diré nada.

Tono indiferente, si no ausente. Suficiente para la hembra.

-Vale. Yo soy la teniente Guilló. Él es el sargento Martínez.

-Usted es la psicólogo, supongo.

-¿Por qué dices eso? -tono de sorpresa; el niño no se comportaba con acuerdo a lo que cabría esperar de un adolescente al que se le hubiera ido la olla; su tono indiferente y su ges­to impasible más hacían pensar en un fle­mático ex­plo­ra­dor Stanley que saludase a un distraído profesor Li­vingstone que saliera de una choza en medio de la selva.

-Porque al revés sería imposible.

El sargento frunció el ceño, irritado. Tenía cuarenta y dos años, los veinti­séis últimos en La Empresa, se las había tenido tiesas con toda clase de homicidas y de ningún modo pensaba consentir que aquel cria­­jo se le cachondeara en su cara, pero un vistazo a la dere­cha le hizo fre­nar en seco. La puñetera tenienta señalaba con el de­do índice de su mano de­recha, ter­mi­nado en una uña sin pintar, sus dos es­­tre­llas de seis pun­tas. Indicaba con displi­cencia que, aún sien­do él Suboficial Jefe Ac­cidental de la Co­man­­dan­cia de Las Ro­­zas, la que mandaba era ella.

-¿Y por qué sería imposible?

-Porque ser psicólogo implica poseer no sólo estudios superiores, sino sensi­bi­li­dad y empatía. Nada de todo eso es compati­ble con aquí las preguntas las hacemos no­sotros. No crea que le censuro, sargento ‑se ha­bía vuelto al ceñudo suboficial-; ya imagino que para el trato cotidiano con cho­­rizos y macarras las cosas deben ha­­cer­se así. Sólo pre­tendía cerciorarme de que uste­des, o al menos uno de ustedes, son ca­pa­ces de comprender. Más que nada, para no tener que repetir la his­­to­­ria una y otra vez. Es aburri­da de contar, ¿saben? Y nada corta.

-Pues si no es corta mejor que vayas empezando...


Para continuar leyendo:

https://trinjolbuz.blogspot.com/2021/02/anoche-ya-pude-dormir-bien.html

21 comentarios:

  1. El hecho de que la inspiración de este escrito esté basado en un hecho real y que el entorno que se describe sea absolutamente verídico me causa verdadero estupor. Parece que debería corresponder a otro entorno socioeconómico menos desarrollado. Dejando a un lado otras consideraciones morales, el escrito me ha encantado, verdaderamente. Tener por conocido el final y poder mantener al lector en vilo durante toda su lectura es algo que me ha encantado. Y los vuelcos que se ve forzada la mente a dar a lo largo del escrito posicionándose moralmente también me ha gustado mucho. Muchas gracias Alfonso por compartir con nosotros tu relato.

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    1. En los USA, cuyo entorno socieconómico diría yo es mucho más desarrollado que el nuestro, cosas como éstas suceden a razón una cada tres meses, y desde hace muchos años. Hasta la matanza del Columbine pasaban desapercibidas, pues eran como artesanales o agropecuarios, pero desde ahí, que fue la primera de tipo industrial, los medios están muy atentos a cuando sucede una de las buenas, porque atraen mucho la atención del respetable y se descargan muchísimos más banners. A mi juicio, historias como estas no son propias de ambientes desfavorecidos, pues en éstos la miseria dificulta la justicia en primera persona del singular. Es mucho más propia de los entornos desarrollados, en los que la consciencia de la individualidad tiene mucho más peso, y más si se trata de empuñar una semiatomática de polímero (las baratas), de 15 balas en el cargador y una más en la recámara, del tipo que allí se compra, nueva, en la banda de los $US 500, y usada en menos de 100. Con ese tipo de instrumentos los adolescentes de los USA se matan los unos a los otros con mucha más facilidad que los de aquí. Seguimos muy atrasados, com puede verse.

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  2. Muy bueno, Alfonso; hace tiempo que no leo algo que realmente llegue a estremecerme y tu cuento lo ha conseguido. Y no sólo eso, sino también me has hecho reflexionar; en nuestro “cómodo” entorno, no llegamos a encajar que algo así fuera posible. Y lo es, como bien cuentas tú del ambiente en USA; allí tienen otra ventaja: acceder a armas más efectivas que un cuchillo de cocina es mucho más fácil.
    Hay una segunda derivada en tu cuento: que mentalmente te llegas a poner de parte del “asesino”, según vas leyendo. Las reacciones de este niño, por muy superdotado que sea y por muy premeditado que fueran sus crímenes, pueden horrorizar, pero no por el hecho en sí, el crimen, sino que resulta ser una consecuencia “lógica” de la desesperación de una víctima del “bullying”, del que últimamente se suele oír más. ¿Por qué? Por suicidios infantiles, el caso recíproco del de tu cuento. Aunque para todo hay soluciones, el planteamiento que haces del entorno familiar facilita la cuestión de fondo: una encerrona para la que el niño no encuentra salida. Terrible, claro. La combinación de un niño de trece años con un 160 de CI y ése entorno cerrado, puede muy bien llevar a un desenlace como el que cuentas. Al final, efectivamente simpatizas con el niño hasta el punto que casi disfrutas cuando mata a sus víctimas; conseguir eso no es fácil y lo preparas y cocinas muy bien. También me gustan mucho tus diálogos, pues no sueles prodigarte en ellos; al leer, parece que eres testigo de lo que sucede. Enhorabuena, maestro…

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  3. La presente narración me parece tan interesante, o más, que las otras que viene Ildefonso dándonos a conocer, y, desde luego, ésta pinta un escenario que no sólo es dramático, sino que también suscita toda una problemática, psicológica, jurídica y moral.
    Lo primero que tengo que decir es que su juvenil –o, mejor, infantil– protagonista resulta un psicópata que deja chico a Hannibal Lecter y, sin embargo, su decisión, habida cuenta de que su ausencia de sentimientos se lo permite, es perfectamente asumible racionalmente; de hecho, muchos políticos de todas las épocas han tomado decisiones semejantes y han decidido, por ejemplo, arrojar la bomba atómica en la fría soledad del despacho oval, sin que, después, tuvieran que justificarse ante nadie.
    La segunda cuestión es que lo que se cuenta, aunque improbable, no es imposible en el contexto de una legislación que, por encima de cualquier otra consideración, defiende el derecho del menor a ser inimputable, haga lo que haga, pues los derechos de la persona parece que deben prevalecer sobre la salvaguarda del orden público, en los países desarrollados. Y, en tercer lugar, aun se plantea un dilema moral, ya que el protagonista puede aducir que, ante la situación límite que padecía, estaba actuando en defensa de la integridad de su propia personalidad: en realidad, esta elección de qué es aquí lo bueno, al margen de lo que, al respecto, pueda contemplar la norma legal, depende de quién juzgue los acontecimientos, y habrá seguramente opiniones encontradas.

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    1. Me entristece la falta de simpatía que las mentes más cultas y avanzadas sienten por las encantadoras bombas atómicas, gracias a las cuales llevamos 76 años sin disfrutar de una guerra como Dios manda. Es como si se pensara que las bombas que no son atómicas matan mucho menos. Pues no: matan lo mismo, si no más. Pensad, si no, en el bombardeo de Hamburgo de 1943, con 55Kdifuntos; en el de Dresden de 1945, cerca de 100K; en los de Tokio, Nagoya y Osaka de la primavera del 45, con más de 150K, y eso contando solamente con los más espectaculares. Lo malo de las bombas no es que sean atómicas o no, es que te las tiren a ti. Si no lo véis así, os recomiendo veáis cuanto antes 'Dr. Strangelove or How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb' (Cómo aprendí a dejar de preocuparme y empecé a amar La Bomba), en el caso de que no la hayáis visto cuando aún íbamos al cine.

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    2. Empiezo a sospechar que nuestra pesadilla del Covid ha sucedido -quién sabe si intencionadamente- sencillamente porque tras la guerra fría no se liado una buena atómicamente hablando que haya diezmado a nuestra querida Humanidad. Se conoce que alguien ha debido pensar que sobramos muchos -en especial los pensionistas- y ha encontrado una manera de equilibrar al mundo y resolver de paso la economía.

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    3. La Naturaleza, que es sabia, de toda la visa se ocupa de sangrar la población humana, puede que intuyendo que un número excesivo de bípedos podría llegar a cargarse la vida intelectiva en el planeta. Si esto no os parece claro, recordad las hermosas epidemias de peste con que la naturaleza nos bendijo en los pasados siglos (la amarilla, la negra, la bubónica y no sé cuántas otras más), las de cólera, que aún hoy en día reaparecen de vez en cuando, las gripes en general y, muy en especial, la justamente prestigiada Gripe Eapañola, la que remató la carnicería de la WW1 con tropecientos millones de muertos más. El humano, que siempre se ha mostrado cabelleroso con la Naturaleza y deseoso de colaborar, a menudo contribuía con alguna guerra particularmente sangrienta, y no hace falta pensar en las formidables mortandades de la WW1 y la WW2, porque basta con llevar el segundero un poquito más atrás para ver que las napoleónicas costaron al planeta la vida de un millón de franceses y seis o siete veces más en otros países, que la de los 30 años se llevó por delante casi un tercio de la población europea, y que la de los cien dejó el continente que daba pena verlo. Todo esto sin contar con multitud de enfermedades infecciosas -sarampión, tuberculosis, poliomielitis y otras cuantas más- que también hacían estragos y que contribuían en buena medida a redondear el saludable esfuerzo de la Naturaleza.

      Sin embargo, el avance de la medicina y de la farmacología de los últimos 70 u 80 años, y el temor a las bombas nucleares que padecen nuestros gobernantes, afecta de un modo asaz peligroso a los esfuerzos de la Naturaleza en contener el número de bípedos. Tengo entendido que hoy en día ya somos del orden de 7,6 Gigatíos, y creciendo. A este paso dentro de poco será imposible aparcar, espero lo veaís así. Quizá suceda que la Naturaleza, mosqueada, se afana en crear nuevas pestes, o nuevas gripes coronavíricas, para que no haya tantos Gigatíos. Si lo pensaís, la gripe española no se diferenciaba demasiado de la COVID-19. Mataba más o menos igual y más o menos a los mismos (los viejales les gustábamos mucho, como a la COVID), pero al no saberse defender tan bien como las farmacológicas de hoy a todo el mundo le pareció aceptable que se cargase a unos 300 millones, mientras que hoy en día ponemos el grito en el cielo por que la COVID lleve 2,34 Megatíos (según el Johns Hopkins de hoy). ¿No estaremos empezando a agafá la vaca pels collóns?

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    4. Sí, Alfonso. Tengo la sensación de que nunca se ha sabido -ni siquiera hoy- cuántas víctimas tuvo la mal llamada gripe española, y durante los tres años que duró tampoco hubo un flujo de información como el de ahora.
      Ahora que pienso, pongamos el siglo XX en orden cronológico de desastres: 1ªGM, la gripe española, el desastre económico en Alemania en los años 20 & el crack del 29, la Guerra Civil española, la 2ªGM, y más que seguro me habré dejado, más o menos extensos. Al final de todo esto, en los años cincuenta, lo que apareció a nivel mundial fue una especie de ILUSIÓN Y ESPERANZA en el futuro, que facilitó cierta reconstrucción del mundo gracias a estos sentimientos y las ganas de colaborar en general de toda la población. Una vez que estos desastres fueron quedando cada vez más lejos y con la aparición de nuevas generaciones, que a su vez se dedicaban cada vez con más tranquilidad a fabricar descendientes, nos encontramos con un planeta de siete mil gigas de personas y cada vez con mayores desigualdades. Desde nuestra perspectiva de >70 años, la impresión que recibimos es que de aquella ilusión y esperanza en el futuro va quedando cada vez menos, o al menos eso es lo que se masca a través de los medios de comunicación. Juntando todo esto, nos resulta un cóctel nada sabroso.
      Que el destino (o una mano negra) haya producido ahora este desastre del Covid 19, del que ya nos hemos acostumbrado a saber que estamos teniendo 500 muertos por día sin pestañear, parece hasta plausible. ¿Será que la naturaleza reacciona para re-equilibrar al mundo? Quién sabe...

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    5. En tu account del siglo XX echo de menos el extraordinario performance de los japanakas desde el puente de Mukden (1931) hasta Tora, Tora, Tora. He leído en algún sitio que fueron más de diez Megachinos, de modo que ya ves, la industria del genocidio la dominaban con inusitada perfección (por cierto, lo de siete mil giga personas, ¿no son demasiados gigas?). Ahora, tu pesimismo sobre la situaciñón actual no acabo de compartirlo. Que llevamos dos Megamuertos es verdad, y que de aquí a que la humanidad esté vacunada-inmunizada ya serán seis o siete pues también lo es, pero la ilusión y la esperanza en un futuro con cantidad de pisos a bajos precios y donde se aparcará mucho mejor no tiene por qué declinar. Sólo sucede, diría yo, que ahora la comunicación circula por infinidad de canales y de un modo tal que nos inunda y nos abruma. Hace siglo y medio en Madrid (es en lo que ando metido ahora), sólo en Madrid, se publicaban más de veinte periódicos, y como no había noticias para todos venían a ofrece un mix 20/80, donde la primera cifra era la información y la segunda la opinión. Esa proporción, aunque tal cosa pase desapercibida, sigue siendo constante. Sucede, eso sí, que como nos llega por todos nuestros sentidos, al estilo del rayo que no cesa, y como a fin de vender los 'media' se afanan en lo más apocalíptico y cruel (en la misma proporción 20/80), nos parece que vamos derechos al Valle de Josafat, pero no es así. Mucho más horrible fue la pandemia de la Gripe Española, y a la gente se la veía tan tranquila, si no encantada de la vida por haber terminado la WW1. En cuanto volvamos a tener deportes a todas horas, con los estadios y las canchas a rebosar, la pandemia sólo será un recuerdo fastidioso, además de la necesidad de vacunarse una vez al año, como de la gripe. La gente ya no estará pendiente de más muertos o menos muertos, sino de si se confirma que Messi ha fichado por el Estudiantes (no el de La Plata; el de Serrano 127). Ánimo, y un copazo de vez en cuando.

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    6. Hombre, no he afirmado que vaya a ser así; me he quedado en plausible. Vamos, que hasta podría ser posible que la humanidad se tire por el precipicio, pero no creo que lleguemos a ser tan burros. Estoy de acuerdo contigo que en cuanto lleguemos a la situación de Wuhan con cero contagiados, ya ni nos acordaremos del virus, pero con la diferencia de que todas las precauciones también las dejaremos a un lado; en Wuhan siguen usando mascarillas y no creo que sea por placer.
      Por lo de los gigas, he pretendido ser gracioso usando una expresión informática, pero obviamente me refería a "siete mil millones"; creo que debemos andar ya por 7800.

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  4. El protagonista del relato, que no tiene desperdicio, podría llamarse, perfectamente, Santiago Ramón y Cajal, quien en el primer libro de sus memorias que tituló "Mi infancia y juventud" relata (capítulo XII)" los abusos (ahora bullyng) que sufrió por parte de sus condiscípulos de bachillerato y en particular por un repetidor de mayor de edad. Siglo XIX. Se podría especular con la posibilidad de que, también en este caso, la disparidad de IQ esté en el origen de la aversión.
    D. Santiago, como Jesús, se tomó la justicia por su mano o como dice el código penal "realizó su propio derecho fuera de las vías legales" aunque con algo menos de violencia. Se entrenó como hondero de infalible puntería y le comunicó a su abusador que le rompería el cráneo con un canto de río de repetirse el acoso. Mano de santo.

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    1. ...Y tuvo tiempo de asistir a un gimnasio y llegar a ser un aceptable culturista. Ahora ya sé por qué...

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  5. Nuestro compñaero Eloy Maestre me dice que ha leído el cuento y que le cuelgue su comentario, pues a él no se le da bien manejarse con el blog ni con la herramienta que lo sustenta, phpBB. Lo que sigue es el comentario de Ely, sin quitar ni poner nada:

    Enhorabuena Alfonso, de nuevo has dado en el clavo. He leído tu cuento cruel y me he quedado sobrecogido de espanto.

    La virtud de un escrito de ficción, aunque sea espeluznante e increíble como el tuyo y la Metamorfosis de Kafka, es que los lectores retorzamos, por su influjo, nuestro concepto de lo imposible y lo aceptemos.
    Que la sociedad pueda crear un monstruo tal, por muy abandonado que se sienta y luego maltratado durante su existencia, no resulta imposible, y en ese punto encuentro su verdad literaria fundamental: inventar, mentir, loquear, con estilo, haciendo casi posible lo que a ojos de la razón resulta claramente imposible.

    Gracias por tu cuento hermoso y terrible.

    Un abrazo, Eloy.

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    1. Cada dos o tres meses la tele nos habla de una nueva matanza en un high school de los USA. No sé cuál será el promedio de asesinados, aunque intuyo que pasa de la docena por acontecimiento. Lo más triste es pensar que detrás de cada asesino, que por lo general acaba de propia mano (se suelen reservar la última bala, como en las pelis del oeste), diciendo así que ya no tenía ninguna gana de vivir y que sólo le impulsaba la necesidad de ajustar cuentas, no había más que un niño o un adolescente acosado por sus compañeros de clase. Aquí raro es el año en que no sabemos de uno, o una, que salta de un acantilado o de un puente, y por eso mismo, porque no puede soportar el vivir bajo el acoso de las bestias que van a su mismo colegio y que a menudo gozan de la protección de los profesores, porque suelen ser los chicos-chicas más guays. También es frecuente el caso de un alumno/alumna malherido tras una paliza de sus compañeros/compañeros (a menudo grabada con el móvil de testigos de parecida edad que no mueven un dedo para socorrer al agredido, y que cuando lo vemos por la tele nos deja indiferentes, por lo muy visto que lo tenemos) al que la Comunidad Autónoma le busca otro centro escolar, y con suerte echan una regañina suave a los pobrecitos acosadores-maltratadores. Así las cosas, estos últimos tienen la inmensa suerte de que aquí no sea fácil hacerse con una Glock de 15 cartuchos en el cargador y uno más en la recámara ($499 en el Black Friday de Walt Mart). Quizá no por eso disminuiría significativamente el número de acosados, pero sí que lo haría el de acosadores, quizá incluso a una media de doce o más por acontecimiento.

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    2. ¿Nos hemos preguntado alguna vez a qué se debe esa indiferencia y ese "placer" de grabar y distribuir estos ataques? Las reacciones pudieran ser hasta contrapuestas: o más indiferencia o deseos soterrados de agarrar una Glock de ésas y cargarse a los autores, el mismo sentimiento que ha logrado generar Alfonso con su relato.

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    3. No vayáis a pensar que las Glock, unas muy baratas semiautomáticas austríacas de polímero (o ppdlc a secas; en ellas todo es plástico, salvo la recámara, el cañón, el muelle real y algunas piezas diminutas de su cajón de mecanismos) y percutor oculto, son las armas más acosejables para llevar a cabo una matanza en un high school. De hecho, las versiones semiautomáticas del M-16, las conocidas por Bushmaster o AR-15, son las preferidas por los que ya están hartos de ser puteados a todas horas. Disparan un cartucho Remigton .223 mucho más eficaz que el 9mmP de las Glock, con muy superior stoping power, lo cual las hace mucho más aconsejables para cuando llegue la siempre puñetera policía. En cuanto a que los 'media' no se cansen de distribuir imágenes, por demás abundantes gracias a los smartphones, lo hacen por las mismas razones que llevaron a verios miles, hace algo más de dos siglos, a cubrir la decapitación de l'Autrichienne. A la tarde ya se publicaban periódicos en París, con excelentes dibujos a tinta china de la gordísima reina, tendida boca abajo en un carrito, empujada hasta que la cabeza se le quedara debidamente encajada en el cepo de la Louissette. La masa municipal y espesa siempre ha estado en favor de que la horroricen. Supongo que se trata de una constante vital, la misma que a muchos muy corteses y educados caballeros les lleva a prorrumpir en un enérgico ¡lavándote las bragas deberías estar! cuando alguna tímida señorita duda un poquito antes de parar a la entrada de una rotonda (oído ayer por la mañana en una de las muchísimas de Majadahonda). El ser humano, en suma, no cambia. Sólo sucede que, al ser cada día muchos más, lo natural es que nos embrutezcamos.

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  6. El otro día, en una cena de idealistas cínicos (suelen ser los que sobreviven), se planteó la posibilidad de armar a nuestros nietos y nietas, de forma que cuando alguno/a se sintiese acosado/a en el colegio o en el instituto, sacara la Parabellum y pusiera las cosas en su sitio. No se trataría de armar a todos, por supuesto. Sóo a los que demostrasen un IQ de persona ciertamente inteligente, superior a 130, que son los que con más frecuencia atraen las iras de los descerebrados que sólo viven para el TiK-Tok o para descargarse You Tubes de objetores fiscales; bueno, y también para el baloncesto. A juicio del ponente (yo no era, lo juro), la idea, con todos sus inconvenientes, cortaría en seco la impune violencia en que viven casi todos los estudiantes que no van al Santa María de los Rosales (allí la Parabellum es de suponer que la llevan otros, u otras). Ni que decir tiene que a la idea se opusieron, de modo un tanto airado, la mayoría de las hembras en presencia, si bien ahí me quedé pensando si eso significaría que, aunque no nos guste reconocerlo, las prácticas de acoso escolar que vemos en la tele cada lunes y cada martes nos dejan indiferentes, y que con tal de no complicar el mundo escolar más de lo que ya lo está terminamos por aceptar que no es necesario perseguir a los jovenzuelos que se afanan en hostiar a los que no les gustan mucho, casi siempre por ser más inteligentes y por no haber aprendido a camuflarse de imbéciles. Desde ahí sostuvimos un debate yo diría que interesante, aunque sólo para llegar a una conclusión en la que todos estuvimos de acuerdo: nos hacía falta más Knockando. Vosotros, ¿cómo lo veríais?

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  7. Hay cientos -o miles- de películas cuyo argumento se basa en la sabiduría adquirida para ser capaces de luchar y defenderse de ataques. Incluso las hay de niños que aprenden técnicas de lucha con maestros ya talluditos, pero muy sabios. Esto debe cuajar poco a poco, pero casi nadie hacen un esfuerzo por imitar a los héroes de estas pelis. Incluso en nuestros tiempos teníamos a un John Wayne que se liaba a puñetazos a poco que se liase un conflicto, pero claro, era demasiado corpulento y tenía ventaja.
    Por las hembras, a todas les gusta un guaperas que "sepa" defenderse, aunque sea aparentemente escuchimizado, pues les saldrá el instinto maternal. Habría que fundar alguna escuela de defensa propia donde en secreto se formen los candidatos a ser víctimas del bullying (ya lo hay para mujeres por lo de ataques machistas). Recuerdo a un Spencer Tracy manco dando una paliza sin despeinarse a un corpulento Ernest Borgnine en "Conspiración de silencio" del año 1954.
    ¿Es esto una solución para este problema? Seguro que las hay mejores, pero casi nunca funcionan. Lo que está claro es que si una víctima un día "muerde", se elimina el problema. Lo de poner la otra mejilla debería bastar, pero al final sólo beneficia al dentista que tenga que reponer los dientes. Una pena.
    Fomentar el uso de las armas no es solución, por supuesto. El Far West ya está muy "far".

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  8. Yo también estoy a favor del 'Dar cera, pulir cera', el cual, gracias a la magia de Hollywood, multiplicó por cinco el inventario de tatamis en los USA, pero convertir un pobre diablo tipo Niño Jesús en un cinturón negro de karate, o mejor de jiu-jitsiu (según parece, con jiu-jitsiu se mata mejor y más deprisa), es cosa que puede llevar años, y eso si se cuenta con un bondadoso y paciente Mr Miyagi, y para entonces no es improbable que al tal pobre diablo se lo hayan cargado, o se haya suicidado. De ahí que no me sorprendan las querencias de los adolescentes americanos torturados por sus compañeros de high school, por el 9 milímetros parabellum.

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  9. Como cuentas en tu cuento -valga la redundancia- el acoso suele ser algo no instantáneo, sino lento y progresivo. Eso permitiría el placer de la sorpresa; tampoco haría falta una perfección china, con una patadita en los cataplines bien ensayada, quizás ya valdría.

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