...POR NICOLÁS PÉREZ-SERRANO
-La llamada la recibirá. Lo sé. Aunque yo ya no estaré para comprobarlo. Estoy, pero ya no estaré. Eso del tiempo es relativo. Presente, futuro, pasado. Todo en uno.
-He grabado el texto. Así me aseguro de que lo oirá
tal cual.
-No tendría nada de particular. Lo he hecho tantas veces. La ocasión es especial, sin embargo. Ya no habrá más mensajes, aunque lo podrá volver a escuchar cuantas veces quiera, si lo conserva, claro. Valdrá con una, eso sí.
-He dado muchas vueltas antes de hacerlo. La decisión me ha costado. Dedicar un último esfuerzo. Aun así, no estoy tranquilo. Y eso que era lo que pretendía.
-Verá un número conocido. Se pondrá alerta. Pero vencerá la curiosidad. Me escuchará. El fin de la grabación coincidirá con mi adiós de verdad. Me quedan sólo unos minutos. Llega el sonido. Un pitido de la máquina. Desenchufo. “Sí, soy yo”, escuchará. Al fin nada quedará velado. Por mi parte, así está bien. Aclarado.
-Pero ¿dónde estoy? He vuelto.
-Veo que sigo unido a la máquina. Alguien, a pesar de mi consciente desconexión, me ha vuelto a sumir en el engranaje de tuberías que me alientan. Cojo instintivamente el teléfono. Veo su llamada. El mensaje de vuelta es acusador. No tengo razón. La realidad es otra, no la que yo veía. Me desespero. Una sonrisa involuntaria me aflora en los labios. Quiero volver a hablar.
Nicolás Pérez-Serrano Jáuregui.
Enero 2021.
Muy corto pero muy incisivo. Si señor. Lo bueno si breve 2 veces bueno. No te veía como escritor de este género, siempre con temas de Derecho o de la historia familiar. Esta incursión personal en un terreno complejo, con tu relación con la máquina que tiraniza a media humanidad es hábil y da que pensar. Enhorabuena Nicolás.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, aunque me cabe la sospecha de que igual es porque no he entendido nada. Igual es ése su encanto. En cualquier caso, está escrito en un lenguaje perfecto. Para los tiempos que corren, eso ya es mucho.
ResponderEliminarEl final nos llega a todos, ninguno nos libramos ¿cuándo y cómo? Mejor no saberlo y seguir lo más vivos que podamos y sepamos hasta que llegue el momento del que quizá ni nos enteremos; yo, desde luego, prefiero no pensarlo dada mi condición de minusválido físico, cada vez, más limitado de movilidad y, a veces, un poco de mente, que no demente; pero los años no perdonan. El corto escrito, cómo no, estupendo; estoy totalmente de acuerdo con el comentario de Manolo; eso sí, aferrados a otro dicho castellano: MIENTRAS DURA, VIDA Y DULZURA.
ResponderEliminarCaramba, hemos empezado el año muy tétricos: Manolo se suicida en su cuento y en el tuyo parece ser, si lo he entendido bien, que desconectas a tu personaje de la máquina que lo mantiene vivo y así dejar de sufrir. Creo que haría falta escribir otro cuento sobre experiencias post-mortem y contar lo que se ha visto "más allá" tras volver de "allí" y contar todo lo percibido tras el famoso túnel. ¿Alguien se anima?
ResponderEliminarMuy inteligente el diálogo, aunque algo críptico, querido Nicolás... Veo que te gustan estos temas además de los leguleyos. Enhorabuena y bienvenido al mundo de la Ciencia-ficción...
Después de la lectura reposada entiendo que el personaje que habla en primera persona quería morir y dejó su mensaje final en el móvil. Pero alguien (médico, familia), no respetó su voluntad y le enchufó a la vida del respirador. Lo que nos da mucho que pensar. Es un tema muy delicado. Mi madre murió hace 11 años. Dos años antes estaba muy grave pero plenamente consciente. Nos pedía que la desconectásemos, que estaba preparada y ya había cumplido su misión. Mi padre, yo y mi hermano no lo aceptamos. En consecuencia mi madre vivió dos años más con mala calidad de vida. Ya he aprendido la lección. Hay que respetar la voluntad de las personas ante el trance seguro de la muerte.
ResponderEliminarCorto pero intenso.Tambien he entendido que es alguien que se despide pero no le dejan.Es un tema con muchos matices,pero muy poca gente quiere morirse si se siente querida y cuidada.
ResponderEliminarYo no estaría muy de acuerdo en eso. Según tengo entendido, en la mayoría de los países europeos más civilizados la principal causa de muerte no natural entre los yayos como nosotros es el suicidio, y no siempre porque vivan solos o desatendidos. Es frecuente que se vean rodeados de cariño -vocacional o mercenario; a fin de cuentas, eso da igual-, pero que aún así un buen día, sin previo aviso, se dén de baja en el IRPF. Según leí hace tiempo, las razones que les empujan a esa última medida de independencia y libertad son diversas, aunque las principales tienen que ver con lo mucho que se aburren, y es que a partir de cierta edad, supongo que no nos cuesta trabajo imaginarlo, casi nada nos entretiene. Partiendo de ahí, alguna incomodidad más o menos tolerable -llevarse regular con la zorra de la nuera, lo inaguantables que son algunos nietos, o que cada vez se digiere peor la mierda que le dan a uno de comer-, y dado que a nuestras edades muchos ya hemos dejado de creer en esas cosas tan horribles que dicen los curas -el infierno, y todo eso-, es razonable que se nos ponga en marcha la imaginación -la poca o mucha que nos quede- y nos preguntemos para qué coño voy yo a seguir aguantando todo esto. Como decía una deliciosa canción de los 60's, la de MASH, 'Suicide is painless'. Francamente, me parece la mar de razonable que si alguien encuentra que cada día estar vivo le resulta menos agradable, deje de fumar de propia mano. Ahora, no con la ley que se ha sacado el gobierno de la manga, que recuerda demasiado al programa de unas oposiciones. Salvo que uno se halle imposibilitado de verdad, es mucho más práctico recurrir a los medios de a bordo, sin dar explicaciones a nadie. Pensáoslo, pues entra en lo posible que, andando el tiempo, algunos de nosotros comencemos a preguntarnos ¿y por qué no?
ResponderEliminarYo difiero un poco de tu planteamiento Ildefonso. Sentirse yayo, en el término despectivo en que lo empleas, es el principio del fin. Creo modestamente que aunque ya no estés en nómina de una empresa o de la Administración si te organizas bien y de forma disciplinada puedes hacer muchas cosas y tener satisfacciones. Tú por ejemplo escribir y publicar. Los viajes volverán a ser posible. Se puede comer muy bien si acudir a la "mierda" que mencionas. Sin embargo a casi todos nos llegará el momento que planteas. ¿Qué pinto yo aquí?. A algunos no les llega nunca. Mi padre con 104 años pensaba vivir 120. Pero no es lo habitual. Cuando hablo de esto con personas sin complejos, expongo mi teoría de que cada uno es dueño de su vida. Quizás yo prefiera auto inmolarme cuando puedo que morir entre tubos. Ese es mi derecho y como todo se debe planificar con tiempo. Hay mucho imprevistos, se cruza un ictus, un accidente. Debes de tener un testamento vital claro y conciso y que tengas la seguridad de que se va a ejecutar. Todo el proceso del tránsito de este mundo a otra cosa, se debe desdramatizar y pensar que tenemos una vida útil que no podemos rebasar por nuestro bien y el de los demás. Así podremos vivir un final digno y sin complejos. Es un problema que preocupa y mucho en la sociedad. Ya hay kits que podríamos llamar de autodestrucción indolora en el mercado. De momento no es mi prioridad, pero es bueno meditar y tenerlo en cuenta (testamento, últimas voluntades, etc.). Buenas noches amigos.
EliminarQuerido Manolo, no he pretendido usar la expresión 'yayo' en forma despectiva. Es un término de origen infantil que se refiere a los abuelos. Está muy extendido en Catalunya y creo que bastante menos en Madrid, pero de ningún modo es despectivo. En cuanto a que todos podemos hacer cantidad de cosas con nuestro tiempo, una vez alcanzada la gozosa edad en que nos sobra, estoy de acuerdo (si se cuenta con el dienro y la salud suficientes). Con mi comentario sólo pretendía señalar que hay no pocos (tengo entendido que un 17 por mil de la población mayor de 65 años) que valoran más o menos en profundidad la posibilidad de decir 'adiós, muy buenas, y ahí os quedáis'. Un abrazo y espero que no seas de esos 17 de cada mil. Yo, por ahora, no lo soy.
EliminarEste tema es desde luego muy polémico. Yo creo que cada persona es un mundo y que cada uno debe seguir su libre albedrío y sin complicarse excesivamente al respecto. Me da igual que haya una cantidad grande de casos que se autoinmolan; habrá que ver caso a caso. Pienso que suicidarse nunca es una solución y que mientras hay vida hay esperanza, pero no hay que olvidar que esa esperanza pudiera ser muy lejana o cercana a la imposibilidad y que haya personas al borde de la desesperación y no lo soporten. Me molesta que alguien de fuera pueda interferir en mi libre albedrío, eso sí, y creo que eso es el trasfondo del escrito de Nicolás.
EliminarHombre, como somos todos unos yayos ya mayores - igual de mayores - parece que estos temas nos "motivan". Yo soy tan optimista que hasta no descarto la vuelta después de la muerte (hay más ECM´s de lo que pudiéramos pensar), aunque la probabilidad sea muy baja. No tanto, si pensamos que la muerte cerebral no se produce hasta bastante tiempo después de dejar de existir clínicamente; estoy precisamente escribiendo algo sobre eso...
Kut, ¿qué carallu es un ECM?
EliminarECM = Experiencia Cercana a la Muerte
EliminarMe acuerdo del famoso aforismo de Epicuro, por el cual debemos interpretar que no le preocupaba mucho la muerte.
ResponderEliminarSi soy, la muerte no está, y si está, no soy.
Muchas gracias Nicolás por compartir con todos nosotros tu inquietud.