La República
Centroafricana (en adelante RCA, para simplificar) es uno de los muchos países
en los que apenas reparamos cuando nos da por pensar en el mundo actual, ya que
es lejano, ignoto y bastante pobre. Además, y por si fuera poco, aporta a las
ligas europeas un número muy escaso de jugadores de fútbol, lo cual suele ser
lo único que nos mueve a mirar en la Internet qué diablos es y dónde carallu
está alguno de esos exóticos estados africanos donde brotan esos tipos oscurísimos
que juegan tan bien y marcan tantos goles.
La RCA, sin
embargo, se nos ha puesto bastante de moda en estos días, a causa de que su
casi permanente estado de guerra civil ha deparado una reciente fuga de misioneros,
uno de los cuales, nuestro antiguo compañero del Ramiro Jaime Moreno Rexach,
aparece de vez en cuando en TVE y nos explica cómo están allí las cosas. Lo
hace desde su perspectiva, como es lógico y natural: la de un misionero jesuita
que desinteresadamente se marchó allí hace algún tiempo, para predicar la
palabra de su Dios y tratar de echar una mano. Así nos ha descrito, con
detalles muy vívidos, cómo él y sus compañeros fueron sorprendidos por 'los
rebeldes' y convencidos de abandonar el país a la carrera tras serles
arrebatadas sus pertenencias (automóviles, ordenadores, teléfonos y cosas así).
El verle sentado en TVE y relatando todo eso a mí me causó un cierto alivio,
porque si lo que relataba le hubiera ocurrido hace sólo unos pocos años igual se
lo habían comido, como le sucedió a unos cuantos colegas suyos en la guerra de
Katanga contra la ONU, hará poco más o menos medio siglo.
Tras verle y
oírle por TVE se me quedó flotando en la memoria una duda inquietante: a qué se
debería la manifiesta hostilidad que en esos países del África Central,
especialmente la francófona, se siente por los misioneros europeos, los cuales,
como todo el mundo sabe, sólo van por allí con ánimo de hacer el bien. El
mensaje subyacente de tantas y tantas comunicaciones periodísticas anteriores a
la sencilla descripción del Padre Moreno Rexach, achacando a los poco
partidarios de los misioneros un salvajismo atroz fruto de un detestable
paganismo, y cosas así, no acababa de satisfacer mi deplorable curiosidad, así
que me puse a estudiar y documentarme por mi cuenta y bajo mi propio criterio,
un vicio que quienes habéis comprado alguno de mis libros sabéis que padezco a
una escala muy criticable.
Lo primero
con lo que uno se da cuando empieza a investigar es que la RCA es un 120% de
España en cuanto a tamaño, la pueblan menos de cinco millones de personas,
posee un interesante clima tropical (llueve horrores), buena parte del terreno
es selvático aunque hacia el norte se detectan preocupantes síntomas de desertización
y, de postre, la cruzan o la delimitan varios grandes ríos. En resumen, que de
ningún modo es un desierto donde los habitantes están abocados a la miseria y a
morirse de hambre. Ahí, comida tienen de sobra, o al menos la pueden tener sin
más esfuerzo que cultivar la tierra, pues de agua van sobrados. De bichos
también, por cierto. Sería, según parece, un lugar excelente para cazar leones,
rinocerontes y especialmente elefantes, con lo elegante que es esto último, de
no haber un claro riesgo de ser previamente cazado por alguna de sus
inconformistas partidas de rebeldes. Por si todo esto no bastara posee ingentes
reservas de materias primas valiosísimas, como uranio, diamantes, oro y se
sospecha que litio, a lo cual se debe, o eso se cree, una presencia cada vez
mayor de ciudadanos chinos cuyo propósito no es predicar una palabra divina,
precisamente. Por cierto, que a estos chinos, que traen trabajo, dinero e
inversiones, se les suele recibir muy bien, a diferencia de los infortunados
padres blancos.
Espero que
con esto ya nos hayamos ambientado en lo territorial. Sólo falta decir que es
un estado interior, una especie de Austria o de Suiza, con fronteras a Tchad,
los dos Sudanes, los dos Congos y Camerún. En principio son especificaciones de
paraíso terrenal, pero si nos salimos de la geografía y nos zambullimos en la
historia comprenderemos con facilidad las razones de que quienes viven allí no
lo vean así de bien.
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La Rapública Centroafricana (mapa tomado de Wikipedia) |
La RCA se
llama así desde su turbulenta independencia, la registrada en 1960. Como tantos
y tantos países africanos, y en especial los francófonos, el poder no le fue
entregado a los ciudadanos más educados, capaces y competentes, sino a los más
interesados en cambiar lo menos posible las estructuras económicas y sociales, para que todo
siguiera tan igual que antes como fuera posible. Aquí se hizo con 'muerte
accidental' incorporada -poco antes de las primeras elecciones- de un individuo
(un tal Barthélémy Boganda) en apariencia capaz de sacar a sus compatriotas del
atraso secular en que chapoteaban casi todas las colonias de las potencias europeas, comprensiblemente interesadas en seguir manteniendo el
control de sus economías a través de sus empresas, las establecidas en las
colonias desde hacía infinidad de lustros. A eso se debe que tanto en la RCA
como en la mayoría de sus iguales, y pese a su formidable capacidad potencial y
a las fabulosas riquezas naturales que atesora, la corrupción, el desorden y el
cáos florezcan por doquier. En general, y quizá como consecuencia, no son pocas
las que tienden a mirarse en Angola, una verdadera potencia regional que cuando
se independizó de Portugal estaba tan fatal que daba pena verla, pero que tras
una larga y sangrienta guerra civil acabó de sacudirse a los partidarios de
dejarlo todo como estaba, misioneros incluidos, y con gran ayuda 'roja'
(cubanos, chinos y otros paganos de mal vivir) sentar las bases de una potencia
moderna, comenzando por llevar a todas partes una educación no confesional en
la que de ningún modo se predica la sumisión a nada, empezando por la palabra
de ningún Dios, sea del tipo que sea (como bien sabéis, hay muchísimos; de ahí que
no siempre sea fácil elegir el más adecuado a la ocasión).
Es bueno
también recordar, para facilitar la comprensión de la idiosincrasia específica
de los ciudadanos de la RCA, que su territorio fue uno de los mayores caladeros humanos durante los siglos XVI, XVII, XVIII y bien entrado el
XIX. No se pescaban peces, sino esclavos. Negros. Esos que se llevaban como
bestias a las colonias americanas de las muy cristianas potencias europeas.
Aquí deberíamos recordar, en virtud de lo positivo que suele ser llamar a las
cosas por su nombre, que nuestra España Imperial fue la mayor potencia
esclavista de la historia, la que con más empeño y durante más tiempo cazó (no
se puede expresar con mejor palabra) seres humanos de raza negra para darles en
sus colonias unas vidas no muy diferentes a las que los nazis dieron a los
judíos, a los homosexuales y a los gitanos (y a otras comunidades que tampoco
les gustaban mucho), en sus ciertamente eficaces vernichtungslagern y konzentrationslagern
(os suena Auschwitz, ¿verdad?; pues no fue un invento alemán). España no
promulgó el cese de la esclavitud en la última de sus grandes colonias (Cuba) hasta
nada menos que el 7 de octubre de 1886, muchísimo después que el resto de las
potencias europeas y americanas, y no voluntariamente, sino a causa de una
feroz presión internacional, la misma que doce años después dio lugar a que
terminaran de desplumarnos, causando lo que en nuestro
bachillerato del Ramiro se nos dijo que se llamó 'Desastre del 98'. A mi no me
sorprendería que la memoria genética de los habitantes de la RCA (eso a lo que
antes se le llamaba 'instinto') reaccionara con prevención y suspicacia cuando
se viera en presencia de algún padre blanco, no fuera que se tratase de algún
ojeador de negreros como los que rapiñaban sus aldeas no hace mucho más de cinco
generaciones. La clase de prevención y suspicacia que lleva a poner en 'fuego
continuo' el selector de tiro de un AK-47, y es que, nos guste o no, en los países como
la RCA el evangelio que hoy en día tiene más predicamento es el del Padre
Kalashnikov. Podéis preguntaros por qué, si queréis, aunque yo diría que las
claves son obvias.
En
resumiendas: antes de volver por allí a predicar la palabra divina deberían
preguntarse los que planean hacerlo la causa de que se les deteste, deberían también
recordar eso del 'dolor de corazón' y el 'deber de contrición', y deberían
considerar la posibilidad, por último, de dejar a los nativos en paz a fin de
que resuelvan ellos solos sus problemas. Les costará más o menos tiempo y más o
menos sangre, pero acabará por llegar el día en que den con la solución y
salgan adelante. Si lo hacen ellos mismos será 'su solución', y les valdrá; lo
que no les valdrá será una solución impuesta desde fuera. Si no estáis de acuerdo
en esto volved los ojos atrás y pensad en nuestra desdichada Europa, envuelta
durante dos mil años en un conflicto de violencia sistemática cuyo último
retemblor fue la reciente guerra de Kosovo. Un conflicto de dos mil años que
habría quizá durado mucho menos si nadie nos hubiera venido a predicar una
palabra divina. Entre otras cosas, porque ningún Dios habla. Quienes lo hacen
son los sacerdotes, y hoy por hoy, en países como la RCA, sería quizá más
prudente que callaran, porque cuando abren sus bocas más de uno tira del
cerrojo de su AK-47.
Y, ahora, el
que quiera comentar que lo haga. Sin restricciones y sin cortapisas, que cada cual diga lo que le dé la gana, pero firmando. Cuando los 'padres fundadores' nos
dimos este blog, a nosotros mismos, a los miembros de la Promocion 64 del
Ramiro de Maeztu y a cualquier mujer u hombre de bien que se anime a
participar, lo hicimos a partir de un principio general de madurez, de
seriedad, de asumir las responsabilidad de las propias palabras y de respetar
con la debida cortesía las palabras de los demás. Argumentos, todos. Insultos,
ninguno. Este es un blog donde escriben damas y caballeros, no miserables.