por Manolo Rincón
Este año los Premios Ramiro de Maeztu a alumnos ilustres, se han entregado a mediados de diciembre, ya en pleno ambiente navideño
Como cada año acudí a soportar el montaje técnico del acto. Al finalizar el mismo me quedé solo recogiendo el material utilizado. Al salir de la Sala de Música el Instituto ya estaba sin alumnos, en total silencio.
Sentí un impulso que me invitaba a recorrer aquel espacio tan querido, sin encontrarme con ningún tipo de trabas. Me sorprendí nuevamente de la excelente conservación de las escaleras de mármol después del paso de tantas generaciones de alumnos por ellas.
Recorrí nuestras antiguas aulas, que no estaban muy cambiadas con respecto a la época en que era alumno. Por mi mente pasaron aquellos magníficos maestros que además de sus asignaturas me enseñaron unas formas de actuar en la vida con honradez y eficacia. A todos ellos les estaba muy agradecido.
Sumido en tales pensamientos terminé mi paseo en el vestíbulo de nuestro querido teatro. La puerta estaba abierta. Encendí las luces para contemplar el recinto. Las butacas ya no eran las originales, pero conservaban el sabor de antaño. Los lienzos y pinturas estaban razonablemente bien conservados lo cual me produjo una grata impresión. Me asaltaban escenas del pasado, cuando vi por primera vez el teatro o cuando me dieron el premio al ahorro al llegar a preu.
Salí al hall y pude ver que la estatuas de Fructuoso Orduna se encontraban en él ya restauradas, lo que me llenaba de alegría pues las había dado por perdidas. Vi la escalera que subía al entresuelo y me aventuré a subir por ella.
En el rellano vi una puerta cerrada que suponía daba a la cabina de proyección. Utilizando una navaja pude forzar la cerradura y entrar en el pequeño recinto, que para mi sorpresa tenía aún en su posición original los dos antiguos proyectores de la marca Supensound, que en su día proyectaron las películas que los sábados por la tarde hacían nuestro deleite.
Empecé a explorar tan inesperado hallazgo, cuando oí un portazo y pude comprobar que una corriente de aire había cerrado la puerta. Como la entrada era difícil había dejado fuera mi abrigo con el teléfono al igual que la navaja. Pese a mis esfuerzos no conseguía abrir la puerta. Eran las 6 de la tarde y nadie iba a oírme hasta el día siguiente, por lo que después de ver la ineficacia de los gritos de auxilio me hice a la idea de que hasta el día siguiente no me iban a poder sacar de mi encierr
Una vez examinado todo el material del recinto, me acomodé lo mejor posible dispuesto a pasar lo mejor posible el tiempo hasta que alguien entrase en la sala y oyese mis gritos. No estaba asustado, solo preocupado por el contratiempo.
A falta de algo mejor que hacer fui rememorando algunas de las películas que allí vi. Recordaba la película Lilí que me gustó, el experimento del Dr, Quatermass que me produjo miedos nocturnos y una que no entendí muy bien, el prisionero de Zenda.
Estos pensamientos me hicieron caer en un sopor y quedé dormido
Me despertó un sonido musical y al abrir los ojos vi la sala de proyección totalmente nueva con los equipos listos para proyectar. Me levanté y la puerta estaba abierta. Bajé las escaleras y pude ver como entraban filas de niños que iban llenando las butacas. Me crucé con Muro que llevaba las cajas metálicas que contenían alguna película. Yo le pregunté: “Muro que película hay hoy”. El Prisionero de Zenda, me contestó.
Muy contento ocupé una butaca, pensando solo en ver la película, no pasaba por mi mente ningún otro pensamiento
Me senté en las últimas filas, donde para mi sorpresa se sentaron unas jovencitas. Mientras empezaba la proyección pude hablar con ellas. Resultaron ser hijas de del Sr. Ortiz (hermano de D. Luís), otra era hija de Muro y una tercera hija de D. Antonio. Me contaron que vivían en el internado, de lo cual no tenía ni idea. Al preguntarme que hacía yo allí les dije que era un nuevo educador y ya no preguntaron más.
Vi la película que por fin entendí, acompañado por las niñas, que resultaron muy simpáticas.
Al terminar la proyección me despedí de ellas, deseándolas felices pascuas y reiterándoles mi agradecimiento por su compañía.
Nuevamente una sensación de soñolencia me invadió y debí de quedarme dormido
Al despertar estaba de nuevo encerrado en la cabina, pero vi luces por la mirilla de proyección, por lo que empecé a gritar, hasta que Cosmin me oyó y acudió en mi auxilio. Consiguió abrir la puerta y me dijo que qué demonios hacía allí.
Le dije había subido hacía un rato a curiosear y que la puerta se cerró. Me dijo que debía de tener cuidado y nunca ir solo.
Ya fuera comencé a reflexionar sobre lo ocurrido, llegando a la conclusión que lo más probable es que me hubiese dormido y todo fuese un sueño. Pero recordaba ahora perfectamente la película y a las niñas. Todo fue tan real.
La duda siempre me quedará, pero yo lo tomé como un regalo de Navidad.
FELICES
FIESTAS A TODOS OS DESEO CON VUESTRAS FAMILIAS Y UN MAGNÍFICO AÑO 2025.
Acabo de leer este comentario tuyo y me ha parecido ìntimo y precioso ,enhorabuena y feliz 2025 . Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMuchísimas felicidades y feliz año 2025. Cuanto tiempo y cuantos recuerdos.
ResponderEliminarGracias, Manolo. Estamos en situación de acumular resuerdos como sueños reales. Feliz año a todos
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