30 enero 2021

CARTA A ALVARO BLANCO

N. de la R.: Álvaro Blanco es el autor de un anterior artículo titulado DEL RAMIRO, DE LA NEVERA, DE ESTUDIANTES


…POR VICENTE PAVÍA UTRILLA

 Uno, ya hace unos meses, dejo la Prepa del Ramiro y unos cuantos menos terminó el preuniversitario; después de aprobar el examen de ingreso en bachillerato, la reválida de cuarto, la de sexto y hacer la prueba de ingreso en la universidad...agradezco haberme librado de eso tan terrible que llaman selectividad. Debe ser que soy mayor. Después de leer libros gordos, de los que no tienen estampas, que todo son letras y hablar con gente que sabe más que yo, de esos que llaman politólogos y a veces salen en la tele llevando la contraria a alguien, he llegado a la siguiente conclusión: la única forma de cumplir años es llegar a viejo. Una vez justificado el por qué de mis canas, creo tener permiso para comentar un escrito que se publicó el día 22 de Enero firmado por Alvaro Blanco.   

Me gustó y define la filosofía, lo de formar personas, por medio del baloncesto. Naturalmente, Estudiantes, en las categorías inferiores, siempre lo cuidó.  Recuerdo, cuando me encargué del mini-basket (tuve el privilegio de ser el primer entrenador de Paco Garrido) que se pedía el diario de notas antes de los partidos y los que las tenían negativas, no jugaban o jugaban lo imprescindible. Siendo niño, el baloncesto es un deporte, no es una competición y nunca un posible medio de vida. Miguel Angel, jugador del equipo de mini-basket que yo entrenaba, el primer equipo, jugamos la liga de Madrid e incluso llegamos a viajar por España...fue, con la selección española a Sudamérica y llegó a formar parte de la mundial que se enfrentó al equipo de EEUU como final de aquel campeonato. Miguel Angel creció, se hizo adulto, no pasó de juveniles y hoy es un profesional desvinculado por completo del baloncesto.




Hablas de la heterogeneidad del Ramiro; en nuestra época, en clase estábamos todos, desde príncipes europeos, hijos de ministros, del Jalifa de Marruecos y de las familias más importantes y otros compañeros, sus padres ejercían oficios manuales. Ahora que hablo de oficios, mi Ramiro, nuestro Ramiro, el de los que llegamos al mundo lustros antes que tú (no tenemos mayor mérito por ello) a partir de los catorce años y fuera del horario lectivo, conocimos de forma práctica varios oficios, en lo que llamábamos Talleres: Encuadernación, Carpintería, Fotografía, Metalotecnia, Automovilismo y alguno más que seguro se me olvida. Allí pasábamos horas, por la tarde, para aprender y valorar lo que es un trabajo manual.

Un alumno, interno por más señas, llevaba en el jersey una insignia (hoy se le llama Pin, con ese afán que tenemos de hablar en raro para parecer más cosmopolitas) con el emblema de Falange, desde la Jefatura de Estudios se le llamo la atención, solo se permitían insignias deportivas y comerciales.

Creo recordar que, de niño, en el Ramiro, te han pegado; incluso un profesor a la regla le llamaba "la catalítica". Ventajas de haber nacido antes: eso me lo he perdido.  Pertenezco a esa generación que disfrutó en los primeros años de un verdadero parque de atracciones: columpios en forma de barca de cuatro plazas, toboganes, incluso un tío vivo que daba vueltas, junto al campo de tenis. Los que pertenecíamos al grupo A teníamos clases con jardín, que utilizábamos en primavera y otoño. Hacíamos manualidades con plastilina, que se puso de moda años después.  Se nos tenía un respeto absoluto, jamás recibimos castigo físico. Yo era bastante movido y pasaba gran parte de los recreos de cara a la pared. Nunca recibí una colleja, un capón o una agresión en " toda regla"... ni con la regla. 

Tuvimos maestros, nunca profesores, porque maestro es el que crea escuela, y hoy, unos meses después de dejar el Ramiro (unos 630) todavía tengo presente lo que mis maestros me transmitieron.  Los jugadores del Estudiantes Liga ( así eran llamados por nosotros los que jugaban en el equipo de primera división) a los que admirábamos, seguían teniendo el espíritu del Ramiro...Recuerdo antes de un partido con el Real Madrid; puede que fuese en el que ganamos por dos puntos y dimos la liga al Juventud (presumiendo de memoria creo que el tanteo fue 77-75) jugadores titulares del Estudiantes jugaron un tres para tres con voluntarios, hasta que llegó D. Manuel Cavido Salgado (Manolo), nuestro Delegado de campo. Los puso firmes, acabándose el partido.  Jugadores de primera división, algunos internacionales, antes del derby del que saldría el campeón de liga, todos exalumnos del Ramiro jugaban, como bien has dicho, un baloncesto de patio de colegio. Manolo con su saber hacer, puso fin al disparate. Ese, y no otro, Alvaro es el Estudiantes que llevaba el alma del Ramiro.

Leo con sorpresa que vosotros, Alvaro, cuando ibais a jugar se os recibía y consideraba algo así como la banda del" vaquilla". A nosotros se nos recibía con el respeto y el cariño de pertenecer a la catedral del baloncesto madrileño. No podemos olvidar que en la selección española de aquellos tiempos el cinco inicial estaba formado por jugadores y ex- jugadores del Estudiantes. Tengo fotos, las puedo mostrar, de equipos de Mini-Basket perfectamente uniformados, utilizábamos el esparadrapo, únicamente, para fijar apósitos que protegieran heridas. En el Estudiantes liga, cada uno se lavaba la ropa, hasta que se llegó a un acuerdo con Petra Guzmán, Jefa del equipo de limpieza y gerente de la cafetería de profesores, que se encargaba de lavarla. Petra, Alvaro, será parte del espíritu del Ramiro.  En un equipo de primera división, formado por alumnos y universitarios, siendo campeón de España, practicando el deporte amateur siguiendo la filosofía del Barón Pierre de Coubertin; Petra hacia los bocadillos de tortilla, cuando se jugaba fuera de Madrid. A veces, por hacer el salvaje, en el recreo del comedor y subirme a los árboles que rodean la cruz de los caídos, me hacía un siete en los pantalones, Petra los cosía para evitar males mayores en casa. Sin ser catedrática formaba parte del espíritu del Ramiro, como lo formaba D. Benigno Muro Martínez, el conserje, siempre con su manojo de llaves muy superior al de San Pedro.  El Sr. Muro, con una caligrafía prodigiosa, mojando la pluma (de plumín, sin depósito) en el tintero, rubricaba sus escritos con una firma que hubiera dado envidia a la de muchos ministros. Nos contaba y admirábamos por ello, su etapa de guardia, vestido de gala con mostachos y un sable enorme.  Un hijo médico en Libia, al que enviaba puntualmente la publicidad que recibía de los laboratorios; su otra hija Rosa fue profesora del Instituto. Respetado y considerado una institución en Madrid; un programa de radio, al que me invitaron, salió el Instituto y tuve el placer de escuchar que el Sr, Muro del Ramiro y Cesar de Radio Nacional fueron grandes y reconocidos en todo Madrid. Tenía a su mando a ordenanzas como Hurtado, Chupito, para nosotros, siempre abrazado a un radiador...Hilario ex legionario, Abellán o  Remartínez,  nunca supimos si se llamaba así o dos veces Martínez.  Conocer a estas personas, Alvaro, te lo has perdido. Como te has perdido al Sr. Alcántara, jefe de secretaria, siempre elegante, con cigarrillo de fabricación propia unido a su boquilla...y a Antúnez con su piedra volcánica sobre el escritorio, a Angelita y a Emilita con su escote generoso...y a Pedro, el de la cantina, cuando la tenía saliendo al patio de columnas, donde aparcaban Abreu, su mobylette y Ramos su Ducati.

Pedro, con su ayudante Ramiro preparaba unos bocadillos de mejillones, siempre con el mismo número, y bocadillos de jamón serrano cortado con microtomo. En los años 60 cambiaron la cantina de sitio y nos siguió llenando las cantimploras de gaseosa cuando íbamos de excursión; no te creas que lo regalaba, nos cobraba más de medio céntimo de euro. 

No sabía que se cortaba el tráfico en Serrano, para celebrar el fin de curso. Nosotros nunca llegamos a tener la cultura, la formación y el saber hacer suficiente. Como parte de nuestra formación vial (ahora tan de moda) los mayores de más de catorce años, con una señal manual y la protección rígida del antebrazo reglamentaria de la policía municipal de la época, dirigían el tráfico en el centro de la calzada,  permitiendo a los que salíamos de clase cruzar la calle con seguridad,  bajo la atenta mirada de un agente que desde la acera supervisaba. Recuerdo en periódicos de la época la foto de Reixach, con pantalón corto, dirigiendo la circulación. 

El más fiel seguidor, Garibaldi, que no se perdía un partido desde su ventana privilegiada del aula de Ciencias Naturales, supongo que lo habréis conocido. Fue colocado por jugadores del Estudiantes para que diera ánimo en los partidos cuando se jugaban en el primer campo, frente al patio de columnas. Incluso los gritos de ánimo, antes de que aparecieran QTR y sus dos facciones LC y LB, empezaban: dicen que se ha muerto Garibaldi...era, ni más ni menos, que el esqueleto con el que aprendimos los huesos del cuerpo humano y que vivía en el aula de Ciencias Naturales.  De colocar a Garibaldi, sentado cómodamente frente a la ventana, a vaciar un aula de mesas y sillas hay una ligera diferencia. Como diría el actor Manuel Manquiña en la película Airbag: el concepto es el concepto.

Créeme, Alvaro, siento alegría por el Ramiro que viví, siento tristeza por el Ramiro que no has conocido. Mi Ramiro, nuestro Ramiro se empequeñeció cuando nos dejó D. Antonio Magariños, cuando nos dejaron D. Jaime Oliver, D. Medardo Fraile, D. Luis Ortiz, D. Manuel Mindán, D. Jose Navarro y la Srta. Lucila, profesora de Geografía e Historia, la única mujer que formó parte del primer Claustro del Ramiro como continuidad del Instituto Escuela.  La Srta. Lucila fue catedrático en 1933 con 22 años y en 1939 la Victoria no reconoció su cátedra y ejerció de profesora numeraria.  Se disminuyó el Ramiro, cuando nos dejaron el Sr. Alcántara, el Sr. Muro, Petra y todos aquellos que supieron dar a su trabajo y a la formación de generaciones la dedicación e importancia que se merecen.

Créeme, Alvaro, has vivido entre los ladrillos del Ramiro, entre sus aulas y sus campos de baloncesto, entre sus jardines y la Nevera, pero creo te has perdido parte del espíritu del Ramiro. Un fuerte abrazo ramireño (como diría el Dr. Fernández Alonso, el Rata, que también nos dejó).

27 comentarios:

  1. La redacción ha aportado la foto del autor como entrenador de minibasket y hace notar que uno de los jugadores es el exalumno Monzón, el Gran Wyoming

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    1. La foto publicada, corresponde a un equipo de mini de la clase (cada clase tenia el suyo y había una liga interna) de ahi la uniformidad espartana. El jugador que esta a mi izquierda es Paco Garrido. La foto esta hecha en uno de los campos frente al internado.Lo que llamabamos seleccion de mini, que jugaba el campeonato de Madrid la entrené años despues y lo haciamos en el Magariños; con una uniformidad como la de los equipos superiores.

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  2. Vicente: Soy de la Promoción 52-64, compañero de clase de Vicente Ramos y fui alumno de tu madre -que, además, fue compañera de carrera de la mía- en 4º de Bachiller. El Ramiro (chicos) y el Lope de Vega (chicas) eran entonces considerados los institutos modelo del país. En las aulas, por lógica, nos enseñaban asignaturas, pero, todos los profesores, además, nos iban enseñando, poco a poco a ser hombres de bien. Además eran buenas personas capaces de enmendar sus errores si era razonable -como en un asunto con mi hermano, por la queja de mi padre- o, incluso de aconsejar a los padres si lo veían necesario, tanto los de la Prepa como los de Bachiller. Mi verdad sobre el Ramiro es que, pasados muchos años, sigo teniéndole un cariño muy, muy especial.

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  4. Soy Miguel Angel Andújar Meroño, yo jugué en el juvenil del estudiantes que quedó campeón de España frente al Real Madrid. junto con Magariños, Frade,Aito G. Reneses, Rosas, Segura, Vicente Ramos, etc. Me gustaria tener alguna foto y nombres de los que estaban en ese curso.

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  5. Nuestras promociones intentaron sortear la dictadura franquista, 1958-1961 izada de bandera, gimnasia sueca, cánticos patrióticos y desfile (manual de la enseñanza nacional-socialista) desde el campo de fútbol a la Entrada Principal. Llegaron las consecuencias del Plan de Estabilización con el abandono de la autarquía y el Instituto fue evolucionando a lo que ahora es, ni mejor ni peor. Bueno, La Sra. Álvarez Lobel un peldaño más alto, al instaurar el Bachillerato Internacional.

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  6. Estoy totalmente de acuerdo con mi tocayo Pavia.
    Con la alegria de haber vivido un "RAMIRO" como se refleja en lis escritos y el sentimiento del que no lo ha vivido asi.
    Quiero aprovechar para saludar a Andujar Meroño y recordarle que su hermano Jose Antonio fue delegado de un juvenil A,con Jaime Bolea al frente y subcampeones de España en Valencia en 1961

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  7. Mi recuerdo del matrimonio Utrilla-Pavía. En 4º curso en el año 60-61 empezó el curso la Srta. Utrilla. Era Historia Universal y de España y comenzaba por los hombres primitivos. Cuando íbamos por la reconquista (reinos orientales y occidentales), enfermó y fue sustituida por el Sr. Pavía que nos explicó la asignatura hasta fin de curso y nos hizo el repaso para la reválida de 4º en el més de junio. Mi recuerdo es que dominaban el tema. Era un poco árido, pues requería mucha memoria y trataban de que participásemos, con preguntas para verificar que no nos perdíamos. No sabíamos que la Srta. Utrilla estuvo en el Instituto Escuela y menos que fue catedrática. Mi madre conocía a una hermana de Dª Lucila que creo también era maestra y con ella vio al matrimonio de visita un día. D. Vicente dijo que me trataría como a un hijo. Estos son los recuerdos que puedo aportar. Vicente gracias por tu carta tan agradable.

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    1. Buenas noches,Manolo: efectivamente la hermana mayor de la Srta. Lucila ,Amparo era maestea de primera enseñanza. La Srta. Lucila ejercio su catedra en Alzar de San Juan. Un fuerte abrazo

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  8. No puedo estar más de acuerdo con mi amigo Vicente Pavía. Todo lo que dice es exacto.
    Me cansan mucho todos esos que hablan de un supuesto Ramiro que, en mi modesta opinión, nunca existió. Al menos, durante los muchos años que yo estuve allí. Hace poco, por ejemplo, leí un comentario por ahí en el que se decía que nosotros teníamos piscina porque éramos 'niños de Serrano'...
    Gracias por tu artículo, Vicente.

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  9. Yo pasé seis años de mi vida en el Ramiro (del 55 al 61). Ni de lejos me acerco a los 13 de los más ilustres de mis compañeros, pero aún así los míos pienso que son una muestra razonable de lo que daba de sí el Ramiro. Simplificando (a los de letras que además éramos pobres no nos quedaba otra que simplificar), los alumnos del Ramiro se dividían en dos categorías: los que jugaban bien al baloncesto, con pretensiones de ingresar en alguna de las diversas categorías del Estudiantes, y los que no. Éstos, los que no, éramos más. Muchos más. El baloncesto no sé si nos odiaba o nos despreciaba, pero bien fuera por ser bajitos, por ser pobres, por ser raros, por saltar poco, por no correr mucho o por no llevarnos bien con los que cortaban el bacalao, el caso era que nos veíamos expulsados a las tinieblas y al crujir de dientes. Un crujir de dientes que no era ostentoso, ni apabullante. Simplemente, no estábamos en la onda. No ser, no existir, tenía sus ventajas, después de todo. Por ejemplo, estábamos casi a salvo de los atroces directores espirituales (padecíamos dos, por si sólo uno fuera poco), a quienes los semidioses (algunos hasta daban mates, a pesar de ser carpetovetónicos y por tanto no muy altos) les resultaban mucho más atractivos. También podíamos dedicar más tiempo a otras actividades interesantes, al estar exentos de entrenar, competir y todo eso. Una no muy popular era estudiar, ya que algunos éramos conscientes de que, al no formar parte de los semidioses, nadie nos daría un empujoncito a final de curso, uno del tipo que transforma un tres o un cuatro en un cinco o un seis. Los que no éramos semidioses íbamos de culo, como era lógico y natural, así que no nos quedaba otra que meterle codos al asunto, y si padecíamos un exceso de criterio, ése que en el Ramiro casi todo el profesorado se preocupaba de que no desarrolláramos, hasta nos cabreábamos por los más o menos descarados favoritismos que percibíamos cuando llegaban los exámenes (todavía hoy me hago cruces, y pienso que los desgraciados afligidos con una buena memoria también se las harán), y veíamos algún zote descarado, que no sólo no daba palo al agua sino que presumía de no darlo, pasaba de curso ante la regular estupefacción de los que habríamos hecho mejor resignándonos a formar parte del temeroso rebaño que jamás hace preguntas incómodas.

    Es hermoso ver que quienes difrutaron el bachillerato de los hälbgötten lo siguen recordando y evocando, encantados de haberlo vivido y de haberse conocido los unos a los otros. Algunos de los demás, los que no existíamos, también lo recordamos.

    De hecho, es imposible que se nos olvide.

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    1. El comentario de Alfonso me ha hecho reflexionar. Cada uno tiene sus recuerdos y sus vivencias en función del devenir que tuvo en el Instituto. En el blog he dejado un escrito -“Retorno al Ramiro”-, en el que dejé colgadas todas las mías, no solamente las ramirenses, sino de lo que percibían mis infantiles o juveniles ojos en derredor.
      Sin ser ilustre, yo sí que soy de los que se han mamado los trece años reglamentarios desde Párvulos hasta el Preu y siempre en el “A”, con lo que mis compañeros han sido más o menos los mismos. Ya me di cuenta que existía una élite (sin saber qué era eso) relacionada con el baloncesto, pero me traía sin cuidado; mi físico era más bien robusto, ni alto ni bajo, y tanto mi oído musical como mi puntería a la maldita cesta eran desastrosos. En consecuencia, mi interés por el baloncesto era cercano a nulo, pero no por eso me sentía menos del Ramiro. En deportes era cualquier cosa menos fino, se me daba mejor hacer el bestia, sea en fútbol de defensa escoba o en el gimnasio tirando plintos. Dejando esto a un lado, para mí lo más importante era estudiar, pues volver a casa con un suspenso era algo impensable. Recuerdo que el sr. Galán me puso en una ocasión un “3” en el diario de clase y pasé auténticas pesadillas antes de presentarlo a la firma de mi padre. Las cosas eran así, de manera que me planteé como objetivo mantenerme entre notable y sobresaliente, cosa que logré optimizando métodos de estudio (me inventé unas fichas, que aún conservo). Al ser de Ciencias, no me fue excesivamente difícil; yo ya había decidido que sería ingeniero aeronáutico desde los 8 o 9 años y mi objetivo estaba de lo más claro. Esto no quiere decir que fuera un niño poco social o empollón, al revés, pasé bastantes años con nuestro compañero Gonzalo Sevilla, haciendo todo género de travesuras, eso sí, teniendo exquisito cuidado de no ser pillado con aquello de los sobres y carta donantoñiles. En resumen, nada destacable, excepto mis dibujitos en la pizarra o los que pegaba en la pared del fondo, todos de avioncitos, naturalmente.
      Pienso que una inmensa mayoría “destacábamos por no destacar” y eso no nos hacía sentir menos del Ramiro. Había unos pocos muy buenos y otros muy malos (todos recordamos quiénes eran), pero la gran mayoría pertenecíamos a la nube difusa de poca popularidad, que nos proporcionaba la posibilidad de ejercer nuestros intereses en otros muchos aspectos; por ejemplo, la lectura, que es de lo que más me motivaba. Me hice socio de una biblioteca y “absorbía” de todo. Es una pena que ese afán se haya descafeinado hoy en día, pues estaremos todos de acuerdo de lo útil que resulta. La verdad es que no tengo recuerdos malos de mis trece años ramirenses (también es cierto que no sufrí a los “atroces” directores espirituales, como dice Alfonso), y no olvidaré nunca mis experiencias con el sr. Oliver, la srta. Prida, la señorita Gálvez, por supuesto, doña Helia Escuder, incluso al padre Mindán, siendo de diferente confesión, etc. ¡Y eso pese a ir a lo mío y no ser aficionado al baloncesto!

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    2. Recuerdo que en el ángulo superior de las barandillas del campo de baloncesto jugábamos al pelote, juego que consistía en irnos apilando sobre las barandillas unos encima de otros. Kurt se lanzó en plancha y casi me rompió alguna costilla. Llorando de dolor le dije "Vete a hacer el bestia a tu país". Luego me arrepentí claro.

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    3. Soy Vicente Ramos

      RUSIA nº 1 con su caballo 21...
      RUSIA nº 2 con su caballo 22...
      Hasta que llegaba Kurt y nos derrumbaba a todos con su voluminosa estructura, copio literalmente del artículo -En deportes era cualquier cosa menos fino, se me daba mejor hacer el bestia-
      Qué preciosos recuerdos!!!

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    4. No sabía que al juego de 'Rusia' se le llamara 'Pelote'. Ahora, recuerdo muy bien en qué consistía, y me parece que incluso mejor que Vicente, que a menudo era el que lo dirígía. Consistía en que uno de nosotros, de veras fornido -recuerdo a Vicente en ese papel- se sujetaba con fuerza de una de las tales barras. A él se cogían, a la manera de orugas procesionarias, seis o siete de los considerados como más animales, ya que su función en el juego requería de una demostrada fuerza física. Una vez establecida la fila, el primero de ella gritaba (textual) '¡Rusia número 1 a su caballo el 21!', y ahí otro animal cogía carrerilla, daba un gran salto y caía sobre los lomos de los desgrtacidos que se se hubiesen agarrado a Vicente o al que en aquel recreo dirigiera ese juego delicado y angelical. Así, tres o cuatro más, al mismo grito salvo cambiando los unos por doses o treses (a cuatros no se llegaba nunca). Kurt, al que también recuerdo en eso, saltaba con la gracia de movimientos y la grácil armonía de un panzerkampfwagen furioso, de modo que al aterrizar desbandaba la procesionaria y todos quedaban por los suelos, más o menos muertos de risa -salvo aquel al que Kurt le hubiera caído encima-. Tras eso, y si quedaba tiempo, se repetía la escena, si bien que intercambiando papeles. Al ocupar Kurt el lado receptor sí era probable llegar hasta el final, el cual venía determinado por no haber más jinetes a la espera. Entonces, el cabeza de la procesionaria gritaba '¡Marea, marea!', y las orugas asidas a sus caderas comenzaban a menearse, hasta que conseguían descabalgar a sus jinetes, a menudo en gran confusión y entre grandes risas. Yo, por desgracia, jamás pude atreverme a participar, y no sólo por ser de constitución nada robusta, sino por saber que sólo tenía la ropa que llevaba puesta. Si me presentaba en casa con el pantalón desgarrado lo peor no sería que me cayera una mano de hostias o un castigo sin paga (una peseta de 1960 o 61 a la semana), sino que a mi madre le daría una llorera de las muy trágicas, y eso, por entonces, no lo podía soportar. Espero os hagáis cargo que al no haber podido estrenar unos pantolones hasta los catorce bien cumplidos (toda mi ropa era heredada, de hermano y de primos), no tenía más remedio que ser muy cuidadoso con ella.

      Recuerdo de aquellos mismos tiempos, puede que tras una sesión de Rusia, que uno de nuestros semidioses no subiría a clase al terminar el recreo, por haber venido su madre a recogerlo. Venía la tal madre en un Mercedes 190 SL descapotable, de dos puertas, color aluminio y tapicería de cuero rojo. El coche más bonito que hubiera yo visto en mi vida (ya por entonces era un enamorado de los coches, y lo sigo siendo). El mismo compañero, de ascendencia venezolana por más señas, que jamás tuvo que chapar para sacar el curso. No sé si cuando dejó el Ramiro ya sabía leer y escribir, aunque sí sabía que jamás le haría falta saberlo. Con lo bien que jugaba al baloncesto, y la pasta que tenía su familia, maldita la falta que le haría. Ya véis, eso de que en el Ramiro todos éramos iguales, los hijos de las marquesas y los hijos de las porteras... pues leches.

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  10. Estoy de acuerdo con Paco. Yo jamás noté en los 11 años que pasé en el Ramiro ningún tipo de discriminación por motivos económicos. Tenía claro que había alumnos con más posibles que yo, pero ni ellos alardeaban ni yo los envidiaba demasiado. El Sr. Navarro director del P.I.O. me ayudaba a solicitar las becas para mí y mi hermano, de una manera muy discreta. Cuando llegó el viaje de Preu yo quería ir, pero era mal momento en mi casa. El Sr. navarro me llamó en un aparte y me dijo: Rincón pregunta a tu padre cuanto puede dar para tu viaje. Si no puede nada no te preocupes. Tú vas a ir. Y así fue, gesto que recordaré toda la vida. Al igual qu en el viaje, yo tenía muy pocas liras. Solían comprar los compañeros los helados cono d'or que no existían en España y valían 100 liras. Fui invitado muchas veces, lo que agradecía mucho. Ese Ramiro existió, y no era el de los pijos, como personas mal informadas o malintencionadas dicen ahora.

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    1. Te imaginas a D.Jose Navarro regalando aprobados en funcion de la habilidad para encestar?

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    2. Manolo es ingeniero, de modo que sin evidencias físicas contrastables dudo que se imagine una cosa como esa. Yo, como soy de letras, sí que me la imagino. Además, tampoco me haría falta una gran imaginación, que no sé si me queda mucha. Lo que sí me queda es el recuerdo de que las notas de fin de curso se formalizaban en algo que me parece se llamaba claustro de profesores o junta de profesores, a la que se solía añadir el Director Espiritual encargado de la clase y el Jefe de Estudios, que a la sazón no sólo era eso, sino el hombre mejor informado de cómo iban las cosas en el baloncesto del instituto. Ahí, según alguna vez nos explicaron (a mí, más de una), los diversos profesores, de las diversas asignaturas, contaban a los demás qué pensaban de cada uno de los alumnos y qué calificaciones proponía se les concedieran. En ese claustro o junta se hacían muchas más cosas. Una era asignar las matrículas de honor, poniendo siempre cuidado en que un mismo alumno no acumulara demasiadas. También, que uno que tuviera una o dos no cateara en alguna 'maría' (así aprobé yo, y más de una vez, la Educación Física y la Formación del Espíritu Nacional, para las cuales estaba metafísicamente negado). No me cuesta imaginar una situación donde el Sr Navarro, y catorce Sres Navarro Más, se resistieran en exceso a la suave insinuación de ser un poquito generosos, o ensanchar un tanto la manga, en el caso de algún alumno específico y muy distinguido, que jugaba de maravilla al baloncesto y/o que su papá era un verdadero prohombre de la industria, el comercio o la política, y/o era tan devoto de Camino que bien podía pasársele algún ligero despiste con los logaritmos neperianos (por ejemplo), ya que, como todo el mundo sabe, son perfectamente inútiles a la hora de descubrir el verdadero camino de la santidad.

      A los interesados en saber cómo era ese Ramiro que evidentemente no recuerdan les recomiendo la lectura detallada de 'La Prodigiosa Aventura del Opus Dei - Génesis y desarrollo de la Santa Mafia'. Es una obra de un antiguo alumno llamado Jesús Ynfante. Era (o es; no sé si aún vive) de Jerez de la Frontera, y allá por 1960 publicó ese libro en Ruedo Ibérico, el cual encabezó durante mucho tiempo el ranking de los más prohidos, perseguidos y que más hostias costaba al desventurado que intentaba pasarlo por la frontera y le pillaban. No ha perdido ningún significado, ha sido reimpreso cantidad de veces y sigue siendo una lectura por demás molesta para, entre otros, los que pretenden canonizar a determinados y muy píos catedráticos. Es dificilísimo de encontrar, y de ahí que conserve el mío como si fuera una de las primeras biblias de Gutenberg. Aún así merece la pensa buscarlo. Las tres o cuatro páginas que dedica al Ramiro harían que a más de uno se le cayera la venda de los ojos, si bien a nuestras edades las vendas se mantienen en su sitio por estar remachadas a las sienes, de forma que no se cáen se haga lo que se haga y se lea lo que se lea. Petrificación de la memoria, creo que se llama eso. Da lugar a que sólo se recuerde lo que se desea recordar.

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    3. Pues sinceramente si me pusieses un ejemplo diferente Vicente podría quizás imaginarlo. En el caso que señalas, creo que esa posibilidad jamás pudo existir.

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    4. Aparte de en Dibujo, no he tenido otra matrícula que en Ciencias, precisamente con D. Tomás Alvira. Yo lo achaco a mi trabajo para la UNESCO, junto con Recio y López Alonso, o quién sabe si es que mi exótico nombre sonaba a "científico". Nunca he sabido por qué le caí tan bien a D. Tomás, que encima intentó convencerme que me dedicase a científico o médico, pero mi decisión de ingeniero aeronáutico ya estaba demasiado arraigada y no le escuché. Y, evidentemente, con el Opus no he tenido contactos.
      Por estas razones, no me entra por mis tragaderas que de forma continuada y reiterativa hubiese en el Claustro una confabulación "opusiana", al menos a las primeras de cambio.

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    5. Hasta donde yo sé, o me imagino, las prioridades de los claustros empezaban por salvar el culo de los que, por la razón que fuera, se pretendía que no repitieran curso. Espero que tras una nueva pensada recuperes en tu memoria el caso de un compañero tres años mayor que nosotros, de nombre Luis Miguel, que ilustraba nuestras meninges (y también nuestras gónadas) exhibiendo de tapadillo alguna revista del tipo que jamas publicaría Rialp, que fumaba Chester cuando los más avanzados de nosotros creían que los Celtas eran unos simples desgraciados que se llevaban mal con los Iberos, y que cuando llegó a nosotros ya era trirrepetidor de pleno derecho. Eso sí, jugaba muy bien al baloncesto. Algo así pasó también con alguno que todavía nos era más próximo, uno al que daba gloria ver saltar bajo los aros con las piernas bien abiertas (más de una patada en sus partes se llevaron los insensatos que lo defendían, aunque sin efectos posteriores, pues por algo era un intocable), y que coleccionaba los sobres y las cartas como algún otro coleccionaba sellos de correos. Era un chico rubio, muy guapo (a los 14 hacía ya estragos donde mientras fui peatón jamás hice uno), y al que quizá le cuadre mejor que a nadie el por entonces novedoso término 'malote'. Al igual que al otro tampoco se le vio repetir jamás. Cosas del claustro, ya lo ves.

      En materia de matrículas una de las cosas que hacían era negar el pan y la sal a las profesoras del género poquita cosa que compartían asignatura con los mucho más poderosos catedráticos de lenguas modernas. Así, espero que te acuerdes, ni en 2º ni en 3º hubo matrículas para los que tiramos por el inglés. Siempre habían de ser, por una cuestión de cataplines jerárquicos, para uno de francés. Gran perspicacia la suya, vive Dios, o viva el Diablo, o viva quién c..o sea. El Ramiro sería ejemplo de muchas virtudes ensalzables, pero de ver por donde marchaba el mundo, de fijo que no.

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    6. No creo que fueran así los Claustros de calificación. Hasta donde se y me explicaron algunos de los asistentes en aquella época se trataba de homogeneizar notas. Me explico. Si el nivel del A era más alto y el del E más bajo se compensaba subiendo las notas en el E, en la asignatura que fuera (solía ser en Matemáticas, Latín y Lengua). En las Reválidas no se conocía el nombre del examinando y el tribunal era de fuera del instituto, por lo cual era imposible identificar alumnos por letras. Examinando las actas de Reválida de nuestra época es muy claro que en el grupo A había uno o dos suspensos y en el E 6 o 7.
      Esto son datos puros y duros. Por tanto no creo que se quisieran evitar suspensos, salvo en algún caso de enchufe (a mi me viene uno a la cabeza solamente). En nuestro grupo A yo creo que no había suspensos en junio y que nadie jamás repitió, cosa que no pasaba en otros grupos, aunque en proporciones bajas. Los que íbamos más flojos en alguna asignatura (yo en el Latín de Brañas), nos ponían bien las pilas y nos amenazaban continuamente con el suspenso (a mi y a Guevara nos hizo ir Brañas el mes de junio a las 9 al internado para preguntarnos siempre alguna cosa y ver que seguíamos estudiando. Este castigo también lo achaco a los papelitos que echamos en el Internado por el tema del balón y la actuación detectivesca del Nespral que identificó por la letra de quien era cada papel).Lo que logró es que si aborrecía el Latí, aún me gustase menos. Me hubiese gustado saber mi nota desglosada del primer ejercicio de la Reválida, que en mi caso fue de 5,8. Seguramente el Latin me bajó mucho la nota.
      Respecto al OPUS. Yo jamás noté su influencia. Creo que la de los Jesuitas era mucho más notoria y patente (ejercicios dados por Jesuitas, Director Espiritual Jesuita, cruzados, congregación.. Todo era jesuítico).Salieron más sacerdotes Jesuitas que del OPUS (no así en nuestra promoción que ganó el OPUS 3-0).

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    7. El compañero a que aludes todos sabemos quien es. A mí y algunos más además de las revistas (creo que fue la primera foto de una mujer desnuda que ví en mi vida), nos ilustraba con preservativos que decía usaba su padre para chingar, un bolígrafo donde al darle la vuelta se desnudaba una rubia bañista y sin ningún pudor nos enseñó su pene, presumiendo de lo bien dotado que estaba. Todo esto ocurrió en el foso cuando estábamos en tercero. Teníamos 12 o 13 años y el 15 o 16.

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  11. Me encanta, la carta que entiendo nos diriges, más que nada a los que vivimos en tu época. Es muy posible que muchos de los alumnos más modernos y alguno de los cohetáneos no entiendan o no quieran entender muchas cosas que has dicho en unas pocas líneas.....¡Hay que seguir estudiando! Abrazos.

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  12. Sr. Muro y Petra. Fueron dos instituciones y dos magníficas personas. El Sr. Muro me ayudaba a rellenar los impresos de matrícula. Le recordaré siempre con su botijo, las fichas de teléfono y los impresos y pólizas en su conserjería. Petra estaba en la cafetería de profesores y la visitaba con Iñaki Casas en los recreos. Realmente casi todos los profesores y subalternos tenían una gran humanidad y bondad. De Angelita (entonces no sabía como se llamaba), tengo un recuerdo de una mujer rubia muy guapa que yo pensaba era la secretaria del Sr. Alcántara y que realmente me impresionaba cuando la veía por su gran belleza.

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    1. Angelita Garcia Arteaga,era efectivamente una mujer muy ateactiva, siempre la recuerdo de buen humor. Luis Antonio de Villena,el hoy escritor y poeta , su unico hijo compañerp mio de promocion dejo el instituto en segundo de bachilletato pata ir al colegio del Pilar.

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  13. El ser malo en baloncesto era un hándicap importante. Yo estaba entre dos magníficos jugadores, Ramos y Rosas. Les tuve envidia sana. Los que además de no encestar no dábamos pie con bola en futbol lo teníamos muy fastidiado en los recreos. Como no era de la OJE no podía ir a la sala de juegos. Así que nos reuníamos dos o tres en las mismas condiciones paseábamos y en algún momento bajábamos hasta industriales, lo que nos acarreó un fuerte correctivo por parte del Sr. Vigueras. Así que hablábamos de TBOs y de lecturas de libros de aventuras. Éramos Iradier, Quiñones, yo y en algunas ocasiones se nos unía Ortiz Blasco. Cuando el suelo estaba mojado jugábamos al clavo con una navaja de Juan Miguel. De más mayor encontré a dos buenos amigos Izquierdo y Cornelio Abellanas a los que les gustaba la música clásica como a mi y no hacian deportes. Los recreos los dedicábamos a hablar de compositores y sinfonías.

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