07 mayo 2020

Un poema de Nicolás



                  Un poema de Nicolás.

   Durante el AULA 64 que mantuvimos en enero pasado, Nicolás nos leyó un poema siguiendo el estilo del conocido “If”, de Rudyard Kipling, que éste escribió en memoria de su hijo muerto joven tras alentarle a que fuera a la guerra. El poema refleja el dolor que el premio Nobel sintió por este hecho y que probablemente le persiguiera toda su vida. 

   El poema de Nicolás no tiene nada que ver, sin embargo, con el de Kipling, excepto por su métrica, comenzando con el condicional “If”, en español “Si…”

    El tema tiene que ver con su disertación sobre “El lazo constitucional” y lo ha dedicado a España. Como no lo había recogido en la reseña y ahora me ha aparecido con ocasión del intercambio de poemas que alguno habrá recibido y – sobre todo que me ha gustado mucho, creo que es más que merecedor de aparecer aquí y que lo conozcáis todos.

    Aquí está:

           Nuevo If sobre España.


Si los surcos de España / mimas con recia mano.
Si como lengua madre / usas el castellano.
Si logras conmoverte / con sus símbolos patrios.
Si quieres que la abracen / todos sus ciudadanos.
Si besas nuestra tierra y / veneras sus entrañas.           5
Si consideras tuyos / sus ríos y montañas.                
Si adoras los rincones / de todas sus regiones.
Si con razón rechazas / sus detractoras voces.
Si con conducta firme / lealmente la tratas.
Si el respeto por ella / a tus hijos inculcas.                   10
Si a quienes la denigran / apartas con vehemencia.
Si contemplas su Historia / con singular querencia.
Si tu esfuerzo y trabajo / enderezan sus sendas.
Si sus triunfos celebras / y sus fracasos lloras.
Si en su futuro crees / y su pasado adoras.                  15
Si al darle vida y cuerpo / su esencia paladeas.
Si te irritan sus vagos / truhanes, malhechores.
Si la surtes de puentes /de nobles materiales.
Si con tu recto orgullo / le perdonas sus males.
Si con honor la tratas / signo de pleitesía.                    20
Si las notas de su himno / cantas con alegría.
Si inventas mil estrofas / para darle sentido.
Si enhiesta la cabeza / no abjuras de tu sino.
Si piensas que tu Pueblo / tiene un común destino.
Si defiendes su idea / a izquierda y a derecha.            25
Si de buen grado acatas / sus súplicas de lucha.
Si al pisar sus senderos / enardecido avanzas.
Si con el “Non Plus Ultra” / más todavía te adentras.
Si con una Corona / cinco Reinos abarcas.
Si al rojo y amarillo / flamean tus banderas.                30
Eres hijo de España / Tendrás que merecerlo.
Que nadie lo malogre / Nada es mejor que serlo.



Madrid, a doce de abril de dos mil veinte.

Nicolás Pérez-Serrano Jáuregui.




Nuestra profesora de francés Mª Ángeles Bueno



  Nuestra profesora de francés en el Ramiro,
 Mª Angeles Bueno

Por Kurt Schleicher

  Vicente encontró una detallada biografía de nuestra profesora (creo que los que estudiaron solamente francés la tuvieron en segundo de bachillerato).

   Podéis ver la biografía completa en el acceso:

                                    http://www.fgbueno.es/fgb93.htm


y una foto que traerá recuerdos a más de uno:





    La señorita Bueno, como la conocíamos, se licenció en Filosofía y Letras en 1942 a la temprana edad de 23 años, pero su faceta de profesora de francés proviene de haber realizado en Montpellier entre 1950 y 1951 dos cursos, obteniendo el pertinente certificado de estudios franceses.

    En el Ramiro fue admitida en 1955 por D. Luis Ortiz Muñoz, siguiendo la recomendación del Catedrático de Francés D. Leopoldo Querol. Nos dio clases hasta 1963, por lo que “nos toca de lleno” en nuestra época allí. En 1961 fué adscrita al “Nocturno” por D. Antonio Magariños.
   Más adelante, en 1962, sacó la cátedra de Francés de Escuelas Normales.  
   
   Nada más entrar como profesora del Ramiro, seguramente fue contagiada del ambiente baloncestítico imperante y se hizo “socio protector” del Estudiantes, como atestigua esta imagen del carnet:





    Durante esta época vivió en la Residencia de Auxiliares de Investigación, adscrita al CSIC y sita en la calle Jorge Manrique 27,  lo que le resultaría muy cómodo por su cercanía al Ramiro.

   Su vida fue muy intensa y longeva; abonada a la cultura en sus diversas facetas, fue una gran aficionada al cine, al arte ─ perteneció a Amigos del Museo del Prado hasta su fallecimiento ─  a la música – espectadora fija en los ciclos del Teatro Real y del Auditorio Nacional de Música – y también a las actividades organizadas por el Centro Riojano de Madrid.

  Fue también una gran e infatigable viajera.
  Murió a los 91 años no hace mucho tiempo, en el año 2010, en Madrid.
  À bientôt, Mademoiselle…

KS, mayo 2020.

Las malas noticias





Las malas noticias
Por Manuel Limones

    A nadie le gusta transmitir noticias desagradables. Pero hay personas que por su profesión no tienen más remedio que comunicar algunas que no quisieran dar nunca.
    El médico actúa con un mismo objetivo y fin, curar al paciente. Es por ello que comunicar una mala noticia es desagradable para el médico porque va en contra de su razón de ser, pero la realidad es que el encargado de la salud tiene el deber de informar, tanto de las noticias buenas como de las  malas. Para ofrecer una buena información, tanto por imperativo legal como por reflexiones bioéticas, es muy importante trasmitirla correctamente en la forma y en el momento oportuno para no erosionar la confianza del paciente o familiar, ya que una deficiente o contradictoria información puede ser origen de recelos, incomprensiones, quejas o incluso demandas judiciales.
    Desde la perspectiva de muchos años de ejercicio profesional, no dejo de considerar que la información en la relación médico-paciente y familiares es una tarea harto compleja. Se puede estar al corriente de los avances de la medicina, de una técnica quirúrgica novedosa, pero la comunicación de malas noticias es frustrante para el facultativo y siempre resulta una tarea difícil, porque la labor de informar tiene unas connotaciones especiales sobre las que es preciso reflexionar. Se ha dicho que los factores que dificultan la información pueden provenir del ambiente sociocultural, del paciente o familiar cercano, o incluso del propio médico, pero en realidad el acto de comunicar malas noticias, me atrevo a decir, depende casi exclusivamente de una correcta relación interpersonal, en la que el facultativo se debe adaptar a cada caso. Nunca la información que se va a facilitar al paciente o familiar va a ser igual, aun informando de lo mismo, con mayor motivo si se trata de dar una mala noticia. Existen diferentes causas por las que el médico se puede encontrar en esta situación: resultados no esperados que no indican mal pronóstico, resultado con mal pronóstico, resultado inminente de desenlace fatal, comunicación al familiar de un desenlace fatal en un plazo muy próximo o confirmación de un fallecimiento. En cualquiera de estos casos, el ser capaz de mostrar empatía con la persona a la que se le informa es esencial para que fluyan las palabras de la manera más natural y menos traumática posible, con claridad y sin eufemismos, para que la información sea recibida con la mejor disposición y comprensión, esta última difícil de conseguir en muchos casos.  Las Facultades de Medicina no forman en estas habilidades, incluso con los modernos sistemas interactivos. Es algo que se adquiere después de años de actividad profesional, unos antes y otros más tarde…   
    Se me vienen a la memoria muchas situaciones dolorosas en las que la comunicación del fallecimiento de un ser querido fue realmente traumática y no solo para el familiar. Fueron en su mayoría casos inesperados: la comunicación de la pérdida de un hijo, el resultado nefasto de un accidente de tráfico… Son situaciones dolorosas que impactan al informador, no solo por la mala noticia en sí misma, sino por las preguntas que te hacen y no sabes responder.
    No estamos preparados para el sufrimiento, ni lo estamos tampoco para dar malas noticias, incluyendo a los médicos. No hay guías ni métodos infalibles para comunicar una muerte, ni siquiera en circunstancias excepcionales como en una pandemia. Nos queda mucho por aprender en este difícil encargo de transmitir una mala noticia.
    La empatía y la capacidad de sintonizar con los sentimientos o preocupaciones de la otra persona, siguen siendo la “regla de oro” en la trasmisión de malas noticias. Pero, aun teniendo empatía y formándonos cada vez mejor en la comunicación médica, ¡cuántas preguntas quedarán sin contestación! 
    Actualmente, ante los fallecimientos masivos por la infección del coronavirus, me pongo en el pellejo de mis colegas, no solo por la situación que están pasando  desde el punto de vista asistencial, sino a la hora de comunicar un fallecimiento. ¡Cuántas preguntas no tendrán respuestas! ¡A cuántas preguntas no sabremos cómo responder!

Manuel Limones Esteban
Médico jubilado