26 agosto 2013

Los MAU MAU


Los Mau-Mau, por José Enrique García Pascua


Allá por los años cincuenta éramos unos niños que veíamos cine, mucho cine, en aquellas salas de reestreno en las que nos aficionamos al llamado séptimo arte.

Guardo en la memoria que una de las películas que se proyectaban entonces, tolerada para todos los públicos, se titulaba Simba, la lucha contra el Mau-Mau, que nos contaba tremebundas historias acerca de esos señores, los Mau-Mau, y que hasta el otro día constituyó mi única fuente de información sobre lo que ahora me entero de que era un movimiento de liberación que buscaba la independencia de Kenia, en esos momentos una colonia británica.

La imagen del Mau-Mau que me ha acompañado tanto tiempo retrataba a unos desalmados negros empeñados en degollar pacíficos blancos y que se juramentaban en una ceremonia satánica en la que ingerían trozos de carne humana cruda, ceremonia que era presentada con delectación en el filme y que, desde luego, es la secuencia que recuerdo con más nitidez.

Sesenta años después, me entero por la prensa (véase El País del 6 de junio de2013)


que –tal como reza el título del artículo de referencia– «Londres “lamenta” las torturas a los Mau-Mau durante la independencia de Kenia», o sea que, frente a lo que yo venía creyendo por obra de la propaganda cinematográfica, eran más bien los administradores británicos los que se dedicaban a cometer todo tipo de sevicias con los que antes se nos presentaban como peor que animales, pero que hoy se consideran mártires por la libertad de su patria y que el gobierno británico está dispuesto a indemnizar con veinte millones de libras a los supervivientes de aquellas torturas y matanzas perpetradas por los soldados de Su Majestad.

Una descripción de las prácticas a que los civilizados europeos sometieron a los negros de Kenia (fuesen o no miembros del Mau-Mau) se recogen en otro artículo, «Justicia para los Mau-Mau», publicado en El País del 14 de octubre del 2012.  

Aquí podemos enterarnos de que dichas prácticas incluían internamientos extrajudiciales en campos de concentración, castraciones de los hombres a base de tenazas y violaciones de las mujeres por medio de botellas de agua hirviendo introducidas en sus vaginas.

En un acto de perfecta hipocresía, la típica hipocresía con que habitualmente nos manejamos en las naciones de Europa occidental, el ministro inglés de Asuntos Exteriores, William Hague, ha lamentado ante la Cámara de los Comunes las torturas sufridas por los Mau-Mau, en un intento, es de suponer, de distanciarse de lo que hicieron en Kenia sus padres, como si el asunto no le incumbiera, como si todavía no estuvieran dispuestos los aliados de la OTAN a bombardear poblaciones civiles para salvaguardar el suministro de petróleo, aunque, de una forma igualmente hipócrita, aduciendo que lo hacen para proteger los derechos humanos de esas mismas poblaciones bombardeadas.  

Angela Merkel ha desatado la polémica (véase «Merkel desata la polémica al visitar Dachau en plena campaña electoral», El País, 20 de agosto de 2013)


por ser el primer canciller alemán que ha depositado una corona de flores en desagravio de las víctimas de un campo de exterminio de judíos. Los alemanes continúan debatiendo entre ellos cómo asumir el pasado reciente, quiero decir, la interpretación de su pasado que les impusieron los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, mientras que los franceses no tienen ningún empacho en rendir periódicos homenajes al Soldado Desconocido bajo el Arco del Triunfo de París, erigido a la mayor gloria de ese lamentable emperador Napoleón, famoso entre los peninsulares por los fusilamientos de patriotas y la quema de pueblos sospechosos de haber ayudado a las partidas, y que no dudó en ametrallar a los propios ciudadanos franceses cuando, bajo el Directorio, protestaban por el hambre y la miseria.

Este mismo mes, el seis y el nueve de agosto, los japoneses han vuelto a llorar por los centenares de miles de muertos causados por las bombas atómicas caídas sobre Hiroshima y Nagasaki sin que tampoco en esta ocasión ningún representante del gobierno estadounidense haya pedido disculpas por la hecatombe. Los japoneses, en cambio, se vieron constreñidos hace unos pocos años a pedir perdón por su política expansionista en Asia antes y durante la Segunda Guerra Mundial (véase «Japón pide perdón a Asia por el “sufrimiento” causado durante la II Guerra Mundial», El País, 15 de agosto de 2010).


La historia y el juicio moral son instrumentados por los gobernantes para justificar del modo más conveniente sus actos de poder. Nosotros somos simples ciudadanos que difícilmente alcanzaremos posiciones de dominio social, ¿por qué, entonces, suscitar discusiones entre nosotros acerca de si fueron dos mil o veinte mil los presos que redimieron sus penas trabajando en la construcción del Valle de los Caídos? La interpretación de la historia española sirve principalmente para que unos u otros políticos profesionales enajenen las mentes de los votantes y consigan, de este modo, que antes les voten a ellos que no a sus oponentes. 

En Torrecaballeros, a veinticuatro de agosto de 2013.

 

25 agosto 2013

Forestal de Villaviciosa


Paseo por El Forestal de Villaviciosa de Odón, por Kurt Schleicher

    El Forestal es una zona boscosa en Villaviciosa de Odón declarado “Bosque Real” ya en 1739 y está asociado a la historia de esta localidad y de su castillo, que en síntesis es la siguiente:

 

CASTILLO DE VILLAVICIOSA DE ODÓN:

     Fue construido por los Marqueses de Moya y destruido por los Comuneros en 1520. Carlos I recompensó la fidelidad de los marqueses a su causa, otorgándoles el título de Condes de Chinchón.

     Fue restaurado en 1590 y nuevamente dañado en 1713 durante la Guerra de Secesión, fue embargado para la Corona por Felipe V.

     En 1759, muere en su interior Fernando VI, quien se había recluido en él tras la muerte de su esposa, Bárbara de Braganza, diez meses antes. Durante este período, Villaviciosa de Odón fue la sede de la Corte española.

     En 1808, y siendo su dueño Manuel Godoy, sirve de reclusión para él tras el Motín de Aranjuez y antes de ser llevado a Francia.

     Desde 1966, y por acuerdo con sus dueños, el Castillo pasó a ser propiedad del Ejército del Aire, que lo mantiene y restaura al aspecto que tiene hoy, utilizándolo como Sede de su Archivo Histórico.

 

 

 
 

     Enfrente y como se ve en la foto, está situado el Parque del Castillo, actualizando el proyecto que data de Juan Bautista Sachetti, quien lo realizó por orden de Felipe V para decorar los alrededores del Castillo. Esta actualización fue obra del arquitecto Julio Cano Lasso, inaugurando las obras el Presidente de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha.   

 
Otoño en el Parque del Castillo

 
 
 

En la parte trasera del Castillo está el Pinar de Prado Redondo:

 

Aquí se siguen celebrando romerías con ocasión de fiestas señaladas, como S. Isidro y las fiestas patronales:

 
 
                                           Día del Caballo

  Frente al castillo, hay una serie de monumentos que hay que destacar:

     La Fuente de Leda y el Cisne. La escultura que encontramos en la fuente es obra del escultor Juan de Ávalos. Realizada en el año 1999, representa el momento en que Leda, esposa de Tindáreo, es poseída por el dios griego Zeus convertido en cisne, que finge ser perseguido por un águila para poder yacer con Leda. Las figuras están dotadas de gran sentido del movimiento y la expresión de éxtasis de Leda está muy conseguida.



 

La escultura de la Madre y el Niño:

 

Y la Fuente de los Tres Caños:

 

   Esta fuente tiene también su historia: su construcción se atribuye a Ventura Rodríguez, en el siglo XVIII, en estilo herreriano. En la parte superior, remata un arco en el que se enmarca un escudo, así como varios adornos frontales. Abajo, tenemos un pilón, también de granito, que recibe el agua de tres caños. La fuente está delimitada por cinco mojones de la misma piedra, unidos por cadenas. Como muchas de este tipo de fuentes, ésta también tiene su tradición: cuenta la leyenda que quien bebe el agua del caño central, contraerá matrimonio en breve. Ha sido declarada Bien de Interés Histórico-Artístico.

Desde lo alto del castillo ya se ve El Forestal, tras el Pinar de Prado Redondo:

 

 

    Para dar mejor idea de conjunto y de la localización del Forestal, lo vemos en una vista aérea:

 


 

 

 

Y con un plano, delimitando El Forestal dentro de la línea de puntos:

 

        Hay que señalar que Villaviciosa de Odón se encuentra enclavada en la cuenca del río Guadarrama, que cruza de norte sur el término municipal,  afectada por los arroyos de la Vega y de la Madre, propiciando así los amplios espacios naturales y abundantes zonas verdes en toda la zona.

        Precisamente el arroyo de la Madre es el que cruza de lado a lado el Forestal, situado al norte del Castillo, como hemos visto, produciendo una hondonada natural muy sombreada. Esto facilita el crecimiento de toda clase de especies botánicas y hace que este paseo sea muy agradable también en verano.

    De estas posibilidades se dieron cuenta ya desde finales del siglo XVII; unos años más tarde, en 1739, fue declarado Bosque Real por el rey Felipe V:

 

"He venido en declarar que el nuevo Bosque de la villa de Odón o Villaviciosa, que es propio del Ynfante don Felipe mi hijo y sus límites, con sus aumentos o extensiones que en adelante tuviere, son y han de ser Bosque Real, con todos sus privilegios y libertades" (Decreto Real de 1739) Felipe V

 

   Su enorme diversidad de especies, por encima de las 350, muchas de ellas protegidas, entre árboles y arbustos, hace que se pueda considerar uno de los bosques más singulares y originales de la Península Ibérica, con una antigüedad en muchas de sus plantaciones que superan el siglo y medio de existencia y su adaptación a estas latitudes;  aquí conviven árboles propios del norte peninsular como el tilo o el avellano con especies típicas del sur como el alcornoque y otras traídas de China, como el Ginkgo biloba.   

      Se dan especies de árboles “gigantes”, como los siguientes:

 

      Especies catalogadas: 2 CEDROS DEL HIMALAYA, incluidos en el Catálogo de Árboles Singulares de la Comunidad de Madrid, con una altura de más de 30 m. y perímetro de más de 3 m.; 1 CIPRÉS DE MONTERREY de altura más de 24 m. y perímetro de 3 m. y 1 PINO CARRASCO de altura de más de 25 m. y perímetro de 3 m.

 

      Otras especies no catalogadas: 2 CHOPOS NEGROS, con una altura de 20 m. y un perímetro de más de 4 m.; 1 ROBLE ALBAR de altura 20 m. y perímetro de 1 m.; 1 ROBLE CARBALLO de altura 20 m. y perímetro de 1 m. y 1 ARCE de altura 25 m. y perímetro de 1 m.

 

   Pero, además de estos gigantes, se dan muchas más variedades, ya que es un bosque caducifolio con magníficos ejemplares de robles, avellanos, plátanos, arces, olmos, chopos, fresnos, castaños, pinos laricios, saúcos, encinas, alcornoques, cipreses, almendros, pinos piñoneros y pinos carrascos.

    En El Forestal predominaba un árbol, el Ulmus Campestris, especie autóctona de nuestro país. Esta especie prosperó en El Forestal porque existió un microclima basado en el agua, fundamental para el hábitat y desarrollo de las plantas y árboles. El Forestal tuvo su esplendor hasta el año 1965; se podían encontrar incluso violetas, muy apreciadas por su floración y fragancia, quedando todavía algunas. Debido a la falta de agua y a la aparición de una enfermedad de origen americano llamada “grafiosis”, que se caracteriza por obstruir la circulación de la savia en los conductos capilares del árbol desde la raíz al tronco produciendo su desecación, se produjo la pérdida total del Ulmus Campestris. Además, en 1975 se cortaron estos árboles para uso maderero. Esta especie tiene la capacidad de rebrote, formando una especie de mata, que es como se encuentra en la actualidad; nunca será un árbol, será un arbolillo, al no tener tronco principal. El origen de ésta y otras especies que se encuentran en El Forestal se debe muy probablemente a que la primera escuela de Ingenieros de Montes se fundó en el Castillo de Villaviciosa en 1848, sirviendo de zona de experimentación. En la actualidad, El Forestal es la sede de la Escuela de Capataces Forestales y de Jardinería de la Comunidad de Madrid, lo que obviamente no viene nada mal que esté alli.

   El Forestal, por su situación, recibía el agua de las tierras colindantes; éstas vertían en dicho paraje y transcurrían a través del Arroyo de la Madre y las diversas acequias y, al tener el terreno una orografía plana y taludes con pendientes diversas, se facilitaba una humedad del suelo apropiada para el desarrollo vegetal y además en zona de umbría dando al norte, como ya hemos dicho. Algunas de estas fuentes de agua han quedado minimizadas por la aparición de urbanizaciones a su alrededor, haciendo que el arroyo sea bastante más exiguo que en épocas anteriores. El Forestal llevaba camino de convertirse en una vaguada olvidada, pero afortunadamente en los últimos años y, más recientemente, a iniciativa del actual alcalde (que fue antes concejal de medio ambiente) y de varias personas asimismo enamoradas de este antiguo olmedo de 20 hectáreas de extensión, se ha recuperado su memoria de Bosque Real cercándolo y colocando 9 puertas de acceso limitadas a peatones y organizando una red de caminos y paseos ahora todos con nombre propio, con sus barandillas y puentes de madera, a la vez que se ha iniciado una recuperación de las especies botánicas desde la época en que sirvieron de lugar de prácticas por los estudiantes de ingenieros de Montes. Aún así, queda mucho por hacer, pues los acuíferos siguen estando bajo mínimos y la recuperación no llegará hasta tanto el agua no vuelva a llenar los múltiples cauces que aún se ven al lado de los caminos y se recupere la red que hubo antiguamente. Confiemos que ahora, tras haber sacado del olvido este lugar, recordemos todos que hay que cuidarlo y seguir mejorándolo.

  Como animales de caza destacan las liebres, las perdices y hasta algún jabalí (en alguna ocasión se ha colado alguno en el jardín de algún chalet) y últimamente parecen que proliferan las ardillas. Dentro de las aves, el búho real, el carbonero común, la golondrina, el jilguero, la lechuza, el mirlo, el petirrojo, el ruiseñor común y las urracas.

 

 

    Tras todas estas informaciones, empecemos de una vez el paseo.

     A la derecha de la Fuente de los tres Caños, está la entrada al camino que nos lleva al Forestal, entrando por la avenida de Torres Rojas.

     Aquí nos encontramos con un camino al pie del Pinar de Prado Redondo llamado el “Paseo de Los Lavaderos”, donde se supone que ejercían esta labor las lavanderas en siglos pasados. Algunas imágenes:

 







                                   Desde aquí ya nos adentramos en El Forestal.

 

Girando a la izquierda tras pasar por la puerta o cancela de Los Lavaderos:

 


 

… nos encontramos un pequeño bosquecillo:

 



Tomamos el camino ascendente de los Cedros:




 

Y seguimos por el camino de la Aviación, hasta el extremo de mayor altura del Forestal:

 

   Bajando desde aquí por una empinada cuesta llegamos al borde más oriental del Forestal, donde se encuentra una hondonada natural; en su extremo hay una extraña construcción de ladrillo y piedra engarzada que parece una fuente antigua, delante de la cual se ve una amplia acequia, dando todo ello una sensación de abandono o de ruina histórica. ¿Habremos descubierto una fuente antigua sin restaurar de los tiempos de Felipe V? Misterio; viendo el plano, vemos que el nombre que tiene es “El Paredón”.

 

  Estas fotos que hice en un bonito otoño enmarcando el lugar, explican mejor que mil palabras a lo que me estoy refiriendo con eso de “zona misteriosa”:




 

 

   El misterio parece desvelarse cuando se ven fotos de invierno o tras un largo periodo de lluvias. En tal caso, el famoso Paredón se debería convertir en una cascada y el agua salir canalizada por una acequia que se lleva el agua hacia el Arroyo de la Madre. Sin embargo, la zona parece bastante seca, aunque mirando bien, en la propia pared de ladrillo queda bastante verdín, luego por allí debiera seguir ocasionalmente filtrándose agua. Por lo que he podido saber, hace varios años, era corriente ver la cascada, especialmente en invierno; nunca he ido por allí en ésa época, pero ya me han aclarado que al no haber suficiente agua, este espectáculo nos está ya vedado.

  Al parecer, El Paredón se construyó para frenar el torrente de agua que procedía del Barranco del Alamillo. Es curioso que antiguamente Villaviciosa de Odón se abastecía de agua potable procedente de un canal subterráneo localizado en una cueva cercana al tal Paredón. ¿Por qué ha desaparecido entonces este agua potable? Pues se supone que por el auge de las urbanizaciones cercanas y, en especial, de El Castillo, como ya hemos dicho.

He encontrado una foto en internet, que debe ser antigua y por lo tanto, ensoñadora:

  


Igualmente, en internet hay un bonito video en que se ve todavía mejor y muestra la cascada en época invernal:   http://youtu.be/HfDXObcVdbM

   El misterio aparentemente desvelado por lo de la cascada vuelve a resurgir como tal, sin embargo, cuando se observan los 10 receptáculos de piedra granítica encastrados a su vez en la pared de ladrillos y que están justo por donde cae la cascada. Suponiendo a la cascada “funcionando”, es evidente que se llenan de agua según va cayendo, pero la cantidad que se puede acumular allí sería realmente bastante exigua.

 

    Si fuesen realmente receptáculos para coger agua, no sería nada cómodo: habría que pasar por encima del agua remanente de la cascada, se mojaría uno los pies y además las cascadas tienen la mala sombra de salpicar, por lo que la cosa resultaría no muy agradable, poco práctica y, sobre todo, muy húmeda. Además, ¿por qué 10 cuencos?  He llegado a pensar que estos receptáculos son los soportes de algún antiguo abrevadero de madera ya desaparecido para dar de beber a los caballos, pero no parece tampoco muy racional (se mojarían igualmente y tendrían dificultades para beber bajo la cortina de agua).

   Dando más vueltas al tema, he llegado a la conclusión que debe tratarse  de deflectores o difusores de agua con el fin de atenuar el impacto de la cascada contra el suelo, pues con el tiempo y el agua cayendo y cayendo, la zona de impacto se iría horadando cada vez más. Pero, si son deflectores, ¿por qué tienen un vano en el centro con forma de colector? Unos parecen abiertos y otros cerrados por delante, lo cual se deberá quizás a la erosión que les ha provocado el agua cayendo, pero me pregunto yo si los conocimientos de mecánica de fluidos o aerodinámica eran lo suficientemente profundos en aquella época como para haber llegado a la definición de una forma óptima en cuanto a un máximo de deflexión y dispersión del agua en su caída.

    Otra posibilidad sería que el propósito no fuese más que estético para embellecer la cascada, pero tampoco parece muy convincente; ¡menudo trabajo se ha dado el tallador en tal caso!

      Sea como fuere, todo esto son especulaciones, por lo que nos encontramos con un verdadero misterio: “El misterio del Paredón”.

    Otro aspecto que pongo en solfa es el nombrecito: El Paredón. Suena a fusilamientos, por lo que la musicalidad de la palabreja es dudosa; da escalofríos. Propongo con todo respeto, pues, que se pongan unos falsos caños encima de los receptáculos, el Paredón deje de llamarse así y se le bautice con el más popular de “Fuente de los 10 Caños”, que es lo que yo me figuré al principio, hasta que vi que allí no había ni rastro de caños. De esta forma, como a la entrada del Forestal está la bien conocida “Fuente de los Tres Caños”, se puede motivar al personal para que trate de encontrar durante el paseo por el Forestal huellas de las otras fuentes, es decir, la de los “4 Caños”, la de los “5 Caños” y así sucesivamente hasta llegar a los 10 al final de paseo. Esto sería también un sano entretenimiento para los niños, que descansarían así por unas horas del ordenador. Y lo más importante, el coste de tal propuesta no sería muy gravoso para nuestro Ayuntamiento y propiciaría también que los villaodonenses hicieran más ejercicio y encima que se excitase su curiosidad, lo cual, como es bien sabido, ejercita la mente y aleja el Alzheimer. Y todo por 10 falsos Caños, emulando a los de la foto adjunta, que son dos de los de la Fuente de los tres Caños, cuya reproducción no sería muy difícil.

  Si se quisieran hacer las cosas aún mejor, algún amable fontanero villaodonense podría idear algún sistema de cañerías y hacer que los caños fuesen reales, de verdad, y así atraeríamos a más paseantes sin atosigamientos a la hora de coger agua y disponer encima de una verdadera fuente.

                   Caños reales

   Otra alternativa, la mejor probablemente,  sería “poner en funcionamiento” de nuevo la cascada, aunque fuese con recirculación y una bomba, con el fin de no malgastar el agua siendo potable (aunque tampoco le vendría mal al pobre Arroyo de la Madre). Eso también daría frescura al lugar y en verano nuestros tiernos infantes podrían utilizar la cascada y la especie de piscina adjunta para darse un buen remojón.

   Además, esto le daría “lustre” a nuestro pueblo, que podría así presumir de tener hasta una cascada propia; sería “La Cascada de Villaviciosa de Odón” y se podría plantear una excursión turística oficial a dicha cascada como parte de las actividades a realizar en El Forestal.  Algún optimista propondrá incluso que se la denomine como  “Las Cataratas de Villaviciosa de Odón”, pero me parecería excesivo y nunca podríamos competir con las del Niágara, de manera que considero mejor aparcar esta denominación por ser demasiado pretenciosa. Pero, aunque sea solamente “cascada”, ¿a que suena bien?

   Siguiendo por la hondonada, nos encontramos con árboles centenarios o sus restos, como este viejo olmo:


 

   En esta hondonada “de la cascada”,  se filtran con dificultad los rayos del sol, dejando ver de vez en cuando el “sistema circulatorio” de las hojas en otoño:


 

   Dejando la hondonada a nuestra espalda, giramos a la derecha tomando el camino de vuelta siguiendo el curso del arroyo de la Madre (a la derecha en la foto):

 

Este es el Camino del Caño Dorado; como se ve en las fotos, a la izquierda está el cauce seco de lo que era una antigua acequia o canalón para distribuir el agua.




 

A la derecha, abajo, se ve el Paseo de los Enamorados, más umbrío todavía, favoreciendo la intimidad de las parejas que dan nombre al paseo.


 

    Hay varios puentecillos que cruzan al arroyo para acceder a los caminos transversales: el sendero de Cayetano, el Paseo de los Niños, el de Miguelín Tejedor o el de Las Hermandades...

 

  Y así ya volvemos al comienzo del camino, donde el bosquecillo, cuando ya se está poniendo el sol y finalizamos nuestro paseo:

 

     Si hemos mirado con atención, habremos visto a los lados del camino las semillas volantes giratorias precursoras de los autogiros; ¡quién sabe si D. Ricardo de la Cierva se habrá inspirado en ellas!

    A tiro hecho, ahora no parece difícil imaginar unir dos de estas semillas por la cabeza de manera que queden una a continuación de la otra y contrapuestas; si hacemos pasar por allí un eje de giro y le colocamos un sistema impulsor horizontal en lugar de la fuerza de la gravedad, veríamos como las dos semillas unidas girarían creando una fuerza ascensional y habríamos reinventado el autogiro…¡Lo que nos enseña la naturaleza con solo saber mirar e imaginar!

 

 

  Pues ya sabéis dónde pasar una tarde tranquila en cualquier época del año, aunque probablemente sea el otoño la más bella habiendo riqueza forestal, como es el caso en este Bosque Real llamado precisamente así: Forestal.

KS, Agosto 2013.