29 junio 2012

La I.P.S. en “El Robledo”, por Manolo Rincón


No quiero terminar este curso, en el que ha hecho 48 años que aprobamos el Preu y dejamos el Ramiro, sin rendir un cálido recuerdo a otro lugar, también evocador para muchos de nosotros, aunque ya estábamos en la Universidad cuando lo conocimos. Se trata del Robledo (Campamento). ¿Os acordáis?. Era conocido como el matadero de reclutas.

Si, las raras siglas IPS, querían decir Instrucción Premilitar Superior. De esto empecé a enterarme poco a poco.

Para mí las cosas sucedieron así.

Estaba en tercero de mi carrera, y solicité como todos ingresar en la famosa IPS. Ya sabía por compañeros que repetían, un poco de que iba aquello, y había visto “Quince bajo la lona”, película que más o menos de forma edulcorada, contaba cómo se vivía en la IPS.

En el cuartel sito en Serrano Jover (Argüelles), nos hicieron hacia noviembre unas pruebas de aptitud, que creo nadie suspendía, y a esperar a junio.

En mayo nos ponían los exámenes, y empezamos a enterarnos que era eso de la guerra. Para empezar nos plantaron una vacuna múltiple (supongo que a todos los microbios los liquidaba). Se ponía con una pistola y el fiebrón que te daba te dejaba baldado. Encima estando de exámenes, me costó la broma un suspenso, que no esperaba, por no poder ir al examen de lo mal que estaba y la fiebre que me devoraba.

Luego te daban un equipamiento de botas, uniforme y petate, te decían tu unidad y te tenías que comprar unos cordones, distintivo de tu carrera, morado y blanco en mi caso.

Y llegué en autobús con otros compañeros a “El Robledo”, situado al lado de Rio Frio en un paraje poco hospitalario conocido por la tropa como el desierto Amarillo.

Yo como estudiante de Teleco fui a trasmisiones. Y los quince bajo la lona éramos compañeros de la Escuela.

Y siguió la guerra. Nos enteramos de que éramos los malditos, y los padres (los del segundo año), nos podían hacer todo tipo de salvajadas, sin que pudiésemos protestar. Aguantamos estoicamente, dar novedades a las 2 de la mañana, hacer gimnasia en calzoncillos a las 5 y muchas más chorradas, pero había que hacerse un hombre.

Luego les tocó el turno a los mandos, que disfrutaron haciéndonos la vida poco menos que imposible, a base de órdenes a cada cual más extraña.

Había que estar muy listo, pues a la mínima te dejaban castigado. Y a ensayar la Jura de Bandera que era nada menos que el 18 de julio. 



 
Éramos de la XXV promoción.

Llevábamos un escudo con una especie de gallina y dos espadas cruzadas, con fondo azul. 



 
Por supuesto de compraba en las tiendas militares.

Y a jurar. En los ensayos nos hacía tomar marcialidad y no cambiar el paso. Ya de los desfiles del Ramiro llevaba ventaja…

Una vez jurada la bandera y dados los gritos de rigor (en mi caso disimulado, pues no estaba de acuerdo), desfilábamos ante los familiares, y nos servían la comida de gala y teníamos dos días de permiso.

Al llegar a Madrid, vestido con aquel uniforme, noté que las féminas se sentían atraídas por la vestimenta.
Algo bueno tiene, pensé yo.

Bueno el verano siguió con marchas, mucho calor por el día y mucho frio por la noche.

Táctica, tiro al blanco, y lanzamiento con bazoka y tiro de granadas (estas dos últimas experiencias me parecieron muy peligrosas).

Cuando caía una tormenta, las lonas tenían goteras y lo pasábamos fatal.

Y como quien no quiere la cosa, aquello se terminó un buen día y vuelta para examinarme del suspenso debido a la maldita vacuna.

Hoy al rememorar aquello, ya lo veo con mejores ojos, y me produce una sana nostalgia. Hasta he ido alguna vez a ver el desierto Amarillo, tal como está ahora. Y he recordado a mi “padre”, al alférez, al teniente… De buena gana me tomaría con ellos u café.

Espero que algún que otro colega le traiga también buenos recuerdo, y cante aquello de “Margarita se llama mi amor…”, con la marcialidad de aquellos tiempos….

Prohibido prohibir, por Kurt Schleicher


Reflexiones matutinas: leyendo algún correo o escrito, me doy cuenta que nos movemos por tendencias y bloques y a veces nos podríamos llegar a olvidar ocasionalmente de los objetivos.


La evolución natural, como la de Darwin aunque no tenga nada que ver, es que nos movemos hacia una determinada tendencia siguiendo una cierta tónica y del hilo surge a veces el implacable ovillo. Eso nos ha estado pasando con las economías, las primas sangrantes, las negras perspectivas, etc.,  hasta que alguien tuvo la buena idea de romper con esa tendencia y meter un poco de aire fresco hablando de diosas y féminas varias que nos placen a todos (recordar que el Ramiro en nuestros tiempos era exclusivamente masculino y hoy somos todos machos). Pues claro, al no haber féminas en nuestro entorno, es fácil encontrar temas comunes que nos hagan sonreír y hasta que nos hagan rememorar entrañables recuerdos de juventud.


 Eso no quita que tengamos que olvidar otros temas, pues la actualidad se está moviendo por unos cauces tales que cualquier sabia intervención siempre será bienvenida.


Vamos, que todo vale, que todo es bienvenido, con la única recomendación –que no prohibición- de tratar de evitar más en la forma que en el fondo que alguien pudiera sentirse molesto.  Como la imaginación es lábil, es muy posible que en ocasiones eso se nos pase por alto y más si somos como somos una diversidad.


¿Qué cuáles son los objetivos que menciono bajo mi punto de vista? Pues se centran realmente en uno: pasárnoslo bien y disfrutar de nosotros mismos.- Cualquier colaboración, innovación o aportación que lleve a eso siempre será bienvenida.


Otra cosa son los cauces: todos son buenos, aunque es recomendable que “se encaucen” a través de un cauce común (tooma redundancia), pues si no, se nos dispersan. Pero si alguien prefiere utilizar otra vía por las razones que fueren, pues también vale. Y si alguien quiere enviar una reflexión en forma de ejemplo embebido que pueda sernos útil, pues también, lo que pasa es que si cerramos el círculo siguiendo el segundo cauce con todos los destinatarios, nos podríamos mover hacia la congestión. Total, que hasta para eso sigue siendo recomendable nuestro blog, aunque insisto que seguimos teniendo eso que llaman “libre albedrío” y que con mesura y sentido común, que como es común, lo tenemos, pues nos da un amplio campo de actuación.


Prohibido prohibir, pues…


Volviendo a los objetivos, ésos de pasárnoslo bien, llevamos un excelente camino. Unos disfrutamos escribiendo, otros a lo mejor más leyendo, da igual, lo que conseguimos al final es sentirnos todos un poco más felices, pues –ya en el terreno de la filosofía barata- ésta, la felicidad, nunca suele ser un ente completo, sino que está compuesta por cachitos. Está en nosotros saber reconocerlos uno por uno y disfrutar de cada uno de ellos. 


Cada cual tiene libertad de aportar a ello lo que le plazca y cada uno a su modo; una pequeña sonrisa generada en cualquiera de nosotros ya supone un objetivo conseguido y es un cachito de felicidad. ¿O no?


¡Y vamos muy bien! Un enorme abrazo para todos.

28 junio 2012

El prodigio de ser efímero, por Ildefonso Arenas

En los 60's se decía que, en España, pecar contra el sexto sin pagar no era pecado, sino Milagro. Los 60's abarcaron el tramo de nuestras vidas comprendido entre los 14 y los 23, salvo alguna excepción. En ese tiempo debimos instruirnos en infinidad de cosas, todas necesarias para una vida feliz e irreprochable. Tuvimos que aprender a estudiar (en el Ramiro no nos enseñaban específicamente 'a estudiar'; eso, me temo, tuvimos que aprenderlo solos), a comportarnos (en la mesa, de visita, en las aulas, en el deporte, en la vida en general), a servir a la patria (o cuando menos a pelar guardias), a vendernos bien (habilidad absolutamente imprescindible para no ser un paria de por vida), a bailar, a ligar, a comprender que las chicas no son diosas etéreas e inaccesibles, sino seres humanos que comen y cagan igual que nosotros, a trabajar y aceptar la disciplina del trabajo (que no son la misma cosa, lo cual tampoco nos explicaron en el Ramiro), y ya, en lo que se podría decir 'mejorar nota', a dominar virtudes superiores sin las cuales alcanzar un status de triunfador suele ser imposible, tales como mentir, engañar, sobornar, escaquearse, camuflarse, traicionar y pagar los menos impuestos posibles (y ya no digo nada de la suprema suerte del pelotazo). También, y por supuesto, debíamos aprender eso en que todos estáis pensando y que no pienso llamar por su nombre, no sea que alguien me riña. 


En la España de los 60's esa enseñanza específica seguía siendo la tradicional; dicho de otro modo, la que un buen día, usualmente en compañia de otros, con dos mil pelas en el bolsillo (a veces suministradas por un padre comprensivo que muchos años antes debutó del mismo modo) y con una dirección misteriosa escrita por una mano cómplice en un papelajo arrugadillo de tanto manosearlo, nos ponía en situación de ingresar en la ufana cofradía de 'los que ya lo han hecho'. Según mis investigaciones personales, complementadas por la mucha literatura que gira en derredor de tan específico ritual de iniciación, la primera experiencia no resultaba en sí misma desagradable, aunque tampoco placentera en demasía, gracias, en general, al explicable temor de salir de allí con algo que no traíamos al llegar. De ahí que si el que nos diera la dirección nos quería de verdad (rarísima vez era ella, si bien he conocido un par de casos de madres viudas preocupadas, no fuera que se les amariconara el niño), se asegurara previamente (por lo general en persona) de que tan ansiado ritual se celebraría en un lugar de plena confianza y con acuerdo a las más estrictas condiciones de salubridad y seguridad.


Algunos de nosotros, no sé si más o menos afortunados, encontraron caminos alternativos para poder considerarse hombres de pleno derecho. En las docenas de encuestas que he llevado a cabo en relación al asunto (es un exquisito tema literario), no pocos me han explicado historias con todos los visos de ser inventadas, a saber: (1) la prima desvergonzada y complaciente, (2) la vecina quillótrica si no ninfómana, (3) la compañera de facultad desatada, liberada y sin sostén (en las ETS's no había estudiantas como ésas; quizá fuera que los pendones eran todas de letras) y, por último, (4) la amiga compasiva y un punto viciosilla de la madre, todavía de buen ver, que no pocas veces actuaba por inducción maternal sin que tal cosa se supiese hasta muchos años después. Con todos los respetos por quienes me las contaron, casi todas me sonaron a cuento chino, y no por la general inverosimilitud del planteamiento, sino porque la manera de relatarlas, incidiendo excesiva e innecesariamente en los detalles, me hacía sospechar de lo primero que te levanta la ceja cuando te cuentan algo: la desmesura coreográfica. 


También estaba el caso -bastante raro- de los que seguían a rajatabla las instrucciones de la Iglesia, las cuales se canalizaban en un par de incunables que tenéis olvidados y que, para vuestro regocijo, voy a recordaros: 'El Libro del Joven' y 'El Libro de la Joven'; el que no los haya leído se ha perdido un par de piezas de gran valor sociológico, por su gran aportación a la pornografía católica. En mi caso, al menos, pienso que jamás se me olvidarán los delirantes procedimientos operativos recomendados por el autor para desflorar a la señora (tarea que suponía extremadamente árdua, él sabría por qué) en una noche de bodas que, tal y como se describía en las ominosas páginas, debía ser la antesala del Purgatorio. Esos seres fieles a las sagradas enseñanzas llegaban a estrenar al matrimonio, lo cual no me atrevo a calificar, como tampoco sería capaz de calificar a los oriundos de Marte; simplemente, no son de mi especie.


Mucho más verosímil era el caso de la chica con la que se sale desde hace tiempo y con la que un buen día, tras haber alcanzado la temperatura de ignición en algún guateque, en un cine, en un bailongo, en la playa (imprescindible que hubiera mar y fuera verano) o en al asiento trasero del 600 si nuestro imprudente padre nos lo había dejado, nos dejáramos llevar por la calentura y así culminábamos algo que a los dos minutos de perpetrado nos sumía en un mar de agonías espirituales, del tipo ¿se habrá quedado? ¿le habré hecho daño? ¿y a partir de aquí cómo seguimos?, aunque también de las más prosaicas, de la clase ¿y cómo se limpia este manchón de la tapicería del 600? A esas experiencias, que sí eran habituales de verdad, se deben no pocos matrimonios precipitados (el fatídico penalty), cantidad de niños indesados (y a menudo indeseables), infinidad de divorcios a partir de que la Iglesia perdiera la concesión administrativa y, sobre todo, muy prometedoras carreras profesionales arruinadas por la imperiosa necesidad de ponerse a trabajar, a fin de alimentar a una familia en absoluto deseada. En las clases altas no era infrecuente que algunas jóvenes señoritas sufrieran intempestivos ataques de apendicitis (alguna estrella muy admirada por Kurt, Rafael y algunos otros ingenuos debió nacer con un intestino prodigioso, de tres o cuatro apéndices), y en las algo menos altas pronto se hizo popular el fin de semana en Londres para aprovechar las rebajas de Selfridge's y Harrod's, pero lo normal era lo otro, el destrozar un par de vidas, si no unas cuantas más, por culpa de lo espantosamente difícil que resultaba comprar chubasqueirus do pitu en la España de los 60's, o por lo desastrosos en el arte de la retirada que solemos ser casi todos los estrategas españoles.


Los seres efímeros, en cambio, disfrutaban de oportunidades que no estaban al alcance de la mayoría de los humanos. Un ser efímero, ya os lo explico, es un individuo (no forzosamente macho, aunque sí a los efectos de lo que aquí os cuento) moderadamente atractivo, de edad indefinida, situación familiar inexplicada, que vive en un buen hotel, que dispone de sus propios medios de transporte, que anda bien de pasta, que no padece obligaciones laborales en exceso demandosas, y que al cabo de un tiempo usualmente breve desaparecerá sin dejar rastro. Es un tipo de ser altamente valorado en todas las sociedades, aunque todavía más en las provincianas. Contra la totalidad de las mentiras que a lo largo de nuestra vida nos han explicado sobre la mentalidad femenina, es del todo incierto que necesiten amor para caer en tentaciones reprobables. Lo que necesitan es impunidad y un dónde discreto (supongo que a estas alturas bien lo sabéis). Una señorita de provincias, con una vida de soltera irreprochable y ortodoxa (con novio haciendo las milicias muy lejos del lugar -por ejemplo-, con el que casará en cosa de un añito y que mientras llega el día se levanta el ajuar -os recuerdo que estamos en los 60's- con lo que saca en un empleo malejo en una caja de ahorros, o el ayuntamiento, o la diputación, o alguna gran empresa, pero siendo característica esencial de su puesto de trabajo hallarse física y organizativamente cerca del proceloso 'Proceso de Datos' -así se llamaba la informática en los 60's-), era natural que padeciera pensamientos razonablemente turbulentos, pero la sociedad le obligaba a mantenerlos ocultos, y dado que si algo es pequeño es una capital de provincias, sus oportunidades de dar al cuerpo un alegrón sin que se le viniese abajo su proyecto vital eran nulas, pues al conocerse todos con todos sería inevitable que algún alma buena llevara la novedad al ausente -oye, que te los están poniendo como los del Islero de grandes-, y para qué queremos más.

Al efímero perfecto se le trata en el trabajo, se comprueba allí que es un marciano de Madrid o de Barcelona que ha venido a escribir abstrusos programas, que vive en un hotelazo de los grandes, esos de donde se entra y se sale sin que nadie se fije en nadie, y que al mes, o antes si puede, se habrá hecho humo. Para saber todo eso no hay que ponerse en situación de ser criticada, pues para empezar ni siquiera se lo cuenta él a una, sino a otros/otras que son quienes informan a una. Desde ahí todo es fácil. Si una está buena -y las novias de los ausentes para casarse al año siguiente a menudo solían estarlo- es sencillísimo establecer contacto visual, y tras eso el verbal. El resto es rutinario: y qué haces en este pueblo perdido los fines de semana, pues me gustaría saber qué tal son las playas de aquí cerca, pues las hay monísimas, y sabes de alguna donde se coma bien, pues claro, y si no tienes mejor plan, ¿te gustaría enseñarme alguna? Al llegar ahí, cosa que bien se ha podido despachar en un par de cafés, llega también el momento de desenmascararse, pues si se responde pues no sé, me lo tengo que pensar, el efímero correrá el turno, ya que suele haber cola, pero si se contesta ¿por qué no? ya está todo claro. Desde ahí, de la habilidad, del salero, de los fondos y de la experiencia del efímero, y de la perspicacia de su disfrutadora, depende que todo se desarrolle con acuerdo a las ansias de las partes, y por lo general a plena satisfacción de ambas las dos.


He conocido numerosos efímeros a lo largo de mi vida (en 32 años trabajando para multinacionales de la IT, imaginad). Los de los 60's apenas se parecen a los de los 00's (las sociedades se parecen aún menos), pero los principios esenciales no han mutado: los riesgos de que el efímero se enamore, o la provinciana pierda la cabeza, son mínimos (se han dado casos, y suelen ser tan divertidos como sangrientos, al menos en mi caritativa observación, sobre todo si el efímero es casado y con niños), de modo que todo el mundo acaba encantado de la vida.


Adoro la nostalgia de las paellas en la platja d'Alboraia. Supongo que ya imagináis por qué lo digo.


27 junio 2012

Mi primera visita a un “Striptease”, por Manolo Rincón


Ahora que estamos recordando nuestras diosas, y algunos de nuestros momentos más íntimos de la adolescencia y juventud, quiero contar una experiencia que seguramente casi todos  vosotros habréis pasado, en aquella memorable época. El primer “Striptease”.

La primera vez que oí la palabra “Striptease” fue al Padre Cuellar. Íbamos camino de Niza en nuestro viaje de Preu, y nos advirtió severamente, que ciertos espectáculos muy nocivos como el “Striptease” producían excomunión y no debíamos ir a ellos de ninguna manera. Así que se me pasaron las ganas de saber que era aquello del “Striptease”.

Me enteré por otros compañeros más aventajados que aquel palabro significaba una especie de teatro donde una chica se quitaba ropa poco a poco, al son de la música y entre los aplausos del respetable.

Más información aportaron los tunos que conocimos en Roma, que si habían ido a ver alguno, y nos contaron con cierto lujo de detalles de que iba, poniéndonos los dientes largos como es natural.

En mi primera visita a Londres con 18 añitos, vi que el barrio cercano a Picadilly Circus estaba lleno de establecimientos que por una libra te ofrecían striptease en sesión continua. Me decidí rápido a ver que era aquello, pagué la libra que era una pasta, pero para acceder me pidieron dos más.

Entré en un pequeño teatro, con una barra de bebidas y un pequeño escenario, donde con una sonora música, una guapa rubia de pelo corto y de unos  18 años acababa de quedarse como Dios la trajo al mundo. Que impresión!!!.

He de confesar que era la primera vez que veía tal estampa al natural y no sabía que pensar. Fotos como las de Guedez vi muchas, pero aquello era mucha tela.



Pero rápidamente se abrió el telón y pude disfrutar de una mulatita con melena, que al son de una samba se fue quitando todas sus pertenencias, recreándose en la ropa interior, hasta que nos enseñó sus más íntimos secretos, ante el gozo general del público. (Solo había dos mujeres por cierto de espectadoras). 

Y así una tras otra morenas, llenitas, flacas, rubias y pelirrojas fueron pasando por las tablas. El número de cada una era de 5 minutos cronometrados. Pude ver muchos ligueros, y ropa interior de lo más sugerente, picardías, guiños y gestos más o menos alusivos. Se veía muchas horas de vuelo en las profesionales. Eran otras “diosas”, sin fama pero más reales y cercanas que las del cine.

Cuando ya llevaba 10 o 12 números (más de una hora de sesión), me empecé a aburrir. Cada vez me era menos interesante el espectáculo, hasta que aprovechando la última estampa de una rubita un poco culona me fui a la calle.

Aquella noche me vino en húmedos sueños el espectáculo de nuevo al subconsciente, lo que quiere decir que me afectó por supuesto.

No volví a ver otro teatrillo de ese tipo, hasta que años más tarde llevé a mi novia, que tenía gran curiosidad por saber que era.

Y esta es la historia real de mi primera experiencia en el mundo del “Striptease”. Cada uno puede contar su experiencia e invito a ello. Sin vergüenza por favor.

25 junio 2012

No tiremos la toalla, por Kurt Schleicher


¿A qué viene esto? Pues a una conjunción estelar que me lleva a reflexiones varias.

Varios factores han influído:

-          Ya parece que nos despertamos por la mañana sin mirar las últimas noticias de economía y de la bolsa con la angustia matutina de saber si nos hundiremos ya o un poco más tarde. Las cosas no han cambiado, pero el cariz parece que sí. Resulta que las apariencias ayudan y los mercados aflojan.

-          Nuestra imagen como país es indudable que ha quedado deteriorada, no sólo por los problemas bancarios, sino por otros “indicadores” más sutiles: cacerías de elefantes, noticias siempre contradictorias, medias verdades (o medias mentiras o mentiras plenas), desvergüenzas de políticos que pese a todo seguían estando allí (ERES y otras zarandajas), sobresaturación de cargos públicos, y sobre todo cierta herencia de políticos tapando agujeros desesperadamente a la vez que hablaban de brotes verdes y presumían de una fortaleza financiera española que ya no se creía nadie. La confianza y la fe en salir de un círculo vicioso de este tipo ha bajado muchos enteros y,  ¡para qué hablar de la imagen en el exterior!: nos volvían a ver por ahí fuera como los del flamenco y la pandereta, dilapidando lo que no teníamos con los bancos echando más leña al fuego al grito de ¡esto es Jauja! Por cierto, habría que saber dónde está esta localidad, para ver cómo se administran; a lo mejor aprendemos algo.

-          Ayer la carrera de Fórmula 1 en Valencia. No voy a ocultar que soy aficionado (en detrimento quizás del fútbol, que no me entero ni quién juega), pero ayer casi se me saltan las lágrimas al escuchar el himno nacional con un Fernando Alonso exultante y sin poder contener las emociones ante una afición en las gradas con un público que todavía no podía creérselo, tras el jarro de agua fría que supuso el sábado no llegar ni a la Q3, por mucho que fuese solamente por tres milésimas de segundo. Las probabilidades de ganar en el circuito de Valencia, donde es difícil adelantar y saliendo tan lejos de la cabeza, eran tendentes a cero. Pues ahí estaba, tras ganar en la salida tres puestos, adelantar de forma suicida en otras 6 magníficas ocasiones y, para qué negarlo, gracias en parte a la desgracia de algunos (Vettel) y la estupidez de otros (Hamilton). Y no amilanarse ante la superioridad aparente de otros coches con mejor ritmo de carrera (Lotus, Grossjean) ni las noticias de posible degradación de neumáticos, que luego a la postre se cebó más en los perseguidores que en el perseguido. La verdad es que hizo una machada, que combinada con factores exteriores llevó a una victoria que nadie, ni él mismo probablemente, hubiese imaginado.

La reflexión es que aunque todo parezca perdido, no hay que cejar, no hay que  perder la fe, hay que luchar, hay que sacar petróleo de donde no parece que haya y jamás tirar la toalla. Estoy un poco harto de oír continuamente que nos vemos abocados al desastre, que esto no tiene arreglo y sentencias similares. Obviamente, las probabilidades, la experiencia previa y el cariz de nuestros políticos, sean del signo que sean, nos llevan ahí, pero todavía disponemos de esa garra española que en los peores momentos sale a relucir y le da la vuelta a la tortilla.

 Aprendamos de nuestros deportistas y tomemos ejemplo de ellos. Ahí están los Rafa Nadal, los Fernando Alonso y el equipo de la “Roja” haciendo patria por los demás; si todos nos mostrásemos más eficaces y sacáramos la imaginación de éstos, hasta es posible que consigamos alguna que otra victoria que serviría como camino de recuperación y sobre todo como generación de confianza, que es sumamente contagiosa. Y de momento, aunque no se vean resultados, por lo menos nos sentiremos mejor.

 Hubo alguien que inventó un slogan también en momentos difíciles que da idea de eficiencia, en este caso decir mucho con pocas palabras, que compró y utilizó un tal Obama con cierto éxito: “Yes, we can”.

 Pues … ¡a por ellos, oé!

¿Otro rescate con dinero público?, por José Luis Cerdán


Los "medios" (profesores, empresarios, periodistas...), casi me habían hecho creer que la iniciativa privada asignaba mejor que la pública, los recursos económicos. Parece que sólo es cierto para ciertas empresas de menudeo.

Con las famosas radiales, esto no ha sido así. Por:

- Los estudios previos de viabilidad o eran inexistentes o eran falsos.
- Equivocación intencionada o no, del número de usuarios.
- Errónea relación entre duración del recorrido / peaje.
- Abstracción de la existencia de una vía paralela gratuita

Mi opinión es que se abordaron estas infraestructuras teniendo la seguridad de que dijeran lo que dijeran los análisis de viabilidad, el papá Estado acudiría finalmente al rescate. Es la de siempre "beneficio privado / pérdidas públicas (contribuyente)".

Aparte del rescate, una solución puede ser que en los hasta ahora trayectos gratuitos se implante un peaje superior al trayecto de las radiales.

JLCerdán

24 junio 2012

Ni con IVA ni sin IVA tienen mis males remedio, por Juan MIguel Ortiz Blasco

El Gobierno ha decidido luchar contra las bolsas de fraude fiscal y en particular se le ha ocurrido multar a los pagos en efectivo por más de 2500 euros. ¿Incluye la medida que pasa si se pagan 5000 euros en dos pagos separados 24 horas uno del otro?. Puestos a pagar en negro ¿como demuestras que te han pagado en efectivo? ¿Que pasa si se paga a dos personas distintas de la misma empresa?

La vicepresidenta ha declarado que hay que terminar con lo de ¿sin IVA o con IVA? supongo que habrá convencido a los reacios y a partir de ahora el PIB y la recaudación por IVA iran en paralelo en lugar de formar ángulo agudo.

A mi se me ocurre un procedimiento que pienso que sería más eficaz, tiene sólo dos pasos.

... si quieres continuar pincha aquí

http://jmortizblasco.blogspot.com.es/2012/06/ni-con-iva-ni-sin-iva-tienen-mis-males.html

22 junio 2012

Conseguir algo que leer, en tiempos del Ramiro, por Paco Acosta

Alfonso, en la semblanza que ha hecho de Basilio Palacios, menciona que para satisfacer su ansia de lectura, acudía al cambio de libros.

También Manolo y Angel citan el cambio de TBOs en algunos de sus jugosos comentarios.

Y Kurt parece que también empleaba este medio para conseguir algo que leer.

Yo que en aquel entonces fui asiduo de esta práctica, siempre había creído, posiblemente por un cierto sabor “vergonzante”, que ésta quedaba circunscrita al reducido ámbito de mi barrio de Pacífico y mis amigos de allí.

En “mi blog” he colgado un escrito nostálgico de cómo en tiempos de nuestra estancia en el Ramiro, nos apañábamos para leer sin “agotar” nuestros ahorros, y sin tener que acudir a “dolorosos rescates”.

Para poder leerlo pinchad aquí:

http://dirpacoacosta.blogspot.com.es/2012/06/conseguir-algo-que-leer-en-tiempos-del.html

Con este procedimiento (situar el “texto voluminoso” en el blog personal y mandando a la página principal un “abstract” junto con un enlace que remita al texto) se puede aliviar bastante la zona común.

Somalia, o 'Siempre nos quedará París', por Miguel-Ángel Morcillo


Somalia es el país más pobre del mundo y el más corrupto del mundo (datos internacionales). Se considera un Estado fallido. Está actualmente intervenido por un fideicomiso internacional (ONU, Unión africana y EEUU). Depende para su subsistencia de la ayuda internacional.

Está situada en el  “cuerno de Africa”, con escasas lluvias. La sequía de 2011, la peor en 20 años, ha provocado que 3 millones de personas se encuentren en “hambruna”. La ayuda internacional se ve dificultada por la acción de los grupos islamistas insurgentes. La guerra entre “señores de la guerra” es  permanente.

Son unos 9 millones de habitantes de religión islámica mayoritaria.

Tasa de crecimiento demográfico: 10,92% (1977)

Tasa de mortalidad de < de 5 años: 180 por 1000

Tasa de fertilidad: 6,35 hijos por mujer (4º país del mundo)

Esperanza de vida: 50 años (2010)

PIB: desconocido

En España:

Tasa de crecimiento demográfico: 0,35 % (2010)

Tasa de mortalidad de < de 5 años: 4,8 por 1000

Tasa de fertilidad: 1,39  hijos por mujer (puesto 189 de 222)

Esperanza de vida: 81,63 años (2010)

PIB/ per cápita: 31.800 $

La pobreza en muchos países del mundo, sin duda es dolorosa para las conciencias sensibles, pero lo curioso es el sentimiento de culpa que genera, sobre todo entre los progresistas.

Este sentimiento tiene dos causas, arraigadas en las dos tendencias de las que hablé en un comentario anterior: la llamada derecha sociológica se sentirá más cercana a los sentimientos de caridad cristiana;  intentará ayudar en la medida de lo posible y considerará que así es el mundo, no siempre perfecto. El dolor es intrínsecamente humano, así como las desigualdades.

Para la  izquierda sociológica, sin embargo, el origen es doloso, no culposo :  se debe al reparto “injusto” de la riqueza en el mundo, a causa de la depredación económica  de los países capitalistas, sobre los  productores de materias primas (colonialismo).

Esta creencia considera que la riqueza mundial es finita  (minerales en el subsuelo, volumen de agua, etc)  y que no se puede crear más, así es que lo que hay que hacer es repartirla.

Como no creen en absoluto en la inteligencia, los avances tecnológicos, ni la iniciativa  individual,  la humanidad “rica” (occidental y desarrollada), es culpable de la pobreza del resto, por depredación. De chinos, rusos, o indios, no se habla: son economías planificadas y dictatoriales, cercanas ideológicamente.

El caso de China es paradigmático: es  una dictadura perfecta, (comunismo político y represión,  más  capitalismo de Estado). No espere nadie su condena, aunque haya 656 millones de chinos  en el medio rural subdesarrollado, que incluso tienen prohibido entrar en Pekín. 

Sin embargo,  quieren vivir como los occidentales, así es que fabrican industrialmente (y contaminan), lo que sea necesario y consideran que si Occidente quiere preservar “el planeta”, que lo hagan si quieren, pero no ellos. A los indios les ocurre lo mismo.

No espere nadie condena alguna de esa “insolidaria” conducta. Lo que hay que hacer es paralizar el “desarrollo insostenible” de Occidente y su inmoral “consumismo” (los obispos se oponen a Eurovegas, por eso mismo).

 “Si no tienes argumentos, usa los sentimientos” y para eso valen las ballenas, los osos polares, el calentón del planeta…o el hambre en el mundo.

El hambre en Somalia, o en cualquier parte, es penosa y eso lo sabe bien Tinin, que ha hecho lo que le parecía mejor ante su conciencia “si quieres que algo se haga bien, hazlo tú mismo”.  Hay que ser muy valiente  para meterse en semejantes avisperos. 

Cada uno con  sus motivos, pero saben que dependen de la caridad (no cristianos: solidaridad),  no de ningún “derecho adquirido”. Y eso, gozosamente, es lo que ha hecho nuestro compañero: pedir ayuda y con éxito. “Somos siervos sin provecho: lo que teníamos que hacer, eso hicimos” (Lucas 17:7 con perdón). 

He oído por la radio a monjas católicas, misioneras, prácticamente insultar a los que no eran capaces de desprenderse ni de lo más mínimo, para ayudarlas. Las he oído disculpar a los gobiernos violentos y corruptos de esos países, por temor a su expulsión y he comprendido que esos países, siempre difíciles, se ahorran varios ministerios (sanidad, educación, o fomento), gracias a la ayuda internacional, así es que pueden dedicarse a la guerra, que es lo que les gusta.

Miguel-Angel Morcillo