Érase una vez un hombre que, prematuramente, murió y dejó viuda y tres hijos. La mujer, una vez pasada una semana tras su
muerte, comenzó a pensar en el futuro de la familia y cómo podrían salir
adelante, teniendo en cuenta que ella no trabajaba. Tenían algo ahorrado, un automóvil grande, una
casita en la playa y la vivienda: un
buen chalet en una urbanización alta. Además estaba el seguro de vida…eso, al
menos, es lo que siempre le había dicho su marido, aunque ahora se daba cuenta
de que nunca había tenido acceso a las cuentas familiares.
Pensó que, aunque
modestamente, podrían salir adelante, haciendo, eso sí, algunas economías en gastos no necesarios,
hasta que ella consiguiera un empleo. Pero, enseguida, comenzó a recibir la visita de personas
desconocidas que le pedían dinero, exhibiendo pagarés firmados por su marido
hacía tiempo y que estaban casi vencidos: eran acreedores por deudas de juego y
préstamos no bancarios, a muy alto interés.
Muy a su pesar, tuvo que pagar todas las deudas, vaciando
las cuentas del Banco y vendiendo el coche de alta gama a un amigo de su
marido, por un precio muy inferior al que le darían en el concesionario. Pensó que aún le quedaba la posibilidad de vender
la casita de la playa así es que, resignada, se dispuso a comenzar una nueva
vida con sus hijos, aunque sin dinero en efectivo.
Quiso vender la casita de la playa, pero descubrió que estaba
hipotecada por la concesión de un préstamo, cuyo dinero seguramente había sido
dilapidado en el juego.
La vivienda familiar estaba gravada también con otra
hipoteca de tal manera que, si no podía pagar los plazos, tendrían que
abandonarla.
El Banco no le concedía crédito, dados los
antecedentes familiares y las deudas pendientes.
Pidió prestado a sus amigos y familiares, pero nadie podía
hacerse cargo de una familia entera, de forma permanente, aunque le ayudaron
algo.
Uno de los acreedores, le ofreció la posibilidad de
compartir la vivienda familiar y acordar un alquiler. Era un hombre algo
desagradable, pero ¿qué podía hacer?, necesitaba la vivienda.
Se derrumbó: ¡Estaba arruinada!
Pero lo peor no había llegado: sus hijos, no sólo se opusieron
terminantemente a compartir la casa con
nadie, sino que comenzaron a urgirla, cada vez con mayor apremio, para que
arreglara sus problemas económicos, acusándola de no haberse enterado de nada
mientras vivía su padre, de no haber hecho nada por evitar la ruina y de que ahora
no hacía más que llorar, quejarse y echarle la culpa a su querido padre, sumiéndolos a
ellos en la miseria, con la cantidad de gastos que tenían: gimnasio, coche,
fiestas, viajes, estudios en el extranjero, ropa…
La acusaban de no ser capaz de encontrar dinero y no
pudiendo echarle ya la culpa a su padre muerto, la hacían a ella responsable
del desastre familiar y de su inminente ruina.
De ninguna manera aceptaron suprimir ninguno de los gastos a
los que estaban acostumbrados y que su padre fomentaba.
Así es que, sus queridos hijos, se dedican a denigrarla ante
familia y amigos, por no ser capaz de enmendar los problemas que se había encontrado,
culpándola de todo. La encuentran bloqueada y sin decisión, dando tumbos que no
hacen sino precipitar el abismo y no se creen que su padre los haya dejado tan mal.
Los hijos, finalmente, viven como siempre utilizando las tarjetas de
crédito y esperan la herencia de un tío
muy mayor, que emigró a América y que tiene
mucho dinero. La vida en familia se ha hecho insoportable.
Miguel-Angel Morcillo
En la realidad el marido no muere, ha cobrado una jubilación blindada millonaria y se ha ido con la secretaria a vivir a Copacabana.
ResponderEliminarCerdán
Si es una parábola, no la entiendo (las parábolas siempre se me han dado fatal, empezando por las del Nuevo Testamento; jamás entendí qué diablos querían decir).
ResponderEliminarSi es una historia real, estoy con los hijos: la madre no puede ser más idiota.
Alfonso el Desconcertado
Pues parece una parábola rara o el marido se piró con una indemnización millonaria y dejó las deudas a su familia.
ResponderEliminarEs curioso ¿a nadie se le ocurre que el problema se resuelve si los hijos dejan de gastar lo que no tienen y se pone a trabajar toda la familia?
ResponderEliminarPara mi es que muestra, y no como parábola o como elipse, el problema de la educación que se ha dado a los hijos en una sociedad de consumo, a la cual pertenecemos. Sin gastar tanto y con, quiza, un poco mas de respeto ¿Cuantos hay con hijos treintañeros en casa, vivieno a la sopa boba, con todo resuelto, sin responsabilidades, con total libertad incluso de cama y vanagloriandose de que para qué se van a ir de casa?.
ResponderEliminarAngel.
Cada vez sospecho más que Míguel-Ángel nos ha tendido una parábola. Para que computen las deudas al ejecutar un testamento hace falta que hayan sido elevadas a públicas. Las hipotecas se formalizan ante notario, con lo cual adquieren esa calificación, y los préstamos bancarios cuando menos se visan por un corredor de comercio, con los mismos efectos, pero un pagaré (por deudas de juego o por lo que sea) vale menos que el papel en que está escrito si los beneficiarios del testamento no lo reconocen, o sin un pleito que puede llegar a ser eterno tras el cual la sala de lo civil de nuestro tristemente célebre tribunal supremo sentencie que sí, que la deuda existe. El abogado de la señora que tan novelescamente nos describe Miguel-Ángel se lo habría explicado en plan 'la primera en la frente'. Si a pesar de eso la señora pagó (aún peor: si aceptó pagar sin buscarse un buen abogado) es que era tonta de solemnidad, con lo cual todo lo que le haya podido pasar le estará muy bien empleado.
ResponderEliminarLo que sí me gustaría entender es qué nos propone Miguel-Ángel con esta inverosímil parábola sobre la cretinez absoluta. ¿Algo que ver con nuestra oronda vicepresidenta, por un casual?
Alfonso el Taimado
Alfonso no te hagas el despistado, la mujer es España, el marido Zapatero, el abogado de la mujer es Rajoy y los hijos somos los que protestamos por los recortes. No encajan Gallardón, Esperamza Aguirre, Camps, Feijoó, Bono, su sustituto, la Barberá, Blesa, Olivas etc..
ResponderEliminarCerdán
El de los pagarés, según eso, debe ser Frau Merkel. ¿No?
EliminarAlfonso
Y si Miguel Angel no nos estuviera planteando ninguna parábola, elipse o hipérbole?
ResponderEliminarY si fuera uno más de los casos rerales que se han dado, se dan y se darán en el seno de las familias en las que ningún miembro está dispuesto al sacrificio conjunto con el fin de reconducir la situación?...
Si no veis la realidad es que no habeis tenido ningún caso similar próximo.
Tal vez Miguel Angel si lo haya sufrido en su entorno próximo...
Abzs.
Lo de 'parábola' no va por lo geométrico, sino por las cachondadas que nos contaba el camarero secreto de su santidad cuando aún no estábamos en condiciones de defendernos (piensa en los panes y en los peces, y te aclararás). En cuanto a casos reales, pues los he visto muy siniestros, pero de tíos que se mueran aún jóvenes comiditos por las deudas de juego, viudas tan pánfilas que no sabían nada de nada y niños tan majos como los que pinta Miguel-Ángel, ninguno. He visto madres amantísimas que por sorpresa y sin avisar han puesto en la calle al bobo de su marido tras sacarle hasta el hígado, y maridos que con tal de recuperar su juventud lo han mandado todo al carajo sin importarles que les costara la hijuela (y sin poder siquiera imaginar que a la vuelta de tres o cuatro gatillazos serían ellos los enviados a espigar), y hasta señoras decentísimas que se han hecho poner un ojo a la funerala (por su hermana gemela) para poder cargar al marido un 'malos tratos' inapelable, hacerle dormir unas cuantas noches en el trullo y dejarle poco menos que en pelota, pero desde que los registradores de la propiedad no dejan inscribir hipotecas sobre segundas viviendas sin la presencia -y la firma- de la esposa, no he visto una de casitas en la playa hipotecadas por deudas (y prefiero no volver a explicar lo de los pagarés). No digo que no pueda ocurrir, pero me temo que antes de ver algo así rezaríamos a San Carrillo mártir. Ahora, si estuviéramos hablando de acontecimientos acaecidos antes de 1931 sí que me lo podría creer. Entonces sí ocurrían cosas como ésa. A eso se debió, entre otras razones, que nuestros abuelos se dieran una república, los unos a los otros.
EliminarAlfonso, el nacido un 14 de Abril
Indudablemente es una parábola, estoy con J Luis.
ResponderEliminarMarido muerto: Zapatero (pero que de muerto no tiene nada, vivo y muy "vivo")
Madre: España o el propio Rajoy.- Pero Rajoy viudo de Zapatero, no encaja...
Lo que no he acabado de digerir es quién es el señor desagradable que ofrece compartir la vivienda; podría ser frau Merkel, pero ésa no comparte nada de nada. ¿No será Rato? No, tampoco; los bancos tampoco comparten nada...
Lo de las deudas sorpresivas está clarísimo...
Nos queda solo que aparezca el tío rico de América.
En la familia falta un personaje, muy de moda desde hoy: una prima gorda que no para de comer y amenaza hasta con comerse a los hijos.
¿Acierto?
¡¡¡ Ja ja !!! Muy bueno, Miguel Angel... te vas a hinchar a recibir acepciones.
Al tío, Soraya Saénz de Santamaría le hizo hace poco una visita sorpresa, le llevó de regalo un traje de torero.
ResponderEliminar... y Rajoy también ha ido a ver qué tal le sienta
EliminarLa familia empieza a ver luz al final del túnel porque el hijo andaluz acaba de conseguir que una empresa afín le meta en un ERE.
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