...POR JOSÉ LUIS TORRALBA MARCO
Ramiro
de Maeztu; curso 52-53 del pasado siglo XX. En “tercero” teníamos de profesor
de ciencias a D. Joaquín Ortiz Muñoz, hombre que, con independencia de su
vínculo fraterno con nuestro Director, era persona mediática (tenía un programa
de divulgación médica en Radio Madrid, que se llamaba “Plasmón”) y sobre todo,
tenía muy mal carácter; fama merecida de “hueso” y de poco “filing” con el
alumnado, al que yo tenía el honor de pertenecer por aquel entonces; su apodo
era “Don Célulo” por su reiterada referencia a tal minúscula parte de nuestro
organismo, además de todos los huesos, músculos y vísceras que se empeñaba en
describir al dictado, que nos apresurábamos a manuscribir, sin posibilidad de error, porque no se repetía
nunca.
Hay
que aclarar previamente que, en el laboratorio de Ciencias del Instituto, que
creo, -han pasado muchos años- estaba en la última planta, había entre otras
cosas curiosas, por ejemplo un feto en
formol, fósiles, minerales etc. un esqueleto autentico, esto es, digamos, de
cuerpo presente, no de plástico que, por aquel entonces, no se prodigaba
demasiado, ni bajo el nombre de “plexiglás”, esto es, un esqueleto, como se
dice ahora, “por su sitio”, no de “carne y hueso”, esto es, de hueso, mondo y lirondo.,
Un
buen día, aparece Don Célulo en clase;
serio –como siempre-; mirada adusta –como siempre-, pero esta vez mas;
ahora diríamos, “cabreado” y nos espeta, sin mas:
“En
el laboratorio de Ciencias, teníamos un esqueleto” (Silencio)
“Pero
vinieron los “barbaros del norte”….Y rompieron el esqueleto….”
No
recuerdo las diatribas que siguieron al caso, dedicadas a los barbaros del
norte que sin duda fueron aquellos que, todavía en el campo abierto de asfalto
que estaba a la izquierda del edificio principal, cogieron al esqueleto y se lo
bajaron a no sé qué partido, que posiblemente sería importante, contra el
Madrid, el Estudio o qué se yo. En todo
caso eran los antecesores de lo que luego ha sido la “Demencia”. Y lo que está
claro: lo llamaron “GARIBALDI” que, desde entonces, había muerto.
Bueno,
si no muerto, por lo menos, se había roto….
Gracias por la anécdota que no conocía. D. Célulo era mi abuelo a quien casi no conocí ya que falleció a finales del 53. Efectivamente tenía un programa de divulgación médica que dio lugar a unos libros con el título Plasmon en los que se recogían los guiones emitidos por Radio Nacional de España. Esto fue a finales de los 40, como tu dices, del pasado siglo XX.
ResponderEliminarNo me acordaba de esa anécdota; esto también es historia. Felicitaciones y gracias por compartirla.
ResponderEliminarFrancisco González García