11 julio 2013

Ramiro años 40 y D. Luis Ortiz


 El Ramiro en los años 40 y Luis Ortiz Muñoz, por Kurt Schleicher

    Esto es otro ejemplo de cosas que suceden por casualidad.

   Hablando con “nuestra profesora con encanto” Carmina Ortiz, que ya sabéis es hija del antiguo director del Ramiro D. Luis Ortiz Muñoz, me comentó que estaba buscando un libro relativamente antiguo en el que colaboró durante mucho tiempo su padre, cosa que recordaba de cuando era una niña, pues lo hizo en gran parte en su domicilio familiar.  Yo me ofrecí a buscarlo por internet, pues en el Ramiro no existía ningún ejemplar.

   El título me llamó la atención: “10 años de servicios a la cultura española (1939-1949)” apareciendo como autor José Ibáñez Martín, nombre que a más de uno le sonará, pues fue el primer Ministro de Educación tras la época de la Guerra Civil.

   Mis pesquisas ayudado por mi hijo, que buscando libros en internet es un águila, fueron bastante infructuosas; ni rastro del libro. Lo único práctico que salió de las investigaciones  fue que aparecía en los archivos de la Biblioteca Nacional. Evidentemente, es un libro que se puede considerar antiguo, pues su edición es de 1950.

   De forma que hice lo único que podía hacer: ir a la Biblioteca Nacional y tratar de ver si podía pedir prestado el libro, para de esta forma poder enseñárselo a Carmina, que al mismo tiempo seguía tratando de encontrarlo en el entorno familiar.  En la biblioteca tuve alguna sorpresa; la primera, desagradable, pues me aclararon que solamente existía un ejemplar y que, al ser un libro clasificado y único, ya podía olvidarme de sacarlo de ahí (aparte que hay que estar en posesión de un carnet especial de investigador, con lo que el asunto se complicaba). La segunda fue casi cómica, pues tras tener que aguardar algún tiempo, apareció la señorita encargada de buscarlo; la ví venir de lejos, y me pareció muy bajita, pequeña y encima contrahecha, pero no; era una ilusión óptica, pues ella era muy normal y lo que era enorme ¡era el libro! , que además la obligaba a andar en una postura que recordaba a una “Z”. Con algún esfuerzo logró ponerlo en el mostrador, y allí estaba: aunque no lo medí, a ojo debería ser de casi medio metro de alto, 20 cms de gordo y unos 35 a 40 cms de ancho. El peso debía de rondar los 15 kgs o más, forrado en piel. Parecía de verdad una biblia de la Edad Media o uno de esos incunables que se ven en los museos diocesanos.

  En fin, que me asignaron un pupitre en la enorme y preciosa sala de lectura de la Biblioteca llevando el mastodóntico libro (más de un lector volvió la cabeza mirándome con gesto estupefacto; debía parecer un investigador de incunables…) y me dispuse a echarle una ojeada.

  Lo primero que hice fue buscar algo del Ramiro, y lo encontré, por supuesto: son las 7 páginas adjuntas al final, de las que encargué naturalmente copias y las acabo de recoger. Pero el libro es bastante más: es un informe completísimo y detallado de lo realizado por el Ministerio de Educación en los primeros 10 años tras la terminación de la Guerra Civil española, con todo lo que conlleva de esfuerzo por levantar de nuevo el aspecto educacional de los españoles tras aquél desastre. Se trata de un informe detalladísimo de todas las Escuelas, Colegios, Institutos y Universidades que renacieron en esos años, incluyendo hasta presupuestos, evaluaciones, organizaciones, objetivos logrados, etc, etc. Independientemente de que el entorno político era obviamente muy especial por las directrices marcadas por el general Franco (y más en ésos primeros años) y que en consecuencia los matices son obviamente acordes “con el momento de la historia”, es innegable que el informe es excelente y exhaustivo. Lo que hay que resaltar es que el mérito no creo que sea del ministro que aparece como autor del libro, sino de los colaboradores que lo hicieron posible y muy especialmente de Luis Ortiz Muñoz, sin desmerecer que la integración se realizara probablemente por el propio ministro Ibáñez Martín; ya se sabe que “unos tienen la fama y otros cardan la lana”. Gran parte del contenido del libro se debe a las largas jornadas restando tiempo a sus horas libres que Luis Ortiz le dedicó en su casa, cosa de la que es testigo Carmina, naturalmente. (Posteriormente me volvió a llamar la propia Carmina con la buena noticia: había localizado el ejemplar del libro que tenían en su familia, para que no tuviera que seguir buscando y agradeciendo amablemente mi ofrecimiento. Estupendo).

 

   Esto me lleva a pensar en la personalidad de nuestro director del Ramiro (tras un breve periodo en que lo fueron J. Mª Albareda y Lorenzo Vilas entre 1939 y 1940)   entre los años 1940 y 1975, año en que se jubiló por motivos de salud, falleciendo poco después en el mismo año. Es decir, nada menos que 35 años de director del Ramiro, realizando una labor ingrata y poco visible, pues son 35 años de aunar esfuerzos, gestionar todos los aspectos del Ramiro, encauzar su orientación (que ya sabemos fue de más amplias miras que en otros institutos) y encima compaginar todo esto con sus otros cargos, que en esos años ya fueron varios en el Ministerio y que le permitían mover los hilos a favor del Ramiro desde una buena posición: Secretario General Técnico del Ministro de Educación Nacional (desde 1939), Consejero Nacional de Educación (desde 1940), Director General de Enseñanza Media y Universitaria (desde 1942 a 1951), Secretario General Técnico del Mº Educación Nacional (1942-1951) y Subsecretario de Educación Popular (desde 1946 a 1951). Probablemente, por las fechas, el libro lo desarrolló para el Ministro entre 1946 y 1950. Los nombramientos y reconocimientos de Luis Ortiz Muñoz son tantos, aparte de los mencionados, que exceden del ámbito de este artículo y merecen una semblanza aparte.

 

    Y, repito, todo esto compaginado con su labor de Director del Ramiro, que aunque no podía contar con su presencia continuada, ejercía un seguimiento continuo y estricto con su equipo, delegando cuando fuera necesario en el Vicedirector. De las referencias  de Tomás Alvira y Manuel Mindán en sus respectivos libros sobre el Ramiro, se reunían muchas tardes para intercambiar información de todo lo que sucedía en el Instituto, seguido casi siempre de entrañables cenas de trabajo en las que continuaban esta labor, por cierto, amenizadas a veces por algún concierto de Leopoldo Querol. Destacan su infatigable labor y el corazón que ponía en su trabajo. Me pregunto cuántas veces aparece la firma de Luis Ortiz como máximo responsable de todas las decisiones tomadas en el Ramiro durante 35 años… desde luego, en mi cartilla escolar aparece siempre, año tras año…

    Quiero resaltar que esta oscura (para los alumnos) labor de director no era deshumanizada en absoluto, pues D. Luis fue una persona de enorme corazón, que amaba al Ramiro como un hijo más (sacrificando incluso tiempo de estar con los suyos), que se preocupaba de su evolución desde las diferentes “atalayas” que le proporcionaban sus múltiples cargos y que mantenía un contacto muy vivo con los profesores también desde sus responsabilidades en el Ramiro como miembro del Patronato y del Claustro (que se reunía mensualmente), así como presidente del Consejo de Administración y de la Junta Económica.
 

    En definitiva, una increíble labor que me da la impresión que no ha sido reconocida por todo lo que ha supuesto. Ah, y además era el catedrático de griego, por lo que alguno de “los de Letras” podrá decir mejor que yo sus experiencias con D. Luis como profesor… (también fué catedrático de latín, pero como tal solamente ejerció antes de la re-fundación del Ramiro en 1939).

     Creo que Luis Ortiz es un ejemplo de sentido de la responsabilidad, que no es lo mismo que ser responsable; “sentirse” responsable es algo más, que te lleva a sacrificar mucho de tu vida en aras de conseguir unos objetivos acorde con unos ideales, que no eran otros que la mejora de la Educación en España. Todos sabemos que el Ramiro siempre fue considerado como un instituto modélico, cosa que se lo debemos a la calidad de nuestros profesores y también en gran medida a su máximo responsable durante tantos años.  En cuanto a su persona, a pesar de su aspecto serio como director, era una persona bastante más cálida, como buen sevillano de pro, ciudad de la que fue nombrado “hijo predilecto”, donde hay una calle con su nombre y aún le recuerdan con cariño por sus desvelos por las tradiciones sevillanas.  Andalú… ¡casi ná!...

  Y ya, del libro, recojo la parte dedicada al Ramiro que redactó el propio Luis Ortiz y que obviamente pertenece al final de los años 40, añadiendo un toque reporteril de la época de su juventud, en la que también ejerció como periodista.

  Si el libro parece un incunable, estas páginas desde luego que lo son.






 

  KS, Julio 2013

7 comentarios:

  1. Muy buen trabajo, "investigador de incunables"
    En mi opinión, el folleto que encontramos en las librerías de viejo de la Cuesta de Moyano es una traducción al inglés de estas siete páginas. Quien desee ver el citado documento lo encontrará en la siguiente dirección: http://tricente.blogspot.com.es/p/el-documento-que-os-presento.html
    Te reitero mi felicitación por este artículo.

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    1. Gracias, Vicente.
      Desde luego debe tratarse de una traducción de estas páginas al inglés, pues no hay más que ver el estilo en la traducción inglesa: ... "The Center received his new name at the end of the Glorious National Movement, in honor of Ramiro de Maeztu, the great writer who gave his life for God and Spain"...
      Es evidente que esto no lo escribe un anglosajón a las primeras de cambio, ni siquiera en aquella época. Ergo, es una traducción.

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  2. Muy interesante la aportación de datos que desconocíamos de nuestro Director. En aquella época sólo le conocíamos por su figura y su firma. El texto, en la línea de los del NODO.

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  3. Curioso. Yo con ayuda de RM Muro he encontrado otro incunable, que ya he escaneado, que contiene las fotos que habeís publicado, y una aseveración que me deja perplejo de como y por qué se hacia el reparto de alumnos en A, B, C.. atendiendo a su coeficiente intelectual y a su complexión física. Racismo puro sobre el año 42... Increíble. Es muy extenso y no se como hacer para colgarlo.

    Además tenemos novedades del escudo

    Manolo

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  4. Muy buen trabajo Kurt. Un pequeño detalle, el autor de las inscripciones latinas, como de casi todas las que se hicieron en los primeros años del franquismo, era, precisamente Luis Ortiz.
    En 1975 fue nombrado Director Honorario del Ramiro.
    Otro detalle interesante de su biografia fue la dirección desde el 63 al 75 del Bachillerato Radiofónico en el que participaron muchos profesores del Ramiro y cuya Secretaría estuvo, los primeros años en el Instituto.

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    1. Muchas gracias por la info. No sé dónde he leído que entre otros muchos monumentos, el arco que preside la entrada a la Ciudad Universitaria tiene una inscripción em latín que es igualmente de Luis Ortiz. Tampoco es raro, pues D. Luis fué nombrado Coordinador de la creación de La Ciudad Universitaria de Madrid y además vicepresidente de la Junta Constructora, de forma que no tenía nada más que pedirse permiso a sí mismo...

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  5. Tengo el libro de José Ibáñez Martín, por si a alguien le interesa. Mi correo es esterruiz@hotmail.com

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