Capilla-Museo del Ramiro de Maeztu, por Manolo Rincón
El Instituto
Ramiro de Maeztu, tuvo desde su
fundación en 1.939, la orientación religiosa propia de aquella época, que se
centraba en el Catolicismo y que ha ido evolucionando hasta nuestros días. En este
pequeño trabajo, realizado en colaboración con el Departamento de Historia
actual, del Instituto, voy a referirme a la Capilla católica que ha existido siempre
en el Centro y su evolución en el tiempo hasta nuestros días.
En 1.939,
debemos de pensar, que el aspecto religioso de la formación de los alumnos, se
consideraba algo esencial para fomentar los valores humanos de los asistentes a
los cursos de un Instituto, lo cual estaba acorde con la ideología del Régimen
Franquista de aquellos momentos.
Por esta
razón, el Ramiro contó desde el decreto de su fundación, con una Capilla
propia, independiente de la Iglesia del Espíritu Santo, que pertenecía al CSIC
y que solo se utilizaba para grandes solemnidades, como podían ser las primeras
comuniones o confirmaciones.
Esta Capilla
estaba situada, en un principio, en la segunda entreplanta del edificio de
bachillerato.
Era una Capilla
sencilla, que constaba de un altar central, unos bancos para los fieles,
candelabros para las velas, y unas cortinas de color rojizo en el fondo.
Un pequeño
sagrario y la imagen de la Virgen María y el Niño, completaban el conjunto.
Yo la
conocí por vez primera en el año 1.957 y se utilizaba para celebrar la misa, de
asistencia voluntaria, en la hora del recreo y rezar el rosario al término de
las clases matinales, también de manera voluntaria.
Otra
utilidad que tuvo, era en Pascua Florida, cuando se realizaban las confesiones
anuales de los alumnos que así lo deseaban.
Al hacerse
cargo de la Dirección Espiritual del Instituto el Padre Granda SJ, era éste el
que decía misa y confesaba ciertos días de la semana en ella. Todo ello siempre
tuvo un carácter voluntario y nunca se obligó a los alumnos a asistir ninguna
de estas actividades.
Los
sábados por la tarde se utilizaba para los retiros, a los que voluntariamente
asistían algunos alumnos de los cursos del bachillerato superior.
En
noviembre se realizaban ejercicios espirituales en ella, estos si de carácter
obligatorio.
Después de
la etapa del Padre Granda, D. Fidel García Cuellar (Opus Dei), se hizo cargo de
la capilla.
En el
trascurso de los años, el número de católicos practicantes ha ido rebajándose
en nuestro País y esto se ha traducido al alumnado del Instituto, que ya se
interesa poco por temas religiosos. Por esta razón la dirección del Instituto
tomó la decisión de trasladar la Capilla existente, al Museo Religioso del
Centro, unificando funciones, lo cual estaba justificado, por la razón antes
expuesta.
Por otro
motivo, otra razón para el traslado, fue que había aumentado el número de
alumnos y profesores, lo que añadía mayor complejidad para atender
convenientemente a la organización del Centro y así fue como en ese espacio,
antes Capilla, se instaló la Jefatura de Estudios que aún permanece en dicho
lugar.
El Museo
Religioso está situado en el pasillo de la primera entreplanta, que termina en
el anfiteatro. Es una sala, que cuenta con unas admirables pinturas murales
(frescos), del Sr. Cobos, un catedrático de dibujo de la primera época del
Ramiro y que posteriormente fue un pintor importante y crítico de arte. Parece
ser que la idea original de crear dicho Museo, fue de D. Luis Ortiz Muñoz.
Existen
dos paneles de pinturas, situados en los muros laterales del Museo. Estas
pinturas, del Sr. Cobos, son de una gran calidad y valor artístico que deben de
conservarse como patrimonio histórico del Instituto:
Panel con la Historia de la Iglesia
A la
izquierda, siguiendo el orden en el que se ha realizado todo el conjunto del
panel, en el centro del mismo está la figura de Jesús y a ambos lados los
diferentes Papas del Siglo I al Siglo XX. Debajo y con la misma cronología
aparecen referidas todas las corrientes
que han sido condenadas por la Iglesia, simbolizadas como ángeles caídos. En su zona más destacada, se hace un recorrido
por la Historia de la Iglesia. En lo que podemos considerar la predela del
fresco, se representa por medio de mapas, la expansión del Cristianismo en el Mundo.
Detalles de los frescos donde se aprecia la minuciosidad del
trabajo
En el muro
de la derecha, se muestra la Vida de Nuestro Señor Jesucristo, mediante tres
paneles, donde figuran Infancia, Pasión y Vida Pública.
Panel derecho
Detalles del mural derecho
El Museo contaba
con el mobiliario adecuado para guardar las prendas de oficiar Misa y útiles
para las ceremonias. También existía una gran mesa central con sillones, sillas
y unas maquetas de las Catedrales de Santiago de Compostela y Toledo, así como del Monasterio del Escorial,
todas ellas realizado en escayola de color blanco.
Fotografía de los años 40 del Museo Religioso. Panel derecho
Panel Izquierdo y mueble para guardar útiles de oficiar Misa (años
40)
Completaba
el conjunto un bello diseño de los momentos de la Pasión del Señor, denominado
habitualmente Reloj de la Pasión.
De este
conjunto de piezas, se han perdido las tres maquetas y también el Reloj de la
Pasión.
Tenía el
recinto, una iluminación cenital y tres ventanas a la fachada exterior.
Vista del mobiliario y del panel izquierdo del Museo Religioso en
los años 40. Se aprecia la iluminación cenital.
En el
acondicionamiento, al que nos referimos, se retiró la mesa central y el resto
de mobiliario, para permitir la instalación de bancos de madera para los fieles
y para que pudiese ser capilla. Se colocó, en la cabecera, un Altar, con Sagrario,
y una bella Virgen con el Niño en los
brazos. A izquierda y derecha del altar, se construyeron dos habitaciones, una
de ellas dedicada a ser Sacristía.
Imagen de la Virgen que preside la Capilla
Para
completar la adecuación a Capilla, se instalaron dos figuras talladas en madera
de un barroco avanzado, a izquierda y derecha del Sagrario. Una representa a
Santa Teresa y otra a San Juan Evangelista, que también se encontraban en el
Museo Religioso anteriormente.
Altar actual
Santa Teresa y San Juan Evangelista (estatuas barrocas de gran
valor artístico)
Desde el
año 2009, se han expuesto en el recinto diferentes objetos religiosos, entre
los que merece ser destacado el Sagrario de la antigua Capilla.
Sagrario de la antigua Capilla
En el año
2.013, esta Capilla pasa a denominarse Capilla-Museo, uniéndose las dos funciones
que ha tenido el recinto y preservándose
para el futuro, de esta forma, tan valioso espacio, de paso que se evitan más
pérdidas de objetos patrimoniales de valor.
La razón
de esta nueva denominación es la siguiente:
Algunas
personas influyentes hoy en el Instituto, opinaban que la Capilla debía de
desaparecer, por su escasa utilidad actual y por la necesidad de espacio en el
recinto del Instituto. Se pensó en que pasase a ser un aula. Esto sin duda
habría sido fatal para los frescos del Sr. Cobos, que tarde o temprano hubiesen
sido dañados de manera irreparable.
Para
preservar este espacio, que podemos considerar histórico y del que ya han
desaparecido varias piezas importantes,
como se ha señalado anteriormente, se presentó dentro del Consejo Escolar, en
el cual se debatió este tema, el siguiente escrito:
“Capilla actual
en el Instituto.
El lugar que en la actualidad ocupa la
Capilla - Museo Religioso, responde a la fusión que se hizo en el curso
2009-2010 de las dos funciones, que este espacio ha tenido.
En el curso 1939-1940 fue Museo Religioso,
fundado y concebido, para poder complementar la enseñanza de esa asignatura,
entonces importante, que era la Religión, para después, quizá a partir de 1964,
convertirse en la Capilla actual del Instituto, al utilizarse la antigua para
otros menesteres.
Este espacio tiene unas singularidades, que
es interesante destacar.
De planta rectangular, en sus dos muros
laterales, está bellamente decorada con pinturas al fresco realizadas por el
que fuera Catedrático de Dibujo en el Instituto, Sr. Cobos.
Los frescos que decoran el muro lateral de
la zona del Evangelio están concebidos a modo de retablo, que se
despliega en horizontal a lo largo del lienzo de la pared. Las escenas están
delimitadas por el empleo de elementos arquitectónicos en los que predominan
pequeños arcos de medio punto y sobre ellos cierta referencia a los apuntados.
El conjunto resultante tiene una gran belleza plástica y mucha calidad en el tratamiento de las imágenes y en la forma en la que el color se ha aplicado, para que al jugar con la luz se obtengan unos suaves y delicados volúmenes. Asombra la delicadeza del dibujo con el que el pintor perfila sus imágenes. Lo hace con precisión a la vez que con finura. Esto muestra la gran maestría del artista, Sr. Cobos, que lo realizó.
Frente a este muro, las pinturas se
disponen en una composición más unida y cohesionada lo que se comprende porque
el tema que en él se expone es la Ciudad de Jerusalén.
Este fresco nos sitúa con total rigor y exactitud en Jerusalén. Un Jerusalén con una gran vida urbana, con sus calles, viviendas, lugares significativos, personajes...Así se nos introduce en su urbanismo el que tanta importancia alcanzó en aquellos momentos históricos.
Los temas que los frescos representan son
esencialmente históricos. Con escenas del Antiguo y Nuevo Testamento.
Otro punto de vista a señalar es cuál fue
la intención del pintor al realizarlos, desde luego responde al espíritu que
impregnaba a la sociedad española en aquellos momentos, su reconocimiento a la
Iglesia Católica.
Parece conveniente distinguir con la mayor
claridad posible tres núcleos de interés en este magnífico trabajo:
El evidente carácter histórico-didáctico que posee.
Su significado teológico.
El valor artístico.
Cada uno de ellos por sí mismo requiere un hondo análisis que deberá hacerse con rigor y detenimiento, pero que tan sólo contemplando los frescos se reconocen los tres en su conjunto.
Con toda probabilidad el Sr. Cobos contó
con un profundo asesoramiento cultural acerca de los temas que va mostrándonos.
Quién o quiénes fueron estas personas, hasta el momento lo desconocemos. Pero
todo se hizo con extraordinario cuidado para evitar errores porque una vez
realizado el trabajo resultaría imposible subsanar.
No existe en estas pinturas el menor atisbo
de proselitismo confesional, una vez más repito que sólo la función histórica y
didáctica es lo que el pintor pretendió legarnos.
Estamos ante un Archivo, en el cual se
encuentran numerosas y diversas imágenes vinculadas al Antiguo y Nuevo
Testamento, la Ciudad de Jerusalén, con iconografías que nos permiten reconocer
y en otros conocer a quienes protagonizaron importantes momentos de la Historia
de la Iglesia, complementadas con mapas de su expansión en diferentes épocas.
Me pregunto, ¿éste es el legado que
se quiere destruir o alterar?.
Cada una de las escenas con sus imágenes de
estilo naturalista, los elementos con los que se acompañan, no son otra cosa,
que partes de una totalidad, de un macrocosmos, de la historia de unos
acontecimientos ocurridos en un tiempo real en los que se ponía en marcha un
movimiento religioso-social que iba a cambiar mucho de lo que hasta entonces se
tenía por válido.
Y esta Historia se encuentra en nuestro
Ramiro, nos ha llegado sin esfuerzo alguno por nuestra parte y en virtud de qué
necesidad se pretende cambiar y destruir?.
Son estas pinturas parte de un conjunto más
amplio, que se extiende por todo el edificio, que se completa con las que su
autor, el ya citado Sr. Cobos, realizó en diferentes estancias de nuestro
Centro: Departamento de Matemáticas, Laboratorio de Biología y en el Teatro.
Por tanto se trata de un legado
histórico-artístico muy importante que todavía enriquece más al abundante y
diverso Patrimonio que nuestro Instituto posee.
La función que actualmente se le ha
asignado a la Capilla-Museo Religioso preserva estos frescos y evita su
deterioro y desaparición como ya ha ocurrido con el Reloj de la Pasión, además
de las reproducciones de la Catedral de Santiago de Compostela y El Escorial,
que yo recuerde. Ambas estaban realizadas en escayola.
Se trata no sólo de conservar lo recibido
por su valor, significado, importancia y calidad, que, por supuesto, lo es.
No sólo es legar lo que nos ha llegado
intacto porque responde al trabajo, esfuerzo y creatividad de quien lo realizó,
que, asimismo, lo es.
No sólo es mostrar a nuestros alumnos que
hay que conocer uno de los pilares de la cultura occidental que con tanta
maestría y conocimiento histórico nos muestran las pinturas del Sr. Cobos, que,
por supuesto lo es.
Es también que se sientan orgullosos por pertenecer a un Instituto que ha sabido conservar y cuidar, durante tanto tiempo sus, podemos llamarlos, tesoros artísticos. Para que aprendan a respetarlo y cuidarlo.
Cómo se puede justificar, ni entender, que
todo lo anteriormente expuesto pueda ser sustituido por: pupitres, sillas,
pizarras, ordenadores, cañones y por todos los diversos materiales
electrónicos, imprescindibles sin duda, hoy en día para una enseñanza de
calidad y de excelencia, pero en sus espacios "ad hoc". No quitando,
apartando ni destruyendo, los lugares artísticos que vienen de las propias
raíces de la institución.
La enseñanza siempre debe tener como objetivo construir a partir de unos firmes y seguros cimientos y con los bienes del ayer reafirmar el hoy.”
El
resultado fue el expuesto. Se aceptó conservar el espacio, pasando a
Capilla-Museo, con el fin de que en el futuro no se intente de nuevo que sea
aula. De esta manera se preserva un conjunto histórico, patrimonio del
Instituto, que consideramos de alto valor artístico-cultural.
Crucifijo procedente de la antigua Capilla
A lo mejor lo he soñado. Por lo menos en los cursos 1957 a 1959 era obligatoria y controlada la misa adicional-semanal en la Iglesia del Espíritu Santo. Lunes los de 1º, Martes los de 2º, Miércoles los de 3º, Jueves los de 4º, Viernes los de 5º y Sábados los de 6º. Las oficiaba rápidamente el Padre Mindán y dirigía el rezo del Rosario a gritos el P. Granda, alguna vez aparecía el P. Galindo recordando la conservación de los bancos. El P. Granda daba instrucciones en caso de lipotímias, dado que había que asistir sin desayunar si se quería comulgar. La duración del ayuno iba disminuyendo con el transcurso de los años.
ResponderEliminarEl Museo Religioso debía permanecer cerrado con lo cual su objetivo pedagógico quedaba inoperante. Yo sólo recuerdo la capilla que estaba entre la 2ª y 3ª planta y no recuerdo haber asistido allí a ninguna misa. Si a alguna charla truculenta, recuerdo una sobre los espermatozóides entrando por el sumidero del lavabo, un medio aborto.
La misa era el Espíritu Santo era "obligatoria", hasta cuarto. Yo iba pocas veces pues el autobus llegaba a las 9 y jamás me llamaron la atención. La decía el Padre MIndán.
EliminarTodos los cultos que se hacían en la capilla, situada en la segunda entreplanta, eran voluntarios, salvo los ejercicios espirituales. Yo fui muy poco a esa capilla. Era dominio de Granda primero y luego de Cuellar.
El museo religioso, estaba en efecto cerrado, y solo recuerdo que nos llevase el Padre Gabino en dos ocasiones.
Ahora es un espacio dedicado a capilla, y que como puedes apreciar cuenta con unas maravillosas pinturas de Cobos, dignas de ser conservadas, con independencia de la ideología que se tenga.
El día 14, al cabo de 50 años, espero que se incluya en la visita turística al Instituto.
EliminarEl Museo Religioso permanecía cerrado con lo cual su objetivo pedagógico quedaba inoperante.
ResponderEliminarMe recuerda a señora de determinado pueblo y que ha emigrado a Barcelona visita a su prima que todavía vive en el pueblo para ver las reformas que ha hecho recientemente en la casa:
Prima que bonito te ha quedado el cuarto de baño.
Sí es verdad, gracias a dios no he tenido ocasión de usarlo.
(sólo lo podían utilizar los enfermos, los sanos al corral como siempre)
En la misma línea estaban las casas con dos cocinas, una para enseñar con todos los adelantos y otra para usar
Cuando vengas por Madrid José Luis, si hay ocasión te enseñaré el actual museo religioso. Yo para este artículo he estudiado con detalle el tabajo de Cobos, y realmente es admirable, no solo por la calidad pictórica del mismo, si no por como transcribe la Historia de la Iglesia.
ResponderEliminarMe encantaría ver el Museo
Eliminarlo verás
EliminarEstupendo artículo. Y ¡que bien que se hayan conservado, en tan buen estado, las pinturas de D. Antonio Cobos, y el local se haya “protegido” al hacerlo Museo-Capilla!
ResponderEliminarEn nuestra época del Ramiro, no creo que ni siquiera nos dejaran entrar allí. Por tanto espero que podamos visitarlo con ocasión del cincuentenario de la promoción.
En cuanto al Reloj de la Pasión del Señor ¿alguien conserva, al menos, una foto?. Todo lo que he encontrado referente a los llamados “relojes de la pasión”, son dibujos. Pero en el caso del que “teníamos” en el Museo Religioso del Ramiro, ¡era mecánico y con movimiento!. Una lástima que se haya perdido…
¡Animo Manolo!. Creo que ahora debes continuar esta serie, y dedicar otros artículos a las otras pinturas del Ramiro (en los “museos” de Matemáticas y Ciencias Naturales, y en el Teatro-Salón de Actos,….), ¡si es que se conservan!
Paco, efectivamente me has adivinado las intenciones. Es lo que tengo en mente para hacer. Gracias por los ánimos y sugerencias
EliminarHay lugares que deben preservarse y éste es uno de ellos.
ResponderEliminarA la vista de alguna de las fotos, podría utilizarse ocasionalmente como lugar de reunión del claustro de profesores y así se le podría dar incluso una utilidad adicional sin menoscabar su legado.
En mis ocho años de estancia en el Ramiro (1945-1953), jamás se nos obligó a ir a misa, ni siquiera se nos insinuaba, y los ejercicios espirituales, nunca obligatorios y ni siquiera recomendados, se celebraban en una residencia de los jesuitas (¿Chamartin?). Y para nada veo al P. Mindán y al P. Granda "compartiendo" una misa, aunque milagros haylos..
ResponderEliminarJAR.
No sé si las misas y los ejercicios espirituales eran obligatorios o no, pero el caso era que los jefes mayores nos llevaban a rastras, nos formaban en la iglesia bien agrupados por clases y los tales jefes mayores apuntaban los nombres de los que no mostraban las debidas circunspecciones y devociones. En mis recurrentes pesadillas post-Ramiro de vez en cuando asoma la misa de un miércoles de ceniza en que que no recuerdo cuál cura odioso me puso perdido del polvoriento emblema de su fe. En cuanto a los ejercicios espirituales, de los que no era posible escapar o huir, como tampoco lo era de las encerronas del padre Cuéllar -esas conocidas por 'cuántas veces, hijo mío'-, los tengo como fuente inspiradora principal de mi agnosticismo militante. Es obvio que cada cual habla de la feria según le va en ella. Yo hablaría mucho mejor si aquellos curas del demonio, y su lamentable coro de meapilas y chupacirios, no me hubieran obligado a comulgar con sus creencias.
ResponderEliminarHola:Las misas, hasta 4º eran obligatorias una vez por semana. Las decía en el Espíritu Santo el Padre Mindán a super velocidad (unos 15 minutos). El resto de actividades en la capilla como rosarios y otras cosas eran totalmente voluntarias. Los ejercicios era "obligatorios", aunque con un poco de habilidad podías no hacerlos. De hecho yo hasta 5º no los hice más que una vez. Con el Padre Segura y el Padre Almellones. Nos metían miedo con historias truculentas. Creo que tuvimos suerte en no caer en un cole de curas, donde el adoctrinamiento no era tan suave.
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