... por MANOLO RINCÓN
Todos los que hemos estudiado en el Instituto hasta los años 80,
hemos paseado o asomado a un espacio muy especial que existía entonces, el
Canalillo que bordeaba parte del recinto del Centro. Él ha sido testigo de
nuestros juegos y travesuras, con relación al agua, que tanto nos atraía. En
este pequeño trabajo me voy a referir a este elemento tan característico del
recinto y que ha quedado grabado en nuestro recuerdo.
Lo primero que me he planteado es el por
qué de su existencia, dentro del espacio que constituía la Colina de los
Chopos.
En el siglo XX algunas ciudades europeas
llevan a cabo planes urbanísticos con la idea de responder a la necesidad que
el hombre tiene de estar en contacto con la naturaleza. En plena Era
Industrial, tras la irrupción de las industrias y fábricas que invadían, en
muchos casos, el espacio urbano, además del desarraigo que suponía para los
inmigrantes, procedentes en su mayoría, del ámbito rural en busca de un mejor
horizonte, se hacía preciso acercar la Naturaleza al medio urbano-industrial.
Los nuevos planes urbanísticos y de mejoras
para Madrid, contemplaban el suministro de agua potable a la población de una
manera moderna. El trazado de la traída de aguas en la ciudad, de finales del
siglo XIX, que popularmente se denominó el Canalillo, contaba con dos ramas
principales, que salían del partidor. Una iba directamente a los depósitos del
Canal en Bravo Murillo. La otra denominada Canalillo Sur inicialmente y luego
del Este, llegaba la conducción hasta la Castellana, recogiendo a su paso
aguas procedentes de la Guindalera, Prosperidad y Glorieta de López de Hoyos.
Madrid contaba con un espacio geográfico
que era una zona residencial de alta calidad medioambiental, originalidad
arquitectónica en la que predominaban la influencia neo-mudéjar y el
racionalismo y especializada, desde sus orígenes, en funciones culturales y
educativas. Para estas funciones que, además, tienen un importante
carácter sociológico se debió elegir este lugar, Los Altos del Hipódromo, para
en él ubicar la Residencia de Estudiantes y el Instituto-Escuela y se
hizo en el límite del Ensanche proyectado por Carlos María de Castro. Las
teorías de los urbanistas que dominaban a comienzos del siglo XX estaban encuadradas
en la llamada corriente Higienista, cuyas ideas se basaban en la necesidad de
buscar espacios abiertos en contacto con la naturaleza, lo que combinaba
perfectamente con las nuevas teorías educativas que consideraban importante,
precisamente, que la naturaleza fuese la gran protagonista.
Cuando uno se acerca a este selecto lugar, alto y despejado, con un
suelo de sílice, estudiado por el geógrafo D. Manuel de Terán al que él
denominó "Colina del Aire" o "Colina del Viento", nos
encontramos con lo que fue un cauce alargado y estrecho, que discurria a los
pies de dicha colina entre chopos y acacias, era el cauce del Canalillo.
Era una
pequeña colina, un terreno árido, sin casi vegetación y azotada por los vientos procedentes del Guadarrama. Pero en
ella se trazó una estrecha línea de agua la cual iba a hacer posible que la
vegetación brotase hasta conseguir que el verdor y frescor de sus aguas inspirasen
a Juan Ramón Jiménez, quien la bautizó con el poético nombre de "Colina de
los Chopos".
En este artículo voy a comentar algo que me intrigó notablemente
varios años y que aún hoy no termino de ver claro. Os expongo el misterio del
Canalillo del Ramiro. Podéis ver su foto a su paso por la Residencia de
Estudiantes, muy semejante al que nosotros conocimos en nuestros años de
bachillerato.
Siempre me
sorprendió en mis años del Ramiro que el Centro fuese orillado por un
Canalillo, similar al que recorría otras zonas de Madrid, para llevar el agua
potable. Conocía Amaniel y la Dehesa de la Villa, por donde había arterias del
Canalillo.
Pero el
del Ramiro era muy especial.
No había
por ningún lugar cartel alguno, como veía en otros puntos de la ciudad, que
indicase si era el Canal de Isabel II o de otra entidad, la responsabilidad de
aquella arteria acuosa que tanto me intrigaba.
A parte de
las travesuras de echar barquitos para navegar por el Canalillo y tirar alguna
piedra, mucho más no podía hacer. Por tanto, recibí reprimendas del guarda que
tenía una caseta junto a él.
Había unas
cuevas en sus cercanías, en la parte trasera del Museo de Ciencias Naturales, que
hoy ya no existen, donde un día casi quedé enterrado vivo al adentrarme reptando
por la cueva y comenzar ésta a derrumbarse.
Pero me
planteé seriamente de dónde procedía el Canalillo y a dónde iba. El cauce
discurría de Norte a Sur, haciendo una curva pronunciada.
Explorando
hacia el norte descubrí que salía por un túnel por debajo de la Cruz. Me
extrañó pues esa parte del terreno, está elevada y por detrás baja hacia la
antigua calle de Matías Montero, por lo que el agua no podía subir desde allí.
Tenía que venir, a mi entender, desde la actual Plaza de la República Argentina,
posiblemente bajo los terrenos de la Colina.
Bajando
hacia el sur, el Canalillo retornaba a un túnel que desaparecía bajo la caseta
de ladrillo rojo del guarda de la Residencia. En su descenso hacia el Paseo de
la Castellana lo efectuaba por la calle del Pinar.
No tenía elementos
para poder verificar ninguna de estas hipótesis.
Por tanto
fue para mí un misterio no resuelto.
En mis
paseos posteriores por la Colina del Viento pude verificar que lo secaron y
sepultaron probablemente hacia el año 87.
Cuando
remodelaron el edificio del Transatlántico y se acondicionó el entorno de la
Residencia de Estudiantes, por parte de los arquitectos Junquera y Pérez-Pita,
para recordar la antigua fisonomía del lugar trazaron un Canalillo artificial
que poco tiene que ver con el original, que vimos en nuestra juventud.
Indagando
datos me dijo un arquitecto que esa agua no era para consumo humano, sino que
probablemente recogía la de varios manantiales de la zona y se utilizaba para
regar en aquella época, lo cual coincide con lo expuesto anteriormente.
En
numerosas ocasiones he tratado de ver la procedencia de las aguas y su destino,
pero tampoco he podido establecer de forma exacta el origen y destino de
aquellas aguas.
Queda,
pues, aún abierto este tema para posibles hallazgos de información en el
futuro.
Antiguo pretil original, existente hoy en día, tras el cual
discurrió el Canalillo
Caseta del guarda
El Canalillo hoy
Uno de los Edificios Gemelos de la Residencia de Estudiantes
Dado que en un principio la Colina era un erial, podría suceder que el canalillo se construyera para evitar la erosión de ésta, canalizando las pluviales y escorrentías.
ResponderEliminarDe Manuel Terán "Recuerdos de los primeros tiempos
"Pero era un canalillo entonces sin chopos, hasta que un día Alberto Jiménez, director de la Residencia de Estudiantes, tuvo la idea de comprar chopos que llegaron a la Residencia, y que Juan Ramón y los residentes plantaron en la orilla del pequeño canal. Juan Ramón Jiménez decía a este propósito «ahí están echados todavía en el suelo con sus raíces en el esportón de tierra madre oliendo a vida y esperanza», como olía toda aquella
colina. «Han traído 3.000 chopos y todos vamos a sembrar los nuestros», se habían distribuido a los residentes para sembrar los suyos. «Vamos a ver los que ya están plantados, tan tiernos, tan fuertes, tan sanos, tan vivos con sus tiesas hojitas sonajas aleteantes y su amorosa agua al pie, mpezando ya a arraigar y a sostener el cielo»"
¿Así que a este se refiere el dicho de "ser más viejo que el canalillo?
ResponderEliminarDisculpar, es una prueba para presentar mañana el blog "hermano" de la Promoción 59. Saludos y gracias.
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