... por Luis María Muñoz-Cobos (promoción de 1.960)
Catedrático de
Latín, Jefe de Estudios del I.N.E. Media Ramiro de Maeztu y ...
Hace cien años del nacimiento de D. Antonio
Magariños. Es enero de 2009 y estamos en el zaguán del Instituto Ramiro de
Maeztu, que está lleno de personas; sobre todo antiguos alumnos y profesores
actuales del Ramiro. La conmemoración es solemne pero sencilla, como D.
Antonio. Inauguramos un busto de bronce que quedará , ya para siempre, sobre
una columna no muy alta: como D. Antonio hubiera querido. De mi promoción,
algunos compañeros, entre ellos Milé, el único hijo de D. Antonio presente.
Mientras se suceden los discursos y se descubre el busto, yo rememoro...
Recuerdo a una de las personas que mas han
influido en mi vida y, desde luego, al profesor mas importante y querido que he
tenido. La persona por la que me vino la idea de escribir este libro, mi
libro..
Recuerdo su sencillez, su ejemplo, su entrega
hasta el final a una causa: la de sus alumnos; recuerdo su ironía algo
triste...su inseparable gabardinilla verde, hasta las rodillas; recuerdo cuando
iba a comulgar en el Espíritu Santo, siempre después de sus alumnos y se
arrodillaba en el suelo, en un pasillo, lejos de los prebostes del Instituto
que se sentaban en los primeros bancos de aquel lujoso templo. ¡Un cristiano de
verdad!. Yo , ahora, al leer los Evangelios que entonces desconocía, lo voy
descubriendo en distintos personajes...
Recuerdo su bocina y su silbato para llamar
a sus alumnos; recuerdo cuando se agachaba a recoger un papel del suelo y
ponerlo en la papelera...¡Que ejemplo!.¡Que sonrojo y que lección para
todos!.¡Así estaba el Ramiro de limpio!. Mis recuerdos de un profesor grande:
de un maestro.
Mientras se descubre el busto recuerdo sus
clases de Latín. Sus explicaciones intuitivas de las que aun conservo retazos.
Yo no he seguido la rama de Letras, pero aprendí latín como algo básico en mi
vida; una lengua lógica y , gracias a el, fácil. Un compañero de clase presente
en el acto, Juan Manuel Guzmán Hermida, nos cuenta que hizo lenguas clásicas en
la Facultad de Filosofía y Letras de la Complutense; y como vio que el nivel de
Latín era inferior al que D. Antonio explicaba en preuniversitario, volvió al
Ramiro para atender a sus clases (!).Sólo esto bastaría para calificarle
como profesor.
Recuerdo su "plan checa", que
establecía cuando el nivel de la clase bajaba o algunos alumnos flojeaban. Un
plan de trabajo intensivo que , después del esfuerzo, agradecíamos. Recuerdo
sus "castigos graduales": sin
cine, de seis a nueve y... "por sobre y carta"; ( escribir una carta
a los padres). Todo para inculcarnos una disciplina ( que viene del Latín discipulina) que nos diera sentido de
responsabilidad.
Un día, en una clase de Latín de tercer
curso( doce años) Don Antonio nos dio una gran lección para la vida: la lección
de su vida. Habíamos ido de excursión a San
Lorenzo del Escorial (aquellas memorables excursiones del Ramiro) y nos
preguntó cómo lo habíamos pasado y que habíamos visto. Después de nuestras
intervenciones se pone de pies y dice con énfasis:
"-Quizás alguien os haya comentado que
el monasterio del Escorial es un esfuerzo inútil; que es demasiado
grande, demasiado adusto; y que ¿para qué sirvió tanto trabajo, tanto gasto y
tantos desvelos de Felipe II?. Pero ahora yo os digo que no fue un esfuerzo
inútil; QUE NO HAY ESFUERZO INÚTIL MAS
QUE AQUEL QUE NO SE HACE...que no hay ilusión perdida mas que aquella que
nunca se tuvo...que no hay amor sin sentido mas que aquel que no tiene sitio en
el corazón."
(la transcripción no es exacta,
naturalmente)
Yo no comprendí entonces, con doce años,
todo el sentido de aquellas palabras, pero mi corazón empezó a abrasarse en mi
pecho y sentí que mis mejillas enrojecían .¡Aquello era algo gordo!.Don Antonio
quiso darle todo el énfasis que unos chavales podíamos apreciar; nos quiso
transmitir algo importante en nuestra formación; nos quiso desvelar algo de su vida. ¡Esto sólo, bastaría
para calificarle como persona!.
Ese día comprendí que Don Antonio era un profesor muy especial, un alma grande en
un cuerpo menudo...
Mucho después he ido comprendiendo que su
vida ha sido así. El continuo esfuerzo, la continua entrega. He comprendido que
aquellas palabras eran su modo de ser y de actuar; he comprendido el impulso
que dio al baloncesto frente al omnipresente fútbol; he comprendido el esfuerzo
de fundar el Estudiantes..el esfuerzo de levantar el instituto nocturno, para
que estudiasen trabajadores que no pudieron hacer el bachillerato a su edad...el
esfuerzo de mantener limpio el Instituto
de toda suciedad y porquería...EL ESFUERZO...todos los esfuerzos e
ilusiones que llevaron al Ramiro a ser el centro de referencia de la enseñanza
media en España.
Y cuando, agotado, murió Don Antonio unos
pocos años mas tarde, no tuvo una celebración acorde con su categoría, ni creo
que condecoraciones. ¡Para honores y agasajos no hizo Don Antonio ningún esfuerzo!
Algunos compañeros me comentaron, años mas tarde que el único esfuerzo que no
hizo fue el de enfrentarse a una dirección del Centro que no parecía tener como
objetivo principal la vida y formación de sus alumnos. Yo no lo se , no estoy
informado; pero si se que tuvo discusiones con algunos jerifaltes y que apoyó
contracorriente a "colegas " como el Padre Granda...¡Por algo no lo
quisieron hacer director del Instituto!
Con aquella lección nos mostró Don Antonio un
rasgo importante de su vida: su vida fue así. Yo creo que he aprendido aquella
lección; ese no regatear esfuerzos- aunque algunos parezcan inútiles- ha sido
uno de los motores de mi vida; gracias a
el.
Y gracias también a tantos y tantos profesores
del Ramiro que se dejaron la vida en la educación de sus alumnos.
Algunos de esos profesores aparecerán en este libro con su propio nombre; otros
no. Pero quiero agradecer en esta página dedicada a Don Antonio a todos ellos;
dar gracias por todos. Esos profesores( también profesoras, claro) que , en
unas circunstancias muy difíciles hicieron de la formación de hombres, del
Ramiro, el lema y la pasión de sus vidas. Unos profesores cuyas vidas había
destrozado una guerra cruel e injusta; vidas que volvieron a encontrar en el
servicio, dejando todo por la enseñanza de sus
alumnos, de mi.
¡Y aquí estoy! ¡Gracias Don Antonio!
"Don Antonio, maestro amado: Por vos mi
lucha es mi lucha; por vos mi canto es mi canto
" (Adaptación del poema
Martín Fierro)
P.S.
Retomo este papel con motivo de los 50 años de la muerte de D. Antonio. Me sumo
al homenaje que le hemos dado el 18 de Mayo de 2016 en el Ramiro. Me sumo a lo
que se dijo en el salón de actos, con mayor admiración y gratitud , si cabe.
Buenas noches:
ResponderEliminarPermitemé Luis María, con todo mi cariño, que disienta de tu emotivo escrito en algún punto. No es cierto que D. Antonio no tuviese ninguna condecoración. Unos años antes de su muerte fue condecorado con la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, con los máximos honores. Entonces era la más alta distinción en el ámbito académico. Inmediatamente después de su muerte se comienza a construir el Polideportivo que en su honor lleva su nombre. Creo que la dirección de la época estuvo a la altura de las circunstancias.
D. Antonio fue Director Accidental del Instituto y Director del Nocturno que él mismo creo. Esto unido al importante cargo de Jefe de Estudios, su cátedra y además ser Presidente del Estudiantes, creo que fue lo que impidió que se le nombrase Vicedirector o Director, en la época que D. Luis estaba por sus ocupaciones fuera del Instituto. La Dirección del Centro en aquellos años si velaba por la vida y formación de sus alumnos a través del Vicedirector D. Tomás y del propio D. Antonio. Yo nunca pude observar ni fricciones y enfrentamientos. Creo que todo entonces funcionaba satisfactoriamente y D. Antonio no tuvo necesidad nunca de enfrentarse con nadie.
Esta es al menos mi impresión. Puede que tú tuvieses más información al estar tu padre muy integrado en el Centro.
En mi opinión este gran hombre, ha sido siempre reconocido en el Instituto y en su época se le dejó desarrollar su modelo educativo sin ninguna restricción.
Buenos días Promoción 64:
ResponderEliminarDe nuevo he de pediros disculpas por introducirme en vuestro blog, pero ayer 31 de mayo leí el artículo que Luis María Muñoz-Cobo ha dejado en recuerdo y homenaje a D. Antonio Magariños García. Es en relación con su texto lo que me lleva a solicitaros que admitáis este comentario.
Mi relación con D. Antonio y su familia tiene diferentes significados, familiar, personal y ejemplo al que en la medida de mis posibilidades imitar. Fueron estos motivos los que, cuando en el curso 1.996-97 la Directora Dª Soledad Badillo me ofreció ser Jefe del Departamento de Actividades Extraescolares y Complementarias, me llevaron a buscar el mejor medio para homenajear a D. Antonio.
Mi propuesta era crear el Aula de Estudios Clásicos "Antonio Magariños", la cual fue presentada, a principios de dicho curso, a la Directora y también a los Jefes de los Departamentos de Griego y Latín, Dª María Teresa Villalobos y D. Rafael Uzquiano respectivamente.
Casualmente, en ese curso los alumnos de la Promoción 1.941-47 iban a conmemorar su 50 Aniversario de la salida del Instituto. Tuvimos varias reuniones en la Sala de Visitas con alumnos de primero de bachiller, con el objetivo de que les hiciesen llegar lo que para ellos significó el Instituto y la valía de los Profesores que les formaron. Destacaron entre otros la figura de D. Antonio.
En este contexto surgió el deseo de que el escultor Sr. Barón, antiguo alumno del Centro, realizase una réplica en bronce del busto que había entregado a la familia Magariños. La idea contó con un amplio apoyo de esta Promoción, sumándose a ella alumnos de otras promociones, en concreto recuerdo a Ernesto Castillo Martínez (q.e.p.d.). El busto fue costeado íntegramente por estos antiguos alumnos.
El día elegido para colocar el busto de bronce y celebrar de forma solemne el primer acto del Aula de Estudios Clásicos “Antonio Magariños” en el Teatro del Centro, no podía ser otro que el 28 de enero de 1.997 (festividad de Santo Tomás de Aquino).
Intervino en primer lugar la Directora, que leyó la carta enviada por la Sra. Ministra de Educación y Cultura, Dª Esperanza Aguirre Gil de Biedma, en la que se congratulaba de que la figura de D. Antonio fuese “conocida y respetada por las nuevas generaciones de jóvenes …”. A continuación el Catedrático de Latín D. Rafael Uzquiano pronunció un discurso en el que glosó la figura de D. Antonio y en el que parafraseando al poeta Horacio, dijo: “Vosotros hoy dais testimonio de que D. Antonio Magariños tampoco ha muerto del todo; algo, mucho de él y de su obra sigue y seguirá vivo en vosotros”.
Cerró el Acto D. Aristóbulo de Juan con el texto de “Recuerdos de un alumno”. Sobre todas las cualidades que Aristóbulo destacó en su discurso recojo la siguiente: “… su objetivo era forjar hombres, Alfarero de hombres, se le ha llamado, según nos recuerda la convocatoria de este Acto … formar personas… con valores, criterios y actitudes que les permitieran reaccionar y navegar con acierto por la vida”.
Años más tarde, siendo Directora Dª Coral Báez, también antiguos alumnos colocaron la placa de bronce “In Memoriam”. Con todo lo que he expuesto a lo largo de este comentario, deseo que quede claro que desde el año 1.997 el busto de bronce de D. Antonio se encuentra en el vestíbulo del edificio central del Instituto.
Rosa María Muro.
Gracias Rosa María por estas aclaraciones tan interesantes. Yo añadiría únicamente que en el año 1.965, se le impuso la Insignia de Oro del Instituto, por sus 25 años de labor ininterrumpida en el mismo. Esta Insignia se expuso el día del Acto en el que la Dirección del Instituto celebró el cincuentenario.
ResponderEliminarReleyendo el comentario de Rosa María veo que D. Antonio fue honrado y homenajeado en toda época en su Instituto, el Ramiro. Recordar que además de los múltiples cargos que señalé anteriormente, D. Antonio los simultaneaba con ser Rector del Internado "Generalísimo Franco" y Director del Bachillerato Radiofónico. Sin duda una entrega total a la educación y al servicio de la juventud, digna de toda admiración.
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