16 marzo 2019

EL CEREBRO VIVE EN LA FICCIÓN


…POR RAQUEL MARÍN
Las personas creemos firmemente en nuestra realidad, si bien es algo cambiante y expuesto a una gran cantidad de estímulos, percepciones y emociones distintos. Además, la evocación de los recuerdos de la memoria está también sujeta a modificaciones de acuerdo al estado emocional e incluso al número de eventos simultáneos que forjaron ese recuerdo. De hecho, cuantos más acontecimientos sucedieron durante la generación de ese aspecto de la memoria, es más probable que nuestro recuerdo no se parezca demasiado a lo que realmente ocurrió.

El cerebro se "inventa" la realidad a partir de las herramientas con las que cuenta.
¿Qué es la realidad en la mente?
Según los especialistas, la conciencia es la que nos mantiene vivos y apegados a una realidad particular. La conciencia tiene diversas facetas desde la percepción de nuestro cuerpo y de los órganos internos, de uno mismo y del mundo en el que vivimos. Sin embargo, la conciencia se forja de acuerdo a la actividad cerebral, a partir de un sinfín de estímulos que el cerebro procesa y para la que genera predicciones en base a la experiencia previa. Por consiguiente, la conciencia es relativa.
En otras palabras, a partir de unas pinceladas preliminares sin entrar en los detalles precisos el cerebro se inventa el resto de la historia.
Ello ns prmite por ejeplo ler esta frse anque le faltn letrs.
¡El cerebro no es del todo fidedigno para reproducir la realidad!
PARA SEGUIR LEYENDO:

https://interesactualidad.blogspot.com/2019/03/el-cerebro-crea-la-realidad-su-manera.html


23 comentarios:

  1. Desde luego, la labor de divulgación de Raquel es encomiable y sus temas relacionados con el cerebro muy interesantes; eso es un filón inagotable…
    Este artículo es un buen ejemplo de ello. Dicen que el primer amor no se olvida nunca; no es extraño, pues el estímulo en nuestras meninges ha sido tremendo y el foco de nuestro recuerdo, nuestra atención, están dirigidos hacia esa personita objeto de nuestro deseo. Poco importa si aquél día hacía uno de perros, pues los recuerdos desagradables habrán quedado “tapados” por otros de lucecitas y florecitas (perdón por la flagrante cursilería).
    A veces también nos engañamos a nosotros mismos y nos creemos a pies juntillas algo que no ha ocurrido, o al menos no como nos lo imaginamos. A eso yo lo llamaría la “consciencia inconsciente”.
    En cuanto a la realidad, ¿somos de verdad lo que creemos que somos? La paradoja del gato de Schrödinger nos indica que dentro de la caja coexisten un gato muerto y un gato vivo; es más, se ha demostrado experimentalmente que un electrón puede estar en dos sitios al mismo tiempo. ¿Cuál es el real? ¿Los dos? Nuestro entorno es más cuántico que real, por lo que al final es una cuestión de probabilidad el que estemos “aquí”. Si eso pasa con nosotros, la realidad de la mente resulta ser aún más cuestionable.
    A los que nos gusta escribir novelas, previsualizamos constantemente realidades que luego plasmamos en nuestra realidad imaginada, no es algo extraño, pues.
    En cuanto a la energía del cerebro, lo normal es que esté constantemente filtrando; en caso contrario, los recuerdos o pensamientos acumulados nos acabarían volviendo locos (excepto a unos pocos supermemoriones, que no creo que sean muy felices). Los polvorones son muy ricos, pero si tratamos de comernos diez de una tacada nos podríamos asfixiar.
    Por último, en cuanto al neuromárketing, ya lo estamos sufriendo; constantemente nos están bombardeando con propuestas subliminales. Muchas de ellas nuestro cerebro ni las reconoce. Eso es un claro ataque a nuestra capacidad de elección; menos mal que al menos siempre nos quedará la libertad de apagar el televisor.

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    1. Gracias Kurt. Tu cabeza nunca para de pensar. :))
      Saludos cordiales.
      Raquel

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  2. Gracias por instruirnos Raquel. Yo no estoy del todo de acuerdo de que recordamos las cosas de forma diferente a la que ocurrieron. Más bien parecen un poco difusas a veces y nos faltan detalles. Al menos es lo que pienso.

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    1. Hola Manolo. Muchas gracias por leer mi artículo. Al parecer, según las investigaciones, los recuerdos evocados se modifican más cuanto mayor es la carga emotiva que los acompaña, así como el número de hechos paralelos que ocurrieron. Yo lo he comprobado muchas veces con personas que inician un deterioro cognitivo leve, en el que sienten fallos en la memoria a corto plazo. Son capaces de recordar perfectamente los detalles de un suceso en el que fueron meros observadores, mientras que modifican la historia de algo en el que se vieron emocionalmente implicados. Espero que sobre todo, tus recuerdos te arranquen sonrisas y te traigan momentos felices. Un cordial saludo.
      Raquel

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    2. Hola Raquel.
      Has tocado un tema de máximo interés. Siempre me ha preocupado como funciona la memoria y como se conservan los recuerdos. Mis padres que murieron a edad avanzada recordaban muchísimas cosas con gran detalle de tiempos muy lejanos. Yo heredé en parte este "don" y recuerdo con gran detalle muchas cosa del pasado, com exámenes del bachiller, clases de primaria y puedo remontarme hasta mis 4 años sin dificultad. No se si esto me durará hasta la muerte pero lo ejercito en lo posible. Ahora bien cuando se trata de recordar lecturas mi memoria es selectiva. Unas las olvido y otras las tengo reabadas. Bueno perdona esta digresión y gracias por tu tiempo. Un abrazo

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    3. Hola Manolo. Eres un afortunado si consigues conservar una buena memoria. Aunque ya sabrás que la memoria no es única, tenemos muchas distintas: semántica, procedural, de trabajo, episódica, etc. Es interesante lo de las lecturas. Seguramente cuanto más han impactado emocionalmente en tu persona más cambiantes son. Las neuronas modifican ese tipo de memoria en el largo plazo cuando hubo interferencias emocionales. Incluso llega a producir proteínas nuevas. Lo importante, como siempre, es que lo pases bien leyendo y te provoque buenos y gratos momentos que recordar.
      Un abrazo
      Raquel

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  3. Pues yo estoy más de acuerdo con ella, y no es por defender su postura, que ni lo necesita. Los recuerdos son maleables y manipulables. Un ejemplo: ¿En cuántas películas hemos visto que el fiscal le enseña a un testigo ocular una foto antes de una rueda de identificación y el testigo mezcla la foto con sus recuerdos e identifica falsamente a la persona que se parece a la foto? Por no hablar también de las manipulaciones visuales a las que diariamente estamos sometidos por medio de la TV.
    Tú tienes en efecto una memoria superior a la normal y quizás sea más difícil "manipularte" y seas capaz de recordar muchos detalles que a otros nos es más difícil. A ver si me respondes a esto sin mirar: ¿en qué lado de la cara tiene Conchita Velasco su famoso lunar?

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    1. Con lo de Conchita me has pillado... Lo que dices es cierto. Se está pensando de hecho eliminar los testigos oculares pues modifican la realidad según la emoción que lo acompaña.
      Muchas gracias.
      Raquel

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    2. Hola, Raquel: no te he pillado, pues el ejemplo de Conchita Velasco, guapísima actriz a la que seguramente todos los de nuestra quinta hemos admirado de jovencitos, iba dirigido a Manolo. Tú no tienes porqué fijarte en ella, pero él sí... Debes saber que Manolo recuerda detalles de cuando éramos niños que siempre me han sorprendido y hay un libro compendio de ellos.

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  4. Acaso sea cierto aquello que dijo Descartes, que un genio maligno esté empeñado en confundirme constantemente y, por eso, constantemente bombardea mi cerebro con estímulos que no provienen de ninguna realidad ni conforman otra cosa que un mundo inexistente; acaso, ni siquiera mi cuerpo, y, con él, mi cerebro, exista, pero "cogito, ergo sum": yo, el que piensa, existo, pues, si no, ¿quién sería el depositario de mis sensaciones y de mi conciencia? ¿Cómo explica la neurociencia –tan eficiente en describir la actividad mental como producto de la actividad biomecánica de las neuronas– mi yo, mi autoconciencia, mi ser frente al mundo?

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    1. Hola José Enrique. Gracias por tu interesante reflexión y el bello texto.
      Tengo algún amigo profesor de filosofía (José Manuel) que siempre me dice que no centralice la realidad del ser en el cerebro. Lo que siempre le digo a mi amigo es que no lo hago, no intento explicar todo en base a conexiones neuronales. Tan solo transmito información con base investigadora, no me baso en reflexiones personales o vivencias propias. Esa es la diferencia entre mi forma de abordar un tema y la de mi amigo José Manuel. Yo no concluyo en base a una reflexión que armonice con mi criterio personal y profesional, tan solo soy mera relatadora de resultados científicos novedosos y recientes que quiero que lleguen a los demás. La ciencia no lo es todo, sin lugar a dudas. Pero llama la atención, por ejemplo, que definamos un color que observamos de acuerdo al fondo que le pongamos detrás. La percepción modifica la realidad, es un hecho. La autopercepción por su parte es sin duda esencial para que tengamos conciencia de la individualidad.
      Si preguntaras la opinión de la neurociencia sobre dónde está mi yo, seguramente te contestaría que "es probable que la conciencia del yo está en el conectoma, es decir en la red de miles de kilómetros de conexiones que tenemos en la cabeza aún por desvelar y elucidar".
      Muchas gracias por tu interés.
      Saludos cordiales.
      Raquel

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    2. Si el conectoma está formado por cien mil millones de sinapsis interconectadas por cien billones de sinapsis –según ha descubierto la neurociencia–, entonces, ¿mi yo es sólo la suma de tantos elementos biofísicos o, más bien, nos encontramos ante una propiedad humana emergente, holística, fruto de la complejidad misma del sistema, propiedad cuya manifestación no es algo orgánico, sino psíquico, incluso meramente ideal? Proponer la realidad –por otro lado, innegable– de un ente que, aunque difícil de explicar en términos de la ciencia positiva, es totalmente operativo no resulta acientífico, en todo caso, supracientífico, esto es, filosófico, pero la filosofía tiene este cometido, explicar lo que es real cuando ello sobrepasa los límites de la ciencia.

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    3. Hola, Jose Enrique: me voy a ir a lo supracientífico, como dices, pero que no es exclusivamente filosófico. Hala, me tiro al charco y sin red…
      Vivimos en un mundo cuántico, pues estamos formados por partículas que obedecen a sus principios a nivel atómico, me refiero a los números cuánticos que son los diferentes niveles energéticos en los que se mueven los electrones. Lo cuántico es en síntesis equivalente al indeterminismo, como una superposición de varios escenarios. Lo que pasa es que la mecánica cuántica, por cierto, demostrada, funciona muy bien en ese microcosmos, que es a lo que se llama coherencia cuántica. Para pasar al macrocosmos, es decir, nuestra “aparente” realidad que tocamos, nos servimos de la decoherencia cuántica.
      Vamos al cerebro, el mundo de Raquel. Un día tú y yo ya tuvimos un debate sobre la posibilidad de que en un día lejano pudiéramos reemplazarlo por un ordenador, para lo que es preciso conocer con todo detalle cómo funciona el cerebro; poquito a poquito, ya se va sabiendo gracias a personas como Raquel. Ojo, que el cerebro no es un ordenador que procese cada bit de información que recibe; lo que termina haciendo es filtrar constantemente, generando su propia realidad simplificada y dando forma a elementos de nuestra consciencia. Lo contrario no sería práctico… Cada unidad de información, el bit, puede estar en dos estados, o cero o uno; a partir de aquí se pueden codificar complejos programas informáticos que simulen el comportamiento humano. Creo que todavía no se sabe bien cómo procesan la información nuestras neuronas.
      Pero hoy en día ya hemos avanzado más: tenemos ordenadores cuánticos, donde la unidad de información ya no es el bit, sino el qubit, como superposición coherente de estados cuánticos y no algo tan simple como ceros y unos. Hay una propuesta muy seria de dos genios como Roger Penrose y David Hameroff que liga todo esto con las estructuras microtubulares del interior neuronal (dentro de la neurona hay microtúbulos que permiten hacer esta asociación con el mundo informático, admitiendo la formación de estados cuánticos). De hecho, las tubulinas (proteínas globulares nanométricas) funcionarían como qubits biológicos y el cerebro podría computar cuánticamente la información. Por lo que he leído, el cerebro pasaría continuamente de un estado de coherencia a otro de decoherencia, en fracciones de segundo; estando en el primero, procesaría mucho más deprisa que en el segundo.
      Lo que entendemos por conciencia no se reduce a un estado consciente, sino a un flujo continuo de imágenes; tras cada estado de conciencia debe aparecer uno nuevo que actualice la imagen de la realidad.

      Dicho esto, ¿estamos seguros de nuestra realidad? ¿Tu yo es yo o varios yoes?

      Y si a esto añadimos (dando por cierta la Teoría de Cuerdas) que vivimos en un mundo de 11 dimensiones y no 3+1, que podemos tener otro “yo” en otra dimensión en nuestro multiverso, ya ni siquiera podemos asegurar que estamos aquí, al menos como único “yo”.

      Volviendo a la ciencia “decoherenciada”, le preguntaría a Raquel qué opina de la neurología cuántica. Hay un proyecto en marcha en USA, el QuBrain, estudiando el cerebro como computador cuántico (ref. Mattheuw Fisher), que parece ir avanzando… Fascinante, ¿verdad?

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    4. Si las tubulinas son estructuras orgánicas en el nivel molecular, y no en el nivel subatómico, que es en el que se mueven los electrones, acudir a la mecánica cuántica para explicar el funcionamiento de las neuronas me parece una opción fuera de lugar, por muy geniales que sean sus promotores. En lo referente a remedar el pensamiento con algoritmos que trabajen imitando lo que los neurocientíficos descubran sobre cómo procesan la información nuestras neuronas, el camino todavía es largo, incluso me permito dudar que se llegue a su final algún día, pero, si tal ocurriese, nos encontraríamos con replicantes dotados de las mismas cualidades que los humanos: memoria, entendimiento y voluntad, lo que implica también gozar de libre albedrío, e incluso –¿por qué no?– poseer un alma inmortal.
      Que la propia identidad sea más bien un "continuum" ya fue la respuesta de David Hume al señor Descartes, pero, admitiéndola, resulta que de nuevo nos quedamos perplejos, puesto que se diluye de nuevo el sujeto de todas mis representaciones, esto es, quien unifica el pensamiento, y es un hecho innegable, como dije en mi anterior comentario, que tal unificación se da en el psiquismo humano. Manuel Kant buscó solventar semejante dilema postulando el "Ich denke", el yo trascendental, por encima de lo puramente empírico, que acompaña al pensamiento, como condición "a priori" de éste.

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  5. Esta mañana me apareció una frase que recordaba y que me pareció oportuno colocar aquí: El cerebro parece entenderlo todo, menos a sí mismo. Es lo que intenta la neurociencia, llegar a entender (o al menos a analizar) lo que el cerebro no entiende de sí mismo.
    Feliz día.
    Raquel

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  6. ¡Viva la filosofía y los/as filósofos/as! Muchísimas gracias por tus amables comentarios.
    Un afectuoso saludo.
    Raquel Marín

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  7. Mis queridos amigos José Enrique y Kurt,
    Me vais a permitir que a título personal, no como editor del blog, y como reconocido tarugo de esta promoción (ya el padre Mindán me explicó a nuestros tiernos 14 años que el deporte es la animalización del individuo por querer correr, saltar y lanzar más que los animales, los cuales tienen superior capacidad que el humano en tales campos), os pida que no os enzarcéis más en debates escritos en diferentes idiomas -filosófico y cuántico- porque jamás llegaréis, me temo, al entendimiento.
    En nombre de todos y tomando las palabras de Nicolás en un comentario en el post de los nietos de Tinín, debo pedir disculpas a “LA AMIGA CIENTÍFICA QUE NOS ILUSTRA” (sic), doña Raquel Marín, quien muy amable y consideradamente nos ofreció este artículo para publicar en nuestro blog a tenor del éxito de lectura y comentarios obtenido por el post de la reseña de su libro DALE VIDA A TU CEREBRO, el cual se ha mantenido en el ranking de artículos más leídos desde su publicación, en fecha 21 de Enero pasado.
    Exigirle a esta encantadora dama respuestas que no está dispuesta a concedernos, dado que su lenguaje es asequible para todos y que ya nos dejó claro que su objetivo es la divulgación científica en base a los nuevos descubrimientos de la neurociencia, es ir un paso más allá del debido respeto a una dama que gentilmente pone en nuestro conocimiento su alto grado de saber. Autora de 130 trabajos científicos publicados a nivel internacional, 69 de ellos de nivel Q1 (1st. Quarter), es decir, publicados en las 25 mejores revistas científicas del mundo, 3 libros de editoriales extranjeras amén de las nacionales, 26 ponencias y 88 comunicaciones a congresos internacionales, doctorada en una universidad canadiense, directora de los Servicios Generales de Apoyo a la Investigación (SEGAI) (2012-2015), directora de la Oficina de Transferencia de Resultados para la Investigación OTRI (2015-2016), etc, etc, etc; si ella utilizara su nivel y lenguaje científico para comunicarse con nosotros, seguro que alguno (yo mismo, el más torpe de la promoción, pero al tiempo suficientemente respetuoso y educado) entraría en shock porque “se me cruzarían las neuronas”. Por lo tanto, reiterando nuestras disculpas a la autora, doña Raquel Marín, que espero y deseo acepte, os invito a reconsiderar vuestras posturas y a que las debatáis personalmente ante nosotros todos en alguna de las cenas posteriores a nuestra actividad AULA64.
    Muchas gracias a los dos particularmente, muchas gracias a todos y un abrazo cargado con el cariño acumulado a lo largo de todos estos años.
    Tricente Ramos.

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    1. No me parece que deba disculparme ante una galardonada científica porque le hable del "cogito" cartesiano, algo que mis alumnos de bachillerato entendían perfectamente. Tampoco creo que le haya exigido comprometerse en nada que estuviera fuera de sus intereses, ya que pienso que no es obligatorio en este blog responder, más allá de la mera cortesía, a ningún comentario que te importe poco.

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    2. Antes que nada quiero felicitar a Raquel por el tremendo éxito de su artículo en nuestro blog. Catorce comentarios en un solo día -en un par de horas- creo que bate el récord absoluto. Es que el tema del cerebro y la ficción/realidad es fascinante y no es raro que provoque debates, que es al fin y al cabo de lo que se trata, que "prenda" en nuestro interés; desde luego que lo ha conseguido.¡Vaya bombazo!
      Al ver el sesgo filosófico que tomaba el tema, pensé con mi mejor voluntad en ir "al quite", pues Raquel es tan sumamente amable que lo contesta todo (debe estar en sus neuronas :-))); creí que se podría ver en un compromiso y me dirigí directamente a Jose Enrique. Se me ocurrió derivar el tema de lo filosófico para centrarlo de nuevo en la neurología, entrando en algo tan fascinante como es la neurología cuántica, que además tiene que ver con el tema del artículo. Pienso que ahí Raquel tiene mucho que decir y estoy convencido de que le gustaría.

      Aquí no se trata de una diatriba entre Jose Enrique y yo; es cierto que hace tiempo tuvimos varios debates sobre un tema tan interesante como es si la informática pudiera llegar a reemplazar al cerebro humano; sólo he entrado en ello para comentar que ya estamos en la era del ordenador cuántico, que es un avance enorme y tiene mucho que ver con la neurología cuántica y para entender cómo funciona el cerebro.

      Como mi sincera intención ha sido precisamente pensando en Raquel, no me parece que deba disculparme; si me he equivocado en algo lo haré con mucho gusto. ¡Faltaría más!

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  8. Raquel, he buscado tu libro en alguna tienda y sólo soy capaz de encontrarlo en Amazon y en La Casa del Libro, pero sólo on-line. ¿Sabes si en La Casa del Libro se puede conseguir off-line? (llevárselo puesto, en otras palabras). Gracias y enhorabuena por la multitud de comentarios que has provocado.

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    1. Yo lo encontré en el Corte Inglés (el de Xanadú, pero pienso que deben tenerlo en otros)...

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    2. Hola Ildefonso. Gracias por tu interés en el libro. La verdad es que vivo en Tenerife. Sé que se puede conseguir en El Corte Inglés. Yo creo que allí lo encuentras sin problemas. El problema ahora con los libreros es que las editoriales no pueden darles los libros si no los piden. Por otra parte, cómo los va a pedir el cliente si no lo tienen. Como no lo tienen en la librería, no lo piden a la editorial. Y así sucesivamente. Un sin sentido. El Corte Inglés es lo más seguro. Muchas gracias por tu interés.
      Saludos cordiales.
      Raquel

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  9. Queridos José Enrique y Kurt:
    Yo, y ningún otro, soy el único responsable de haber traído a nuestras páginas sus escritos y por eso pienso que le debía una explicación. Es por eso que me he disculpado de forma personal, como Tricente Ramos, y no como Los del Ramiro. Nuestras posturas están aclaradas por parte de los tres.
    Abrazos.

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