Sobre la comida de junio, podría
escribirte tantas cosas..., porque sois una promoción especial y a la que
aprecio mucho.
A través de vosotros he podido sentir el
alma del Ramiro y compartir los criterios de Don Antonio, hasta me parece haber
escuchado su silbato entre las paredes del instituto cuando salía por la noche
y ya no quedaba ni un alma. He vivido unos años increíbles, he tenido la suerte
de trabajar en "el mejor instituto" de España, y además de colaborar
un poquito desde la dirección.
Me fui dejando atrás unos resultados
académicos muy buenos, un equipo directivo comprometido y a muchos
profesionales con gran dedicación. Aunque hay mucho que hacer, estoy muy
satisfecha del trabajo realizado y ahora que ya no estoy allí, me atrevo a
decirlo.
Las paredes, la escalera, las aulas, el
despacho, la cantina, los cuadros, la sala de música, "el
Estu" se han quedado en mi retina, pero sobre todo algunas de las
personas que he tenido la suerte de conocer, permanecen en mi corazón. Habéis
pasado a formar parte de mi historia porque haber compartido el Ramiro impregna
de sensaciones, de conocimiento y de valores que me han ayudado a crecer un
poquito más.
Siempre digo que los profesores
aprendemos cada día de nuestros alumnos, y no es una frase hecha, es la
realidad; y si además estos alumnos te cuentan sus vivencias en la distancia,
el universo que han vivido te lo contagian. Así me parece haber conocido
al Señor Muro, haber ido al internado, tomar chocolate con Petra y jugar al
baloncesto en las canchas, aprender latín, economía o desfilar delante de la
puerta principal, esa puerta y esas ventanas que siguen siendo las mismas...
Pero, sobre todo, escucharos en el recreo, porque las voces de los niños en los
patios tienen el mismo sonido en todos los países y en todos los tiempos, son
el reflejo de la felicidad infantil ajena al entorno, a las dificultades y
tristezas.
A través de vosotros he conocido y
admirado a Magariños, a ese profesor que fue el alma mater del centro
porque siempre estaba cuando se le necesitaba, aunque fuese para una regañina,
(tan útiles en algunos momentos), o para acariciarte la mejilla con la mirada.
Es la única vez en mi vida que he querido parecerme a alguien que no he llegado
a conocer.
El legado del Ramiro es tan amplio que
no cabe en un inventario, el Instituto Escuela dejó muchos valores flotando
entre sus paredes, el esfuerzo, la amistad, el compañerismo, el respeto, las
ganas de aprender más y sobre todo el amor que se respiraba entre las personas
que creen que la educación nos hace un poco más libres, y si tenemos los
"ojos abiertos", más felices.
Todos, los que hemos pasado por este
instituto nos sentimos parte de esta gran familia que perdura en el tiempo.
Creo que desde vuestras profesiones habéis devuelto a la sociedad ese poquito
que se invirtió en vosotros, y como compañeros de aula, nos sentimos orgullosos
de haber compartido ese espacio intangible, atemporal e inexorable.
¡ SOMOS DEL RAMIRO!!!
FELIZ 2015 A TODOS.
Muchas gracias Rafael, y sobre todo muchas gracias CORAL por tus palabras. Es formidable ver como alumnos de tantas generaciones son partícipes de un mismo sentimiento hacia el RAMIRO. Como bien dices en tus palabras finales ¡SOMOS DEL RAMIRO!
ResponderEliminarSorprendentes confesiones. Feliz camino profesional le deseo a Coral
ResponderEliminarPues más sorprendentes son las irregularidades de su currículum...
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