...POR JOSÉ MANUEL SANZ
CRISIS (del griego): Coyuntura de cambios KATHARSIS, (del griego): Purga, Purificación Un gran amigo me mostraba hace unos días, apesadumbrado, sus dudas sobre si la Humanidad, (se refería al mundo occidental sobre todo) sería capaz de aprender algo de esta situación. Piensa, y coincido, que la crisis de valores seguirá poniendo niebla a nuestros ojos y que sólo la economía hará reaccionar al mundo para solucionar el problema….económico. Y que, por tanto, el único optimismo posible para encontrar una solución se basa en el pesimismo de que solo los factores económicos seguirán moviendo los hilos del mundo (digo hilos y me veo marioneta). Hace mucho tiempo que los problemas sociales se miden en euros o en dólares y no en respuestas para recuperar la dignidad. Me parece verdad lo que dice, sobre todo porque la solidaridad de los que arriesgan su integridad por salvar a otros y la sentida en los aplausos de los balcones es la expresión (eso sí, con algunas notables excepciones) de la gente normal, no de los poderosos. A los que mueven los hilos las manos les funcionan de otra manera. Curiosamente Adam Smith, uno de los padres de la Economía, afirmaba que la simpatía y la compasión son tan innatos en el ser humano como la búsqueda del interés personal. No lo dudo, pero al menos en nuestro mundo reina éste, mientras aquellas se reducen generalmente a momentos puntuales, emocionales, señalados muchas veces para justificar-o disculpar- las más extensas y normales acciones interesadas. No faltan motivos para pensar así porque el ser humano ha dejado ver normalmente ese rastro de egoísmo a lo largo de la Historia. Hoy mismo flota en el aire la amenaza de que acabemos con el mundo conocido por hacerlo inhabitable. Y es que el individuo, agrupado en tribus y después- con más o menos naturalidad -en naciones (donde laten todavía los conflictos propios de la tribu) ha conseguido resonar ese egoísmo haciéndolo más extenso, eficaz y peligroso. Se ha visto muchas veces antes, se ve en el tema de los refugiados hoy y se está viendo igualmente en esta crisis. Pero quiero ver y así se lo he señalado, algunos claros entre las nubes: Es cierto que el pensamiento fluye en todo tiempo pero, en “la normalidad”, pocos hacen caso de los pensadores, creadores y poetas, ni siquiera cuando señalan o anticipan derivas que no nos llevan a buen destino. Sin embargo, todos los acontecimientos que han sacudido a la Humanidad, como ha ocurrido con las grandes guerras, han supuesto catarsis de purga o purificación de las cosas que nos condicionan, siendo reveladoras de otras posibilidades y caminos que alguna vez se abandonaron para mal. Lo reconozco como deseo y esperanza, pues como pronóstico no podría disimular las dudas: La única purificación auténtica sería un cambio profundo que pusiera la importancia de lo económico en su lugar y elevara lo verdaderamente útil y beneficioso para los superiores valores del ser humano. Pero a veces los cambios grandes empiezan por pequeñas cosas y al menos, hasta que esto que vivimos hoy desaparezca como presente en la memoria, tal vez sí queden huellas y signos positivos, algo que podamos echar a rodar nieve abajo: Quizá la convivencia continuada, en lugar de acentuar problemas, haya favorecido la comunicación y la necesidad de compartir cosas y quehaceres cotidianos, actuando en favor de una igualdad real. Tal vez los hijos y los padres se han reencontrado. En el caso de los más pequeños sentir más su presencia y para los padres tener oportunidad de conocerles mejor y disfrutar más tiempo de ellos. También es posible que, en la estrecha convivencia, hayan podido apreciar y reflexionar sobre algunas carencias en su educación y sus causas, producto de una sociedad que empuja a divergir los caminos desde muy pronto, favorece los pequeños egoísmos y no ofrece los mejores ejemplos. Los más jóvenes y también los niños puede que sean más conscientes de que en la vida pasan cosas, que hay que prepararse para ganar la batalla porque nada se regala. Y que la solidaridad es imprescindible. Puede que todos recuperemos la sensación de fragilidad, tan necesaria. Muchos habrán comprendido mejor lo que significa la soledad y lo que representan la cultura y las aficiones como magnificas compañeras. Puede que la distancia nos haya permitido reconocer también la auténtica amistad y los afectos que más deseamos recuperar. Tengo la esperanza de que esto nos haya hecho crecer un poco. Crecer hacia dentro que es hacia donde hay que crecer. Y esto es un deseo, tampoco un pronóstico: Tal vez entendamos que debemos elegir a los políticos entre los mejores gestores de la cosa pública y no entre los más simpáticos o más altos (o bajos) ni mucho menos a los de un partido por rechazo del otro o por odio absurdo almacenado. La democracia es un buen invento, pero para que funcione es imprescindible que los partidos se disputen entre si presentar y ofrecernos a los mejores en capacidad y honradez. Si muchas o algunas de estas cosas empezaran a cambiar, habríamos ganado este tiempo. Algo habríamos aprendido verdaderamente.
(Imagen: escultura de Eduardo Barrón, “Sobre la vida feliz” Seneca y Nerón)Jose Manuel Sanz. 2021