...POR VICENTE RAMOS
El título de esta reseña fue el lema que nos llevó al Equipo Nacional de baloncesto a clasificarnos en el preolímpico de Augsburgo hasta los juegos de Munich de 1972
Una de las magníficas deferencias que el Club Real Madrid, a través de la dirección general de baloncesto, tiene con sus antiguos jugadores es que invita en cada viaje de Euroliga a cuatro veteranos exjugadores. Viajamos en esta ocasión Felipe Reyes como Embajador del Club, José Miguel Antúnez y yo mismo. Hay que resaltar el hecho de que los tres fuéramos también exjugadores del Estudiantes.
La razón de haber solicitado asistir al partido de Munich radicaba en que hacía 52 años formé parte del Equipo Nacional que participó en los JJ.OO. de 1972 en esta ciudad, capital de Baviera.
De
modo que tras alojarnos en el hotel, comer, como aconseja la zona, unas
salchichas con un par de cervezas Lager, fui andando, hasta la antigua Villa y Estadio Olímpicos. Debo deciros que el hotel
se encuentra a tan solo quince minutos andando de Olympia Park. Fui recordando
mientras caminaba lo que supuso para mi el despertar al terrorismo en aquel pasado cinco
de Septiembre de 1972. Como recordaréis allí fueron asesinados un atleta y un
entrenador, levantadores de pesos, israelitas y otros nueve fueron tomados como
rehenes de los fedayines de la Organización para la Liberación de Palestina
(O.L.P.), autodenominados Septiembre Negro, de la que era a la sazón su presidente Yasir Arafat.
Los atletas junto a sus secuestradores consiguieron ser evacuados, creo que en helicópteros hasta el aeropuerto donde, según habían solicitado los secuestradores, se encontraba un avión que habría de trasladar a captores y cautivos a un país árabe y reclamar así el canje de los atletas por palestinos de la O.L.P. capturados y encarcelados por Israel. El estado alemán, no dispuesto por principio a negociar con los terroristas, toman y cercan el aeropuerto y allí comienza la operación de liberación de los rehenes. Al verse sin salida los terroristas, asesinan a todos los atletas y ellos mismos son muertos por las fuerzas alemanas.
De
aquí nacía mi interés por llegar a la Connollystrasse 31, dirección en la que
se alojaba la delegación israelita, así como al nº 12 de la misma calle, donde
nos alojábamos los españoles de todas las disciplinas deportivas.
Alli se encuentra un Memorial cuya imagen os acompaño a continuación.
Podéis
imaginar que fueron momentos emotivos para mi. Recordé como los terroristas
profanaron aquel templo de convivencia en libertad de miles de deportistas de
todas las nacionalidades, razas y creencias. Algo que después habría de ver lamentablemente
repetido muchas veces en mi propio país. No obstante, también rememoré multitud
de vivencias positivas y partidos que allí celebramos.
Como veréis en la foto, hacía mucho frío y la temperatura en ese momento y durante todo el viaje no subió de -3º C, mientras que si vimos los -5º C en alguna ocasión. Tuvimos la fortuna de que no nos nevara en esos dos días, pero el tráfico en la ciudad siempre es bastante denso.
Al
día siguiente fuimos invitados a visitar el museo de la firma BMW. Magnífica e interesantísima visita que para los
amantes de la automoción, como es mi personal caso y el de muchos otros, fue
una magnífica experiencia. Aquí os dejo algunas imágenes:
Hay
una sala especial donde se encuentra un deportivo que fue propiedad de Elvis Presley
y bajo las armonías del “Return to Sender” (https://www.youtube.com/watch?v=PU5xxh5UX4U)
allí nos lanzamos a emular al astro de la canción como verdaderos artistas del “parqué”.
A
continuación nos trasladamos a una pequeña población de las afueras por unas
bonitas carreteras rodeadas de bosques nevados, que daban una bonita imagen de
postal. Alli, en lo que podríamos denominar un atelier fabricaban
artesanalmente zapatos y esos típicos pantalones cortos bávaros, LEDERHOSEN, que todos recordamos que utilizaba nuestro querido Kurt en el colegio. A destacar que el mejor de
ellos, con unos preciosos bordados en tirantes y perneras, costaba la friolera
de 2.400 euros. Nos ofrecieron un aperitivo con salchichas bávaras (estas son
blancas y cortas) y nos propusieron un juego de resistencia (sostener el máximo
tiempo posible una jarra llena de agua de dos kilos de peso con el brazo
estirado), así como uno de habilidad (clavar un clavo con un martillo hueco, lo
que exigía percutir en la cabeza del clavo con el borde de la superficie que
golpea). El ganador en ambas categorías fue Felipe Reyes que
se conserva en gran forma neurofísica.
En otra población cercana celebramos una comida bien regada, puesto que se trataba de una antigua cervecería privada convertida en restaurante y allí libamos cervezas de todos los colores junto a abundantes viandas y un postre delicioso característico. Debo decir que gracias la generosidad de nuestros anfitriones (Real Madrid Patrocinios y BMW) durante estos dos días yo he regresado a casa con dos kilos más de los que salí.