POR ILDEFONSO ARENAS
El Instituto de Ingeniería de España ha girado una invitación a nuestro compañero Alfonso Arenas para dar una charla sobre gases nerviosos, tema que ha sido muy estudiado por su parte para la confección de sus libros.
La charla va dirigida a ingenieros de armamento y químicos principalmente y versará sobre lo que pudo ser y aún puede ser la guerra química a gran escala.
PROGRAMA
19:00 |
Bienvenida a los
asistentes y presentación de la Jornada. D. José
Trigueros, Presidente del IIE. D. Enrique Rodríguez
Fagúndez, Presidente del Comité de Tecnologías para la Defensa del IIE. |
19:15 |
Presentación de la Jornada y del ponente D. Enrique Rodríguez
Fagúndez, Presidente del Comité de Tecnologías para la Defensa del IIE. |
19:30 |
Los Gases Nerviosos. D.
Ildefonso Arenas Romero. Consultor y escritor. |
20:30 |
Coloquio moderador por: D. Enrique Rodríguez Fagúndez |
20:45 |
Clausura de la jornada PRESENTACIÓN |
Los gases nerviosos no son un arma popular, aunque de vez en cuando algo los pone de moda durante unos días o unas semanas, para después volver a caer en el olvido.
La última de sus resurrecciones se debe al no muy bien identificado 'Novichok', y sólo porque unos supuestos agentes de los servicios secretos rusos lo emplearon para intentar eliminar un par de disidentes, nada favorables al actual gobierno de la Federación Rusa.
En otros tiempos, ya tan lejanos como las dos guerras del Golfo Pérsico, uno de los gases, el denominado 'Sarin', se mantuvo en un alto grado de popularidad, más que nada por acusársele de ser el 'arma de destrucción masiva' con que a Saddam Hussein se le suponía capaz de poner en peligro la seguridad de casi todos los estados de Oriente Medio. Al mismo Sarin se le achaca un empleo terrorista, por fortuna no excesivamente masivo, en el metro de Tokio, así como el asesinato de algunos exiliados argentinos que no caían simpáticos a la última de sus dictaduras militares.
Salvo eso, es muy escasa la popularidad de los gases nerviosos, lo que no deja de ser injusto, porque siguen ahí, de ningún modo se han extinguido y, en sus versiones más poderosas, son perfectamente competitivos frente a las mucho más populares, al menos en cuanto a ser conocidas y recordadas por los ciudadanos, 'bombas de neutrones'.
Esto, además de una imprudencia, es por demás sorprendente, ya que los 'gases nerviosos' son mucho más simples y baratos de producir, almacenar y operar, y en cuanto a su eficacia parece haber un acuerdo general en que matan mucho más, con la gran ventaja de que, al cabo de unas pocas semanas, lo que tardan en dispersarse sus últimas moléculas, todo vuelve a estar como antes, miles de cadáveres aparte.
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