Pues somos como somos, mayores, claro.- Y eso tiene ciertas ventajas.
Al hilo de los debates sobre la Educación, se me han suscitado
reflexiones al respecto, los entornos de ayer y los entornos de hoy.- Y voy más
lejos: ¿de qué forma nos ha influido nuestro entorno? No me refiero solamente
el del propio Ramiro, que es lo que siempre mencionamos, no; me refiero a
nuestro entorno social, nuestro entorno cultural, nuestro entorno familiar y
nuestro entorno “cotidiano”.
Es evidente – y ya lo mencioné en alguna ocasión- que todos hemos
evolucionado muchísimo en estos casi 50 años, ya sabéis, lo de la diversidad,
pero también es evidente que somos el resultado de “lo que estaba pasando” en
esos años 1953 a 1964. Los niños absorben instintivamente mucho más de lo
podamos pensar.
Y el resultado ya empezamos a verlo en encuentros como el de Valencia:
nos hemos “hermanado” de forma realmente singular.- Sabemos pasarlo bien
juntos; nos portamos como si siempre nos hubiésemos conocido.
Y eso me lleva a más reflexiones.
¿No será nuestra historia el despliegue de una experiencia básica,
sustrato común o como queramos llamarlo? En cierto sentido, este despliegue
puede ser incluso debido al dinamismo de nuestra propia experiencia, que forja
nuestra inteligencia desde niños: queríamos conocer, explorar, hacer preguntas,
comprender lo que pasa, juzgar adecuadamente y prolongar ese afán infantil de
hacer preguntas en cascada.- Entonces lo intuimos, pero todo eso nos lleva a
querer estudiar lo que la inteligencia ha hecho: ciencia, arte, religión,
política, sociedad, formas de vida, costumbres … y hoy, siendo mayores, eso nos
gusta. Disfrutamos.
Y sigo: nuestra inteligencia personal –en el sentido amplio de la palabra-
es fruto de la cultura; se desarrolla en un entorno social, que la deprime o
que la impulsa. De esto se podría deducir que si queremos comportarnos
inteligentemente, tendremos que esforzarnos en construir una sociedad a la
altura que pensemos deba tener y / o luchar contra las influencias
medioambientales que podamos padecer.- ¡Las contaminaciones ideológicas pueden
llegar a ser más graves que las químicas! Gran parte de lo que pensamos y
sentimos lo determina nuestro entorno.- Nuestro único seguro de vida es
aumentar la inteligencia social, la capacidad de defender lo bueno y de
rechazar lo injusto.- Y la Educación, con mayúsculas, como concepto, es la
impulsora de la evolución cultural. Educar es la facultad que define al ser
humano: cuando nacemos, estamos desnudos y nuestro cerebro es similar al de los
niños del principio de la especie humana, pero a los 10 años (cuando teníamos
en clase al sr Navarro o al sr Galán, o al sr Vigueras), la configuración del
cerebro ya era muy, muy diferente, pues evolucionó muchísimo más deprisa.- Y ha
sido capaz de asimilar lo que la especie humana ha tardado doscientos mil años
en inventar (¿o aprender?): el lenguaje, la regulación de las emociones, las
formas de convivencia, los sistemas de control de conducta y hasta la
voluntad y la libertad…
Cierro reflexiones.
Pero vuelvo a lo nuestro: nos
hemos impregnado de un entorno similar, desde los mapas mudos hasta el juego de
las chapas.- Y ha determinado nuestro comportamiento social; a mí me sigue
pidiendo el cuerpo echar mi abrigo a los pies de una señora que va a pasar
un charco y me levanto del asiento si
veo a una embarazada en el metro; lo que pasa, es que las más jóvenes
probablemente no lo sepan apreciar, porque su entorno ha sido diferente. ¿Os
imagináis el pitorreo de una chica joven en tal circunstancia? Pero en el fondo, fondo, seguro que lo
agradecen.
Y hoy nos encontramos de nuevo tras dar una vuelta por el espacio
sideral de nuestra vida, con concomitancias y formas de convivencia parejas.-
Nuestros padres y nuestros profesores nos educaron de cierta forma, como se
estilaba entonces; los valores morales los teníamos hasta en las películas que
veíamos (en las que los buenos eran muy buenos y los malos muy malos, no había
dudas, Diego Valor y el Capitán Trueno…).- Todo eso era muy inocente, pues la
vida es más compleja que todo esto, pero se nos ha formado y se nos ha
preparado.- Nos ha dado criterio. Y ese criterio se refleja, por ejemplo, en
toda esa diversidad de opiniones sobre la educación que nos hemos intercambiado
recientemente…
¡Si es que nos han educado juntos!
Y, visto lo visto, no puedo más que
felicitarme viendo el resultado; ¡cómo somos los del Ramiro 52-64! Y nos
sentimos muy unidos. ¡Qué bien!
Gracias Kurt por compartir con todos tus reflexiones. Nuestra educación, cultura y forma de ver la vida parte de esa educación que se nos dió del 53 al 64.
ResponderEliminarLas semillas fueron todas iguales, pero en cada uno de nosotros germinó de manera diferente, pero en general de forma que somos tolerantes.
Y eso hace que la diversidad sea sana en este grupo.
Un saludo a todos
El poco criterio que me dio el Ramiro me lo dio el Nocturno, y me lo dieron mis compañeros, todos ellos tan obreros como yo. En el Diurno recibí conocimientos, unos muy útiles y otros que me enseñaron a asombrarme de que se pusiera tanto esfuerzo en preservar la estupidez (el Latín, la Religión y la FEN), pero nada más. El criterio de verdad me lo dio la vida y el trabajo. No deberíamos esperar que los colegios den a nuestros hijos y a nuestros nietos cosas que allí se ignoran. Si los profesores son simples teóricos con absoluto desconocimiento del mundo del trabajo (y que por lo general trabajan poquísimo; no sé cómo tienen la jeta de ir a la huelga porque se les pidan más de 20 horas por semana con cuatro meses de vacaciones pagadas por año) no debemos pedirles que dén a nuestros hijos otra cosa que los conocimientos derivados de sus asignaturas. Esperar más de ellos es pedirles que hagan nuestro trabajo de padres (o abuelos), y esa es la mayor estupidez por nuestra parte, porque de ningún modo lo podrán hacer. No saben, simplemente.
ResponderEliminarAlfonso el Caritativo