(Intentando emular a Nicolás,
y respondiendo para corresponder, me he decidido a arrimar ahora otros
recuerdos, encadenados y desencadenados)
La vida no
fué, es…también, si me permitís, especialmente tú Nicolás, que has sido el
primero en lanzar la piedra:
- Antón...inteligente artista.
- Javier...sonriente, burlón y beatífico.
- Juan... (gracias por lo de la lealtad inquebrantable,
que suena a algo bueno).
- Y la grandeza de espíritu, discretamente reservada, de
Nicolás (Kolia desde cerca), que siempre se las apañó para olvidarse de sí
mismo, y que gracias a Dios, al igual que el anteriormente nombrado, no nació
mujer (las explicaciones en su momento).
Y también
la vida es:
- La piscina del Colegio, algún verano con agua,
flanqueada por el gimnasio; por los arbolitos situados detrás del llamado
trampolín, cada uno con su etiqueta individualizada, integrantes del “Botánico”
de D. Tomás Alvira (“…porque en los colegios alemanes…”); por los vestuarios;
por la cantina; por el patio de columnas, donde se hacía gimnasia si llovía y
donde Palacín revolucionó la teoría de la magnitud de las cosas con su famosa
“chinita”.
- La Cruz de los Caídos, donde se fumaba; y la Bandera,
en la esquina del campo de fútbol, donde se fumaba; el pasadizo debajo de las
tribunas del campo de fútbol, donde también se fumaba...
- La fuente, en forma de bandeja cóncava y rectangular, a
la que un hormiguero de alumnos se encaramaba y, sien contra sien, hombro aquí
te empujo, hombro allá te aparto, pugnaba por poder lametear, aunque fuera sólo
por unos segundos, el chorrito fresco de agua, que servía para pasar el
bocadillo de media mañana.
- El juego de “Prusia nº 1 mi caballo 21” en el que se
iba aumentando el número de “burros” sobre los que se saltaba para llegar lo
más adelante posible, de forma que cupieran más jinetes saltadores encima; y el
de “vamos a jugar a Luz (¿)”, con tres burros unidos cabeza entre piernas y
enganchados a la barandilla del campo de fútbol y una “madre”, instalados todos
ellos dentro de un semicírculo dibujado alrededor en la arena, espacio dentro
del cual no podías ser sorprendido porque
“palmabas”, si la madre te pescaba desprevenido dentro de él al intentar
subirte a los burros , o por haberte caído al suelo, cuando los asnos hacían
“marea” por orden de la madre. Todo con el apoyo de aquellas barandillas de
tubo de hierro en las que alguien se hizo mella en algún diente por hacer
malabarismos exóticos, sólo aptos para atletas expertos.
- El cambiar cromos (los de Nestlé eran indudablemente
los de más prestigio).
- La estatua de Minerva a la entrada del Parque de
Juegos. Minerva lució durante algún tiempo la marca rojiza de un parche de
plastilina roja con que un gracioso tuvo a bien amordazarla (¿para que no
denunciara alguna fechoría?).
- La mezquita de “Ben a Mear”, con su foso de entrada, en
el que un buen día fue a dar el Biscuter de Lamela, vaya Ud. a saber si como
respuesta a agravios, o por hacer gracias a costa de un personaje del que se
sabía que no se iba a defender ni tomar represalias.
- Ese desfile matinal, en el que cada clase se esmeraba
en hacer filigranas, con las variaciones de los “gastadores” en cabeza de la
formación, y esos gritos de: “¡Vista a la derecha…. Franco!, con cuyos ecos se
criaron y educaron tantos seres liberales, que no sabían que lo eran y, sobre
todo, que lo iban a seguir siendo con el tiempo. Cuantas veces nos han
preguntado, “¿pero no erais de derechas?... jo, pues no me lo creo”.
- El juego del clavo o de la navaja sobre el suelo mojado
de invierno, para hacer un “robaterrenos” (para esta modalidad artística mejor
la navajilla), o unas “islas” (aquí, sin embargo, el clavo). Y el “guá”, y las
carreras con chapas preparadas, con su foto interior y su cristal sujeto al
borde rizado de la chapa con plastilina o con jabón. Aparicio siempre proponía
“carrera ciclista” porque quería usar su chapa con la foto de “Darrigade”
(ciclista francés) que corría muy bien – la chapa, claro - por las carreteras
abiertas por uno de nosotros sobre la arena con las dos manos entrelazadas,
como si fuera dos pequeñas bulldozers de carne y huesos.
- Y las carreras de tacones de zapato (el juego del
“taco”), que ayudaba a hacer más ligero el camino de vuelta a casa. Era como un
juego de petanca, pero ibérico, con persecución de un contendiente por el otro,
sin bolas; se necesitaba un tacón de zapato lo más gastado posible para que
volara lejos y, sobre todo, para que corriera bien sobre el pavimento.
- Las flechas (¿dardos pobres?) fabricadas con un trocito
de palo (para esto eran muy buenos los palitos que les ponía dentro a los
zapatos en las tiendas a modo de hormas, que se apoyaban en una bola de papel
dentro de la puntera del zapato y se encajaban en el contrafuerte del talón):
en un extremo, un alfiler atado con un hilo y afirmado con pegamento; y en el
otro, la aleta de papel, que se sujetaba fijándola por medio de dos incisiones
en cruz.
- Y qué decir del “moco de camello”, hecho con una buena
dosis de papel ce-lo, concienzudamente masticado (¿en que se inspiró si no el
que inventó después el blandiblub?). Y las cerbatanas “Bic” que, previamente
desprovistas del tubo de tinta, servían para lanzar pelotillas de papel
masticado, que no hacían daño, pero daban más asco; o para lanzar granos de
arroz, que sí hacían daño en la mejilla o en el cogote cuando te acertaban.
- El “camarada” Paco Giraldo (me permito sustituir el
“-dez” por “-do”, que es más musical) y sus: “Amamos España porque no nos
gusta”…. “España como unidad de destino en lo universal”, frases profusidas (es
decir, proferidas profusamente) en un intento de captar adeptos que vinieran a
engrosar las filas de la OJE (Centuria = un gilipollas vestido de niño,
mandando a cien niños vestidos de gilipollas...). Que en ese tiempo no sólo
había proselitismo religioso…
- Si, montañas nevadas, pero también “La mirada...
“clarilejos” y la frente levantada, voy “porrutas” imperiales, caminando hacia
Dios...”. Tardé mucho tiempo en separar “por” y “rutas”, y “clara” y “lejos”.
- Si, aquélla auténtica Dama – que no tenía piernas, sino
dos hilos... que le colgaban del culo – Doña patrocinio Belda de Morales.
- El Anhídrido Antimonioso (?), cuyo apodo alusivo a la
miopía de un profe motejado se explicaba a través de su fórmula química: Sb2O3,
o sea, ese ve dos o tres (¿cabe más ingenio?); y ello por el grosor del cristal
de sus gafas, que hacían suponer una miopía más que severa.
- Julio Antonio Beberide García, hijo de marino mercante,
que también dibujaba pizarras de mucha valía y que nos hacía ganar campeonatos
entre las clases, en la Navidad.
- Don Luis Muñoz Cobo, quién después de oír algún
disparate de los de agarrarse a la mesa, le daba caritativo relieve al
comentario – para vergüenza de su autor - diciendo festivamente: “Bárbaros al
frente...”, a lo que Baides respondía invariablemente: “...A la orden mi
teniente”. Y todos tan contentos.
- Los Jefes de Clase, compañeros coetáneos que, por
designación del profesor, cuidaban en su ausencia de que se cumpliera la ley.
Tenían la facultad de “apuntar” al díscolo o transgresor; y cuando el
delincuente reincidía, o le echaba un pulso al Jefe, era “apuntado con
admiraciones” (¡ = falta de cierta
importancia o reincidencia en la leve; ¡¡ = mal, muy mal; ¡¡¡ = negativa a la conversión o al
arrepentimiento). Creo que en la Institución Libre de Enseñanza (madre parcial
de nuestra educación a través de muchos de nuestros maestros) se les llamaba
“afiz” (¿alguacil?), aunque en este caso su competencia abarcaba también el
orden de las cosas materiales.
- La Jefatura, un poco más suprema, de los alumnos
mayores: Alejandro Nesprall Baragaño (“el de la corbata de paño”; portero que fué
de los profesores, cuando Moneo no podía ya hacer palomitas en los partidos con
los alumnos; un esquirol pasado al Olimpo del mando); Tesso Vilar, Jefe Mayor
bondadoso, un veterano de 6º cuando nosotros circulábamos por 1º ó 2º de
Bachiller; y otros muchos... Es decir, los mayores cuidaban de los pequeños....
¡bien!. Nos acunaban, llevaban y traían como dóciles paquetitos de cuarenta
unidades. En suma, eran nuestros “hermanos mayores”, (que alguno los tenía, dos,
cuatro o más clases hacia arriba) y no había más remedio que reconocer que nos
llevaban sólo dos pasos de ventaja, pero, eso sí, enormes. Y como en esos
tiempos la antigüedad era un grado, era ocioso discutir o quejarse.
- Gabaldón, un hombre con gabardina, personaje difícil de
clasificar: sucedáneo/sor de D.
Antonio Magariños, que administraba su poder por delegación y que nunca llegó a
ser.... de confianza (por favor, sucedáneos no). Y después los Cuidadores (Sr.
Real y otros que, cuando D. Antonio empezó a estar más fatigado, hicieron su
aparición), que tenían atribuido su poder sobre bases nuevas (¡ay, incipiente
democracia!), posiblemente necesarias, pero que hacían añorar la confianza en
la entrega y el esfuerzo de su predecesor, la emoción y la sensibilidad en el
ejercicio de la auténtica autoridad, la que convencía y, pese a muchos, sigue
convenciendo, la que no cede a favoritismos. Es decir, que tenía un tufo a
liberal bastante agradable.
- El teatro del Ramiro que, para las grandes ocasiones, acogía
a todos (los profesores, por favor, de pie), como eran las entregas anuales de
los premios de la Caja de Ahorros, a los alumnos que se distinguían por su
capacidad de ahorro, evidenciada por su cartilla. Alguien, entre el público
poco ahorrador, preguntaba sin respeto ni modales: “¿de dónde sacará éste el
dinero? Seguro que se lo dan sus padres y así no tiene mérito. Además, se
convertirá en un tacaño, seguro, con tanto ahorrar...” O a lo mejor se
convertiría, andando el tiempo, en Presidente del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas: César Nombela Cano, no era deportista, ni famoso
en ese tiempo, nada más que por su “ahorratividad anual”. Pero qué cabrones
éramos a veces... Desde luego, leer el futuro ha sido siempre muy difícil, está
claro.
- También, otra vez, el Teatro - he olvidado decir que su
nombre genuino era nada menos que Salón de Actos -, nos permitía recordar, los
sábados por la tarde, las películas estrenadas sólo unos años antes; eso sí,
lógicamente precedidas por el NO –DO y el IMÁGENES, que era el periódico y el
magazine de entonces, para los que no trabajaban este material informativo.
Acomodador: ¡¡Chupito!! Con su linterna y su andar sugerentemente ondulante
arrastrado los pies; rodillas permanentemente dobladas, algo de chepilla;
faldón colgante de la chaqueta llena de brillos y de años; una colilla apagada
en la comisura; y las manos, al menos una, siempre en los bolsillos, a lo mejor
para evitar que le salieran huyendo los pantalones. Toda una imagen gallarda
que también le valió el apodo de Ben – Hur; ¿Charlton Heston?. No, Ben –
ito Hur – tado, que así se llamaba de verdad el hombre.
- La leche en polvo SAM, desleída y muy caliente,
que degustábamos a vaso por cabeza un día a la semana, agrupados por clases;
ayuda americana para fortalecer nuestra dieta; todo por gentileza de Ike
(quiero decir Eisenhower, perdón por la familiaridad) o de Mr. Marshall (Don
Bienvenido)...;nosotros nunca supimos quién era el donante, pero daba una
cierta sensación de ayuda no pedida y nunca bien explicada y que nos enseñó,
eso es verdad, que existían otras leches... (Sic).
- Ah! El
termómetro de papel del Domund, - venga, a ver si este año les ganamos a los
del B, llegando antes a las cien pelas de recaudación - que se marcaba con el
lápiz bicolor rojo – azul. Esta era la recaudación estática, distinta de la
ambulante, que se hacía con unas huchas representando cabezas de negritos, indios,
pieles rojas, chinos... Iban cerradas con un tapón de corcho en la base y
preservadas de cualquier apertura con una banda de papel pegada en la que se
estampaba un sello de tampón que garantizaba la inviolabilidad de las
donaciones. Realmente, costaba imaginar que las monedas recaudadas pudiera
valer más que esas huchas todo – lujo. Pero la ilusión era llenarlas y ahí
estaba la tentación de abrirlas para poder contar lo que llevabas recaudado,
aunque en honor a la verdad nunca incurrimos, salvo accidente en el delito de
fractura de precinto. Bueno, parece ser que se competía por ver quién ayudaba
más.
- (NOTA: A propósito de los lápices, para tener
bien finos los bicolor, y además los otros, era imprescindible contar con un
lujoso sacapuntas mecánico, con su manivela, adquirido mediante recaudación
entre los alumnos usuarios. Ahí empecé a aprender lo que era la sutileza de la
propiedad compartida, de forma que la cosa era de todos y tuya, pero no tanto,
o sea de aquella manera, y que podías usarla pero siempre con moderación; sobre
todo porque un exceso de emoción sacando punta, o una leve distracción, dejaba
reducido el lapicero a una exigua porción, un exlapicero, vamos).
Estas palabras de Juan Rosas son un excelente ejemplo de lo que Basilio Palacios definía como el más difícil de los géneros literarios: la poesía disfrazada de prosa.
ResponderEliminarAlfonso el Nostálgico
I Querido Juan Antonio, compañero sentado a mi derecha durante tantos cursos. Primero gracias por tu colaboración. Me ha encantado. Esa memoria colectiva pertenece a todos, y es bueno airearla. Te he recordado siempre estos casi 50 años que no nos hemos visto.
ResponderEliminarNo me voy a repetir de lo escrito ya en las Memorias, pero al hilo de tus recuerdos, me viene alguna cosa más a lacabeza...
1. Antón, Javier, Vicente, Kolia, Pablo Bergia, eran las personas más representativas de nuestra clase, como Bufalá lo era en la suya. Pero hay otras más modetas y calladas que también dejaron su huella (al menos en mi). García Fogeda, por su lucha por seguirnos en todo momento. Baides (el tiempo que estuvo con nosotros por su humor), Kurt, asombro de un alemán en clase. José Luis Cerdán por su grata conversación. Carlos Iradier por su contante simpatía. Piernavieja e Iturralde, por sus travesuras. Francisco Gujarro por su tenaz vocación... Todos han quedado grabados, al menos en mi recuerdo, de manera indeleble.
2. Los lugares por los que corríamos y jugábamos antaño. Cruz de los caidos, foso mal oliente, bandera de España, estatua de Franco, parque infantil, Estatua de la Virgen y tantos otros, entre los que para mi son importantes está también el Canalillo y su talud, donde estuve a punto de morir enterrado vivo al adentrarme en una de las cuevas y hundirse.
3.Cromos y juegos. Los más importantes los cromos de Nestle (Maravillas del Universo), pero también los de Quo Vadis?, automóviles, futbolistas y ciclistas. Juegos como el clavo, tacones, chapas, canicas, incluso tabas, llenaron mucho de nuestro ocio...
4. Los jefes. Además de los que mencionas, recuerdo a Manso (de primero), que me dio el primer cigarro que fumé a los 11 años...
5. Gabaldón el siniestro. Un individuo que debía ser de la social por la gabardina. Típico facha. Siempre me caía muy mal al igual que su eterno protegido Guedez. Hubo otros "educadores", Bigotini,por ejemplo que siempre fueron muy criticados.
6.El teatro, maravilloso. Siempre recordaré el 30 de octubre, con la fiesta del ahorro, que hacíamos pegando cupones.. Y el premio al ahorro que año tras año se llevaba Cesar Nombela Cano (Yo conseguí al menos que me pagasen los títulos de bachiller elemental y superior). Las pelis vistas los sábados por la tarde... Pero aunque mucho más modesto, el cine de la Prepa los sábados por la mañana en aquel salón donde la Derbi de 16 mm. proyectaba aquellas películas de caballistas como las del Sargento King, proyectadas por el Sr. Moneo, al que yo no quitaba ojo en su técnica de proyección, también me marcaron y mucho y guardo un gran recuerdo de las sesiones. Y de la representación de S. Nicolás por Kolia. L Sra. Moralee podría no estar muy bien hecha, pero era una Sra. con mayúscula y a mi me enseñó muchísima educación. Es ua de las profesoras a quien estoy más agradecido juto con Dª Juana Prida. Que personas más humanas y que magníficas enseñanzas..
7.Chupito o el siervo para todo.. Con permisooo!!. Que imagen!!!.
8. La leche que primeramente no era de SAM, si no leche en polvo americana disuelta en agua y que me negué a beber reiteradamente. D. Luís me dijo muy enojado. ¿Por qué no la bebes de una vez? Y yo le contesté sabe a panzaburro, a ver si se la bebe Vd y ya me dejó por imposible.. Y el queso rojizo, que enterraba al lado de un árbol para aprovechar el pan y poner chorizo traído de casa....
9. Termómetro del DOMUND (era por estas épocas del año). Se sacaba el dinero de las huchas con cabezas de chinos o negros, y había una columna en negro del dinero que llevábamos en mano y otra roja del dinero de las huchas...100 pts cada termómetro y había años que eran 3 los que se llenaban.
10.El saca puntas propiedad comunal, los estuches de lápices y pinturas, el primer boli bic cristal que costaba nada menos que 5 pesetas (un duro)..
II. Todo un mundo imposible de olvidar y que nos dejó una huella más profunda de lo que podíamos suponer. Bueno ya me he extendido bastante, perdonad pero mi queridísimo compañero, me ha dado pie a ello. Gracias por soportarme. Manolo
ResponderEliminarY los caramelos SACI, de los que se decía que si llegabas a juntar cuatro envoltorios y formar la palabra 'SACI' (cada uno traía una letra en el interior) ganarías un premio que nunca llegué a saber en qué carallu consistía. Lo cierto es que nunca ví una maldita 'C'. ¿Alguno de vosotros vísteis alguna?
ResponderEliminarY los cazadores de víboras en el Canalillo, que tanto me asombraban y tan gran admiración me despertaban (supongo que por el mucho miedo que por entonces me daban las serpientes)...
Y los poemas sicalípticos, mecanografiados y reproducidos al papel carbón, que con la mayor cautela nos pásabamos los unos a los otros, conscientes de cometer un pecado gravísimo. ¿Os acordáis de aquel tan portentoso que comenzaba por 'Era Rosita la Hermosa una chica satisfecha / de hermosura encantadora, simpática y bien hecha...'?
Y los espantosos ejercicios espirituales, un par de mañanas encerrados en el salón de actos mientras unos sacerdotes pésimamente intencionados se afanaban en crearnos unos traumas mentales de los que jamás lográramos recuperarnos...
En fin, que hubo de todo. Hay algo, sin embargo, que borra todo lo que de malo pudiéramos padecer: éramos niños, y en general éramos buenos. Cuando menos, aún nos faltaba para ser unos malvados profesionales (eso lo enseñaban en la mili, y en el curro, y en la vida en general; unos lo llamaban 'hacerse hombres' y otros 'aprender a sobrevivir'). Quizá por eso resulta placentero, e incluso poético, abandonarse unos instantes a la evocación de aquellos agridulces tiempos en que aún éramos inocentes.
Si se evoca con una tapa de buen jabugo y una copa de amontillado aún sale mejor.
Alfonso el Nostálgico
SACI, COLA O JIJONA eran las palabras a componer con las envueltas de los caramelos "pectorales", que el pipero vendía a 10 cnt.. La C y la n jamás salían...
EliminarHa llegado amis manos vuestro block gracias a la generosidad de Vicente Ramos y la verdad es que me ha encantado y hasta emocionado un poco. Soy de la promoción del 50-57 (mucho más viejo que vosotros) y conservo casi todos esos recuerdos y alguno más. Fuí Jefe Mayor de José Ramón Ramos y algunos más cuyos nombre no recuerdo en este momento; Vicente por aquellas épocas nos parecía un enanillo simpático, que ya botaba el balón de manera espectacular. Estaba en camino de ser un magnífico jugador de baloncesto.
ResponderEliminarDe los deportes que se mencionan practiqué todos (magnífico en el clavo), mediocre en fútbol y en baloncesto que disfrutaba mucho, y bastante bueno en el frontón, que no se ha mencionado.
Recuerdo a Manolo Cavido, paisano mío, que me dejaba colarme a la piscina y estab casi siempre disponible a prestar un balón. En mi época de infantil aun eran de cuero y cuando se mojaban parecían balones medicinales. Recuerdo también a Pedro el de la cantina y a sus bocadillos de anchoa; era un buen tipo que nos daba crédito pr encima de nuestras posibilidades de pago y nunca protestaba.
Recuerdo también el último partido del Campeonato de Castilla (o algo así, cuando se jugaba por zonas geográficas) y el Estudiantes quedó campeón de la zona en un inolvidable partido contra el Madrid en el Frontón Fiestalegra en el que nos quedamos roncos todos. La fase final fue en Barcelona y allí fuimos un pequeño grupo de "dementes" en una expedición dirigida por el inolvidable Don Antonio que "fletó" dos de los autobuses eléctricos del Ramiro para llevarnos. Dormimos en Zaragoza, porque la velocidad y autonomía de los autobuses no daba para más. Inolvidable.
Un abrazo para todos y espero que esta "intromisión" no os parezca mal
Antonio Alvarez-Couceiro (Couceiro para los del Ramiro)