04 junio 2014

Visita al Congreso de los Diputados

... por  Manolo Rincón.

Hoy día 3 de junio, nuestro compañero Nicolás Pérez-Serrano, tuvo a bien organizar una visita al Congreso de los Diputados, donde ejerce su labor profesional desde hace muchos años, como Letrado en Cortes.



Nicolás es ameno, comunicador nato y muy inteligente. Nos introdujo en la historia de nuestras Cortes, que aunque vienen de las de Cádiz de 1.812, fueron itinerantes hasta que en 1.850 se inauguró su sede actual, por parte de la Reina Isabel II.
Fue un recorrido ameno, plagado de anécdotas y de historia de la Institución.


Creo que todos salimos satisfechos. Nos acompañó en nombre del Ramiro, la Catedrática de Historia Rosa María Muro.




Después comimos en el restaurante Edelweiss y departimos hasta las 6 de la tarde en plena sintonía, con la vista puesta ya en el 14 de junio.



 … por Kurt Schleicher


   Nos encontramos en la puerta del Congreso con Nicolás que iba a ser nuestro guía de lujo para la visita, precisamente un día después de la abdicación del rey. Nos temíamos que a lo mejor pudiéramos encontrarnos algún obstáculo por eso de la ley orgánica tras la abdicación de ayer, pero no fue así. Normalidad total.
   En la puerta ya celebramos algún que otro prolegómeno: el primero fue la gentil presencia de Rosa Mª Muro, catedrática de Historia del Ramiro, quien tampoco se quiso perder esta oportunidad; nuestro Vicente aprovechó la presencia de la Cuatro TV para disfrazarse de reportero y entrevistar a Rosa María, que ya no sabía dónde esconderse, hasta que se dio cuenta de la pequeña broma. Como siempre, el  buen humor que no falte…


   Nicolás nos contó que su estreno en el Congreso de los Diputados ya data de cuando tenía solamente 32 años, es decir, si no fallan las matemáticas y como todos sabemos la edad que tenemos, de eso hace ya 35 años. Muchos años son y es evidente que las vivencias de Nicolás en tanto tiempo deben ser muchísimas y muy sabrosas. Nos señaló cuál era la ventana de su despacho (marcado con la flecha sobre la foto). 


Más tarde, durante la comida, le instamos para que todos esos recuerdos tomaran forma y que fuese un legado para todos y parte de la historia; no había pensado hacerlo, pues en esos casos siempre se pueden suscitar situaciones incómodas hablando de personajes reales y publicar sobre ellos. En fin, sería una pena que todo ese legado se perdiese… pero es una decisión que sólo puede tomar él y habrá que respetarla.
   Entre otras cosas, estuvo presente cuando el famoso 23F; nos contó alguna anécdota, como la de que Adolfo Suárez se había creído que le habían pegado un tiro o la de aquella señora que llamó a otra comentando que “ya estaba todo arreglado porque había entrado la Guardia Civil en el Hemiciclo”. Enternecedor. Asimismo, durante la visita vimos algunos de los famosos disparos que siguen allí en el techo y en alguna otra parte, como testimonio de que los tiros “eran de verdad”.


   Nicolás lo había organizado todo a la perfección y allí nos esperaba además una amable cicerone que compartió con Nicolás las explicaciones de las diferentes salas que fuimos visitando en el Congreso; creo que las fotos dan mejor fe que las explicaciones, que no tiene ya caso repetir (aparte de que tampoco sería capaz de hacerlo). 



   En cuanto a mis impresiones, pues era la primera vez que visitaba el Congreso, tengo que decir que me sorprendió la cantidad de historia que había allí acumulada, desde los tiempos de Isabel II y el sorprendente colorido de las diferentes salas. En una de ellas, la llamada sala del Reloj, nos encontramos con una maravilla de la técnica que data de 1854 y no ha parado de funcionar desde entonces. No sólo da la hora, sino que  allí están las estaciones, el día, el mes, el año, la hora de España y en 20 capitales, la hora del orto y el ocaso, representación de la posición del Sol y de la Luna, planetario, y más cosas (termómetro, higrómetro y barómetros), Desde luego, solamente le falta que nos hiciera una predicción del tiempo… ¡Qué bárbaro!



   En cuanto al mobiliario, destaco una preciosa mesa de caoba con adornos de bronce y nácar y tablero de ágata; según cuenta la tradición, fue un regalo del Zar Nicolás I – hombre, un tocayo-  a Isabel II con ocasión de la boda de aquél. Hablando de mesas, también estaba allí sobre la que se firmó la Constitución de 1812. 




Y hablando de Constituciones, pues allí había una edición facsímil de la vigente metida en una urna de cristal (que nos cuenta Nicolás que había comprado él mismo ¡nada menos que en el Rastro!) Nos cuenta Nicolás que un diputado de izquierdas algo hortera había sido el único que había firmado (intencionadamente) con tinta de color rojo; en fin, no estaba a la vista, pues la Constitución estaba allí abierta por la página en la que estaba la firma del rey, bueno, ya del ex.



  No habían acabado las sorpresas, pues descubrimos un ascensor antiguo encajado en la escalera que obviamente había quedado inservible al ser reemplazado por otros más modernos, pero que allí seguía dando una cierta sensación de impotencia (le habían dejado sin guías). Bajando por la escalera, nos encontramos con un precioso tapiz bordado en tonos encarnados.



   Pasamos después ya al corazón del Congreso, el hemiciclo. Nos contó Nicolás que antes de que las izquierdas y las derechas fuesen una identificación de ideología, no tenían otro significado que una referencia de localización en la sala. Está claro que la historia de la política tenía ganas de complicar las cosas… Allí estaba el banco azul del gobierno, bueno, los bancos, y además móviles, pues se recolocan en uno u otro lado según las tendencias ideológicas del gobierno de turno…







   Después pasamos a la biblioteca, imponente y silencioso lugar que rompimos (el silencio, naturalmente) con nuestra presencia. No es muy grande, pero para mí que posee un indudable encanto, con su doble techo pintado sobre una balaustrada elíptica.



  Con esto se terminó la visita, tras pasar por varios pasillos deteniéndonos a contemplar los cuadros de los diferentes personajes relacionados con el Congreso.
   Tras la densa mañana se nos había abierto el apetito y lo calmamos sobradamente en Edelweiss, el antiguo restaurante alemán a la espalda del Congreso y que no ha cambiado  mucho en los últimos años. 


La mayoría dimos buena cuenta del codillo, con lo que dimos carpetazo a otro interesante día tras compartir estos entrañables momentos y especialmente en esta ocasión, al estar Rosa María con nosotros como si fuera una más de nuestra promoción, lo que por cierto tampoco hubiera estado nada mal ¿verdad?
  Gracias de nuevo, Nicolás, por tu iniciativa y gentileza.

KS, 3 Junio 2014.

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