...por Paco Acosta
Supongo
que lo primero que os habréis preguntado a ver el título, es algo así como ¿Y
ese crucero que tiene que ver con nosotros o con el Ramiro?... Os contesto aquí
mismo. A ese crucero asistieron unos 150 jóvenes universitarios (mayoritariamente
de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid) entre los que se encontraban 2
que posteriormente dieron clase en el Ramiro, e incluso uno de ellos, nos dio
clase a nosotros….
Hecha
esta aclaración, que es algo así como desvelar el asesino en la primera página
de una novela de misterio, voy a “desarrollar brevemente el tema”.
¿Fue
una excursión o viaje de estudios? Pues
sí.
¿Fue
“otro” viaje más “de verano” para jóvenes universitarios (similar a los que se
hacen en el “paso del ecuador” o “fin de carrera”)? Al parecer no.
Este
viaje tuvo algo de especial, algo que tenía que ver con la forma de enseñar,
con la convivencia entre profesores y alumnos, con los principios que bastantes
de sus organizadores y promotores habían vivido en la Institución Libre de
Enseñanza; con un nuevo modo de plantearse las propuestas educativas en una
época de convulsión política en la que pocos meses antes, el gobierno de la
República (presidido por Niceto Alcalá-Zamora) había promulgado una Ley en la
que se prohibía ejercer la enseñanza a las Órdenes y Congregaciones religiosas.
El crucero, en sus facetas “cultural y pedagógica”, pretendía ser utilizado
como un magnífico escaparate académico-político por el gobierno de la
república, al tiempo que las derechas acusaban al gobierno de malversación de
fondos y elitismo intelectual. Las opiniones del “gran público” con respecto a
“la nueva enseñanza” debían estar, pues, divididas.
El
instigador e iniciador de la empresa fue el decano de la Facultad de Filosofía
y Letras de la Universidad Central de Madrid, Manuel García Morente (había sido
alumno de la ILE –Institución Libre de Enseñanza-; y además fue el encargado de
presentar el proyecto al Consejo de Ministros), secundado por el secretario de
la misma Facultad José Ferrandis. Ambos contaron con la eficaz ayuda del
Gobierno de la República (presidido por Niceto Alcalá-Zamora) canalizada a
través del Consejo de Ministros (presidido por Manuel Azaña) y concretada en el
Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes de entonces: Fernando de los
Ríos (que lo fue hasta el 12 de Junio de 1933).
Los
organizadores de este crucero consiguieron el suficiente apoyo logístico
(lograron disponer, a buen precio, de un barco de la compañía
Transmediterránea), un buen soporte académico (el proyecto de viaje se vio
apoyado por intelectuales y profesores de prestigio), una amplia cobertura
oficial (a cada uno de los viajeros se les proporcionó un pasaporte
diplomático) y el siempre necesario aporte económico (se pudo así impulsar
mediante becas la participación de casi todos los alumnos; y únicamente 23
abonaron la totalidad de las 1.600 pts del importe del pasaje), de forma que la
excursión por el Mediterráneo se pudiese celebrar una vez terminado el curso
universitario. El viaje tuvo una duración de 48 días: se inició el 15 de Junio en
que el buque zarpó de Barcelona y finalizó el 1 de Agosto de 1933 en el puerto
de Valencia.
En
la financiación de los gastos estructurales de viaje, unas partidas
importantes, además de las aportaciones del Ministerio de Instrucción Pública y
Bellas Artes y del Ministerio de Estado, fueron las ayudas conseguidas del
Ayuntamiento de Madrid, la Diputación Provincial de Madrid, el Patronato de
Turismo y de diversas instituciones docentes: la propia Facultad de Filosofía y
Letras y la Universidad Central, entre otras. También se recibieron
aportaciones individuales de diversos intelectuales. Incluso José Ortega y
Gasset aportó su “granito de arena” al dar una serie de conferencias para
financiar becas…
El
recorrido del crucero resulta bastante atractivo. Un itinerario de tantos días
por los principales yacimientos arqueológicos del mediterráneo, fuentes de la
civilización europea: Túnez, Egipto, Palestina, Turquía, Grecia e Italia…, y
además, acompañados por un profesorado especializado…..
El
viaje se realizó a bordo de la motonave “Ciudad de Cádiz”, un barco construido
en 1929, en Italia, para la compañía Transmediterránea (hasta 1931 había
llevado el nombre “Infanta Cristina”, pero se lo cambiaron tras el advenimiento
de la República). Se trataba de un barco de más de 100 metros de eslora y
capacidad para 100 pasajeros de primera clase, 50 de segunda y 60 de tercera.
Como
curiosidad el Ciudad de Cádiz fue convertido en 1934 en barco-prisión en
Barcelona y fue hundido en 1937, en plena guerra civil (cuando regresaba desde
el puerto de Odessa con un cargamento de material –concretamente armamento-
para el gobierno republicano) por los torpedos de un submarino italiano…
El
viaje lo realizaron alrededor de 150 estudiantes, (algunos con 18 años –aún en
primero de la facultad- y otros con la licenciatura terminada) y más de 40
profesores (o “adultos responsables” como se suele indicar en los viajes
escolares, ya que algunos de los profesores fueron con sus cónyuges),
acompañados, además, por un equipo de cinematografía, encargado de “dejar
constancia” del éxito del crucero...
El
viaje, por lo que mucho que de él ha trascendido (incluso bien pasado el
tiempo), fue utilizado “propagandísticamente” para mostrar a la
“intelectualidad” en primer lugar, y de rebote al gran público, que eran
factibles las “nuevas” teorías pedagógicas de las autoridades; que era posible
otra forma de enseñanza fuera de las aulas, a base de convivencia, clases a
bordo y visitas. Se presentó como un verdadero viaje de estudios, y debió ser
así, pues se visitaron numerosos yacimientos arqueológicos, entre otros el
Palacio de Knossos, en la isla de Creta, por entonces en proceso de excavación…
Alguno de los cruceristas ha comentado “no
era un viaje de fin de curso, sino un curso de humanidades”. Y he visto que
a lo largo del crucero se dieron 24 (algunos dicen 27) conferencias
preparatorias (aunque algún profesor comentase “las conferencias se fueron haciendo antipáticas, y pronto se
convirtieron en un verdadero castigo”); se realizaron encuentros culturales
en algunos países, se organizaron 8 grupos de expedicionarios en base a la
especialidad de sus componentes: arabistas, literatos, arqueólogos e
historiadores; los alumnos debían realizar diversos trabajos y a bordo
disponían de una biblioteca, dotada con fondos de la Universidad.
Según
ha trascedido “se organizó un concurso
entre todos los alumnos para premiar el mejor diario, cuya redacción era
obligatoria”. Se establecieron varios premios; uno, instituido por la
Facultad, consistía en 2.000 pts. y el compromiso de publicación del diario;
otro instaurado por la Sociedad Geográfica (cuyo presidente era Gregorio
Marañón), de 1.000 pts. para la mejor descripción geográfica; y además la
Facultad anunció la concesión de 1.000 pts. al mejor lote de fotografías que se
presentase… Quizás aquí, en el abundante material que quedó –gráfico y escrito-,
resida la clave de la pervivencia de este viaje a lo largo del tiempo…
La
prensa de la época se hizo eco de la preparación del crucero (con opiniones a
favor y en contra), así como del desarrollo del mismo. A este respecto se
fueron publicando “noticias, reseñas y comunicados” remitidos por el
ministerio, referentes a las etapas efectuadas, visitas realizadas, etc., e
incluso artículos mandados a la prensa (cablegrafiados) por parte de algunos
profesores.
Ángel
González Palencia catedrático de literatura arábigo-española de la Universidad
de Madrid publicó en el periódico El Debate, recién regresados del viaje, una
serie de artículos relativos a las visitas realizadas en los diferentes países.
Estos artículos pueden ser considerados como una primera crónica del crucero
por el Mediterráneo, dirigida al público en general.
En
1934 se publicó un primer libro, con el diario de viaje que resultó ganador en
el concurso y los de otros dos expedicionarios.
Pasados
los años, son varios los libros (algunos de ellos avalados por el “nombre” de
sus autores) que tienen como motivo principal este viaje.
Probablemente,
la exposición que se realizó, a finales de 1995 y principios de 1996, (por
cierto, tuvo lugar en la Residencia de Estudiantes, junto al Ramiro) en la que
se presentaron más de 300 piezas entre fotografías, dibujos, cartas, folletos,
libros, revistas y recortes de prensa, avivó los recuerdos de algunos participantes
en el crucero y sus familiares, y esto les animó a que publicasen estos libros.
Esta, que incluyo a continuación, es la portada del catálogo de dicha
exposición.
A
propósito, con toda la intención del mundo, he ido dejando para el final el
tema de los pasajeros. Entre los afortunados participantes encontrado bastantes
“apellidos” conocidos, como son
Carlos Alonso del Real (Periodista, ensayista y arqueólogo) Su diario de viaje fue
elegido ganador del concurso,
Fernando Chueca-Goitia (Arquitecto,
ensayista, académico, historiador,…),
Guillermo Díaz Plaja –participó como profesor, aunque era de menor edad que
algunos alumnos- (ensayista, poeta, crítico, historiador de la Literatura
española,…),
Joaquín de Entrambasaguas (filólogo),
Salvador Espríu (poeta, dramaturgo y novelista),
Isabel García Lorca (profesora; hermana pequeña de Federico Garcia Lorca),
Emilio Garrigues Díez-Cañabate (diplomático y escritor),
Enrique Lafuente Ferrari –participó como profesor- (historiador del Arte español),
Gregorio Marañón Moya (jurista, diplomático y político; hijo de Gregorio Marañón),
Belén Marañón Moya (traductora; tercera hija de Gregorio Marañón),
Julián Marías (ensayista y filósofo; discípulo de Ortega),
Gonzalo Menéndez-Pidal (historiador y académico; hijo de Ramón Menéndez-Pidal),
Soledad Ortega (intelectual; hija de José Ortega y Gasset).
También
participaron Angela Barnés, hija del
por entonces Ministro de Instrucción Pública; Laura de los Ríos Giner, hija del anterior Ministro Fernando de los
Ríos; María Elena Gómez-Moreno, hija
del profesor, arqueólogo e historiador que también iba en el crucero; algunas
parejas de profesores, bastantes hermanos, …
Se
dice en el libro “El sueño de una generación” (F. Gracia / J.M. Fullola; 2006),
refiriéndose a los estudiantes que participaron en el crucero “si bien todos eran universitarios su
extracción social era muy variada, desde hijos de ministros o de catedráticos
hasta clases muy humildes, desde gentes que llevaban a sus espaldas más de una
generación de universitarios, hasta los que rompían en sus familias la cinta de
entrada en la más alta academia”. Puede ser… Y en uno de los diarios se
afirma que la selección de los participantes se hizo “por los méritos de los participantes y el rendimiento en los cursos”…
Y
tras este largo preámbulo aclaratorio solo me queda mencionar a los dos afortunados
participantes en el crucero que, pasados los años, recalaron en el Ramiro. Uno
de ellos ¡hasta nos dio clase a nosotros!…
Me
refiero a
Julián Gimeno Moya (1914-1996).
Lo tuvimos, (los del A) en 4º, en Latín. ¡Qué pocas cosas recordamos de él y de sus clases!. Alguno de nosotros ha mencionado lo de ¡beocio! (que de vez en cuando nos decía a modo de “lindeza”…). O lo del “ablativo absoluto”, que, por la intensidad con la que nos lo remachaba, debía ser algo muy importante….
Lo tuvimos, (los del A) en 4º, en Latín. ¡Qué pocas cosas recordamos de él y de sus clases!. Alguno de nosotros ha mencionado lo de ¡beocio! (que de vez en cuando nos decía a modo de “lindeza”…). O lo del “ablativo absoluto”, que, por la intensidad con la que nos lo remachaba, debía ser algo muy importante….
En
la relación del “pasaje” del crucero su apellido aparece escrito con “j”, es
decir Jimeno. Y debió ser uno de los cruceristas más jóvenes (tendría entonces
19 años…). Ahora, al escribir su nombre completo, me entra la “duda” de si podría
estar emparentado con los “Marañón Moya”… En lo que he podido leer relativo al
crucero, nunca “se le menciona” (excepto en la lista de participantes), por lo
que no debió pertenecer a “los clanes” que se formaron, ni debió destacar “en
nada”, ni para lo bueno ni para lo malo...
Pero
lo que quizás me sorprende más, es la poca información que sobre él he
encontrado… Intentaré presentarla en orden cronológico…
Diciembre
1933: Es admitido en la Sociedad Española de
Antropología como socio numerario.
Curso
39/40: Participa en el curso especial “Historia
primitiva del hombre” que en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid
imparte el profesor Santa Olalla (que como profesor también había participado
en el crucero).
1940
y 1941: Bajo la dirección de Blas Taracena
(arqueólogo que también tomó parte -como profesor- en el crucero), participa en
las excavaciones arqueológicas de Numancia (Soria), El Redal (Logroño) y Clunia
(Soria).
Octubre
1951: Es nombrado Profesor Adjunto interino
del Instituto Nacional de Enseñanza Media Ramiro de Maeztu de Madrid.
Octubre
1952: Es nombrado, nuevamente, Profesor
Adjunto interino de Latín del Instituto Nacional de Enseñanza Media Ramiro de
Maeztu de Madrid.
Febrero
1954: Es elegido Vocal de Letras de la Junta
de Gobierno del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados.
Junio
1954: No es admitido (por llevar menos de 8
años de servicio como profesor adjunto interino) para la realización de las
pruebas tendentes a la unificación del Profesorado Adjunto.
Curso
58/59: En el Instituto Ramiro de Maeztu es
Profesor delegado del curso 4º C.
Curso
60/61: Fue nuestro profesor de Latín en 4º A.
Junio
1974: Aparece en la lista definitiva de
admitidos al Concurso-Oposición restringido a plazas de Profesores Agregados de
Latín para Institutos de Enseñanza Media.
No sacó plaza.
Magdalena Garretas Sastre (1912-2011).
En el Ramiro fue catedrática de Griego. Pero
llegó en una época bastante posterior a la nuestra, tras el fallecimiento de D.
Luis Ortiz…
Mayo
1933: La Universidad de Salamanca la propone,
después de analizar los mejores expedientes académicos, para participar, con beca,
en el Crucero universitario por el Mediterráneo. Era alumna del tercer curso en
la Facultad de Filosofía y Letras.
1934: Tras licenciarse con premio extraordinario, es auxiliar
encargada de la cátedra vacante de Griego.
Curso
39/40: Es Profesora Auxiliar de Lengua Griega
en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Salamanca.
Mayo
1940: Es admitida a las oposiciones, en
turno libre, a cátedras de Latín para Institutos. No sacó la plaza
Agosto
1941: Es admitida a las oposiciones, en
turno libre, a cátedras de Griego para Institutos de Enseñanza Media. Esta vez
aprobó y en…
Octubre
1941: Es nombrada por oposición Catedrática
de Griego del Instituto de Cádiz.
Abril
1943: Es nombrada, en virtud de concurso de
traslado, Catedrática de Griego del Instituto de Granada.
Diciembre
1944: Es nombrada, en virtud de concurso de
traslado, Catedrática de Griego del Instituto femenino de Bilbao.
Octubre
1949: Es admitida a las oposiciones, en
turno libre, a cátedras de Francés
(!!) para Institutos Nacionales de Enseñanza Media. No sacó la plaza.
Diciembre
1954: Es admitida al concurso general para
la provisión de plazas de Inspectores de Enseñanza Media.
Febrero
1956: Es nombrada Interventor del Instituto
femenino de Bilbao.
Septiembre
1958: Es nombrada, en virtud de concurso de
traslado, Catedrática en el Instituto Nacional de Bachillerato Maragall de
Barcelona (femenino).
Enero
1961: Es profesora de Griego en el nocturno
del Instituto femenino Maragall de Barcelona (también para el curso
preuniversitario).
Septiembre
1977: Es nombrada, en régimen de comisión de
servicio, Catedrática de Griego del “centro Piloto” Instituto Ramiro de Maeztu
de Madrid.
Y
a continuación incluyo fotos de los participantes en el crucero. Entre todas
las que existen, he seleccionado aquellas en las que aparecen grupos, con la
intención que alguien “con buena vista y mejor ojo” pueda reconocer a Magdalena
o a Julián… ¡A ver si entre todos
conseguimos identificarlos!
Una vez más nuestro querido Paco Acosta nos sorprende con su capacidad investigadora y de documentación y nos deja un post formidable.
ResponderEliminarRecuerdo otra "lindeza" del profesor Gimeno cuando a continuación de BEOCIOS solía también llamarnos TEBANOS.
El libro de 4º se titulaba LUDUS LATINUS, recuerdo.
Y en cuanto al ablativo yo pensaba que era algo relacionado con la ablación, si seré de ciencias...!!! Resulta que en términos absolutos era una oración latina.
Francisco Rodríguez Menéndez, ex alumno del INB Ramiro de Maeztu, de la primera promoción de BUP.
ResponderEliminarEn efecto, yo fui alumno de doña Magdalena Garretas en el curso 1977-78 (3º de BUP).
Puedo añadir el dato de que en alguna ocasión nos dijo que había sido alumna de griego de don Miguel de Unamuno.
En efecto, también nos habló en alguna ocasión de que había participado en este famoso crucero. De hecho, yo tengo el libro de Julián Marías que adquirí para ver si se la citaba.
Para acabar quiero dar las gracias al autor de este blog por conservar una información preciosa para todos aquellos que recordamos con cariño nuestro paso por "el Ramiro".
Por lo que he podido comprobar, el libro EL SUEÑO DE UNA GENERACION, de Gracia/Fullola 2006, se escribió tras una larga conversación mantenida por los autores con Magalena Garretas Sastre (por entonces con noventa y tantos años), quien les refirió recuerdos, anécdotas y sucedidos durante el viaje, hasta entonces no divulgados.
EliminarEfectivamente Magdalena, según se refleja en el libro, fue "discípula de Miguel de Unamuno, quien la ayudó en sus primeros años de docencia".
Además se indica la forma en que la Universidad de Salamanca realizó la elección de su representante en el crucero: "El claustro se reunió para analizar los mejores expedientes académicos y seleccionar a la persona que debía cubrir la plaza de becario asignada por el Ministerio. La elegida fue Magdalena Garretas, alumna de tercer curso de Filosofía y Letras, votada por todos los presentes".
Interesante, como siempre, la entrada de nuestro compañero Paco Acosta. La lista de los estudiantes-viajeros nos puede hacer dudar del método de selección (mérito y transparencia). Si exceptuamos as semidesconocido Julián Gimeno Moya y a la desconocidísima Magdalena Garretas Sastre, la entrada tiene muy poco que ver con el Instituto Nacional de Enseñanza Media Ramiro de Maeztu, en 1939 el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza desapareció de la enseñanza pública española.
ResponderEliminarMuy interesante el artículo de Paco, como siempre.
ResponderEliminarSin embargo, tras haberlo leído, en lugar de interesarme por los pormenores de aquél viaje, se me han puesto los "dientes largos" con relación a tan magnífica idea de viaje cultural, así, sin comillas.
Como me gustan los retos, ahí lanzo uno, que reconozco tiene una probabilidad muy baja de hacerse realidad, pero siempre mayor que con la alternativa de no hacerlo:
Somos ya un buen montón de animosos ex-alumnos del Ramiro en la mejor edad unidos al menos por una misma fecha de nacimiento, pero creo que los lazos formados son ya de tal calibre que permiten realizar ensoñaciones. ¿Que a qué me refiero? Pues a organizar un crucero para (¡ojalá!) todos nosotros de la misma índole que aquél. No se trata de hacer comparaciones, pero en nuestro grupo hay muchos que no tienen nada que envidiar a los ilustres pasajeros de entonces.
Los cruceros de hoy son un poquito grandes, pero alguien con experiencia náutica seguro que conoce a alguien que conoce a su vez a alguien que tenga dificultades de financiación con su barquito (perdón, yate) por quedársele excesivamente grande. Si eso fuera así, se podría pensar en alquilar dicho barquito - yate y darnos un garbeo por el Mediterráneo, o si se nos queda grande, pues a Menorca para descubrir sus riquezas antropológicas.
Ya sé que la probabilidad de que esto cuaje es bajita, pero ahí la lanzo, como el día que lancé una botella al mar del azar para localizar a una profesora y al final la botella llegó a su destino. ¿Por qué aquí no podría pasar igual?
¿Qué? ¿Quién se anima?
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EliminarUn servidor. No conozco Menorca. Se podría salir desde Valencia.
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ResponderEliminarYo recuerdo al Sr. Gimeno fumando, con una voz poco legible. Nos llamaba beocios y calamidades y nos ponía un cero y acababa antes. Eran sus muletillas. El LUDUS era un texto pesado. El nos hacía escribir en una libreta sus comentarios, como el hablativo absoluto. Luego había un examen oral de esos temas. A mi me tocó el CUM. Solo recuerdo el histórico.
ResponderEliminarComo siempre, Paco, genial escudriñador. Respecto al Sr. Gimeno, por lo que recuerdo de su cara y, sobre todo, de su sempiterno y pulcro traje y corbata, creo que puede ser el de la “pajarita” de la primera foto. Además de en el Ramiro, fue profesor de latín en el Colegio del Sagrado Corazón de la calle Don Pedro -enfrente del Viaducto- y, en él, compañero de claustro de una tía carnal mía que aún vive (93 años) también profesora de Latín.
ResponderEliminarFueron unos privilegiados para poder realizar un crucero en aquel momento. Las imagenes del barco son increibles, sin duda un viaje de lujo, tanto por el barco como por el viaje. Una pena que fuera derribado en la guerra, tendríamos una pieza de museo.
ResponderEliminarRecuerdo muy bien, querido Paco, las clases del Sr. Gimeno, y que permanentemente nos decía eso de beocio y tebano, y, cómo no, su dictado para que aprendiésemos el ablativo absoluto. En febrero de 1961 murió mi padre y el Sr. Gimeno, en la abarrotada cantina de Pedro en los momentos iniciales del recreo, me libró de que me estampasen sobre el traje negro un fabuloso milhoja; del primero no me libré...
ResponderEliminarPor cierto, y date por presionado, ¿para cuándo tu intervención en Aula 64? Sé que atesoras muchos más secretos, de erratas en la Gaceta y de ene investigaciones más de las que no queremos privarnos.
Abrazos.
Firmo aunque publique como anónimo
NICOLÁS PÉREZ-SERRANO JÁUREGUI