...Por Nicolás Pérez-Serrano
Juan era un martillo pilón, inmisericorde a la hora de recordarnos las obligaciones contraídas pendientes de cumplimiento. Pero encerraba una dulzura del ser humano tierno que era, dispuesto siempre a aliviarnos de nuestras dolencias, incapaz de zaherir a nadie y con dosis casi heroicas que transmitía para insuflarnos capacidades para superar las dificultades que a todos nos aquejan, de forma puntual o como ingrato compañero con el que lidiar para toda la vida.
Sabía cómo tratarnos. La enfermedad, sobre todo las de la médula espinal, era su enemigo, único, no invencible, según él. Incitaba al esfuerzo. Con voz grave, muchas veces con tono subido, te sacudía, justo hasta el límite que él veía en ti como infranqueable, pero tratando de ponerte una meta un grado más allá, con el propósito estimulante de hacerte ver un horizonte más amplio cada vez, sin rendición, exprimiendo tus convicciones y tus fuerzas. Un genio y todo un carácter.
Tenía una vehemencia contagiosa, exigente al tiempo, en aras de conseguir por encima de todo su virtud, su fuerza sanadora.
Patinador, deportista, baloncestista en sus años más jóvenes, andariego o corredor, acuarelista de pro, polifacético, pues, coleccionista de tarjetas postales, sonrisa a punto en todo momento, dispuesto ante cualquier eventualidad o dificultad de cuantos le rodeaban, generoso en la amistad, cariñoso con sus hijas, de entrañable cariño con Isabel, provocador de lo bueno, incansable en sus afanes de galeno, médico hasta la médula de la médula, suya y de los demás.
Y a eso dedicó el mayor y mejor de sus esfuerzos. Enseguida encontró el camino. Una senda en la que nos involucró. Arrollador como era, no resultaba fácil negarse a sus iniciativas, su entusiasmo te envolvía, tenías que plegar ante sus sugerencias, manera sutil de mandar a la que no podías negarte.
Así surgió su querida AESLEME, la Asociación que fundó para el estudio de la lesión medular espinal hace ya más de treinta años y cuya labor de prevención tenía el lema “Te puede pasar”.
Su idea cuajó, y hoy ya son más de tres millones las personas en edad de riesgo a las que llegaron sus conferencias, siempre a cargo de un parapléjico/tetrapléjico en su silla de ruedas y un médico de la especialidad, con resultado de haber alejado a muchos de caer en las prácticas que podrían llevar a un fatal accidente. Simple, directo, precavido, alerta ante las conductas irresponsables, señalando esos posibles errores mediante dibujos, al comienzo todos de su propia cosecha, sabio, contundente pero siempre tierno, cercano, comprensivo. No en balde era “ángel” de segundo nombre. Te daba alas al tiempo que, como Dédalo señalaba a su hijo Ícaro los peligros, te advertía de los riesgos en que no debías incurrir.
Mención especial merece su afición por el Estudiantes. Forofo, sufridor, exigente siempre al menos con respecto al esfuerzo. Él mismo había sido jugador impenitente, como buen alumno del Ramiro de Maeztu, junto con Aíto y Foquita, hermanos y también excelentes competidores, otra saga de nuestra cantera inagotable, Nevera y aledaños, imperecedera en nuestros recuerdos, lugar en que tantos sudores derrochamos, al jugar o al verlo hacer a otros muchos y a todas horas, a veces en condiciones inclementes.
Hace solo unos días una rápida enfermedad lo ha apartado de nuestro cuerpo. Nuestra alma, nuestro espíritu, no obstante, siguen cerca de él. Así nos lo enseñó siempre. Así debemos seguir, sin desmayo, como él. Descansa en paz, seguro. Se lo ha ganado a pulso, ese que supo templar para curarnos, para transmitirnos que la vida no acaba con la enfermedad.
Desde aquí te mandamos una tarjeta postal con un rendido ¡GRACIAS! Procuraremos no desfallecer. Es grande el legado de tu humana sabiduría, de tu generosa entrega, de tu luminosa idea de prevenir para no tener que curar.
Yo soy uno de sus pacientes, a quien mantuvo con los menores dolores posibles hasta llegar irremediablemente a dos cirugías de columna. Siempre me conminaba a mantenerme en peso y a nadar para conservar un buen estado físico.
ResponderEliminarUna acuarela suya que conservo junto a dos de su tía María Reneses me hará mantenerlo siempre en mi recuerdo.
Juan llega ante Dios con las manos llenas.
ResponderEliminarGracias Nicolás por tus palabras.
Siempre alegre, siempre sonriente, siempre animoso, siempre cercano, siempre grande pero siempre humilde; así le recuerdo y le recordaré
ResponderEliminarDescasa en paz
F González García
cinco dias antes tuve la gracia de estar con Juan cinco horas en su casa compartiendo nuestras malditas lumbalgias y escoliosis...me redacto un informe de cinco paginas para el traumatologo...disfrute de sus explicaciones de las ultimas 13 acuarelas y su irlanda que amaba...y reimos dentro de nuestros dolores.
ResponderEliminarme receto unas plantillas y llego Isabel...fue un milagro de luz y amistad...le encontre delgadisimo y preocupado se lo comente a Marisa al volver a casa..
su lumbalgia escondia algo mas oculto y maligno.
Juan es un creyente practicante y fiel eternamente...hoy dia estara festejando la Ascension a ese lugsr donde estan los hombres buenos y justos....y cuidara de nosotros y nos seguira rehabilitando nuestros dolidos huesos para que podamos seguir caminando por las sendas de cariño paz y amor que el caminaba.
la luz del cielo de Madrid esta llena hiy de una acuarela roja verde..azul..como el corazon de Juan
os seguire convocando a comidas..cenas..partidos o zooms
en nombre de Juan
Un abrazo a todos
tono tagle
Muchas gracias por tus palabras Nicolás.
ResponderEliminarAbrazos,
Aíto
Conmovedor. Se nos ha ido una figura única e irrepetible, de todo un deportista, doctor y caballero, que hizo siempre gala de todo lo que "mamó" en sus años en el Ramiro. Donde estés descansa en paz y acuérdate de los que por aquí aún quedamos.
ResponderEliminarNo le recuerdo, pero ahora que estoy a vueltas con mi dolor de espalda tras la operación de cervicales puedo entender su calvario. Abrazos a su familia, en especial para Aíto y mi más sentido pésame.
ResponderEliminarYo no he tratado a este hombre, pero me alegra saber que deja excelente recuerdo entre familia, compañeros y amigos. DEP
ResponderEliminarYo no le conocí, pero de niño traté a Aíto, pese a no ser de la misma clase. Un gran abrazo, amigo mío.
ResponderEliminarDebió de ser en febrero de 2015.
ResponderEliminarEstaba yo en plena recuperación de una operación bastante seria que me tenía en la cama esperando a que se cerrara una importante herida abierta a la altura de la barriga.
Y sonó el timbre, Montse fue a abrir la puerta y, a los pocos segundos apareció Juanito por mi dormitorio.
“Qué tal Juan”...no me dejó decir nada más. Me destapó me abrió las piernas y... ¿qué haces Juan, qué estás haciendo, ¡aaahhhh!...
Juan me acababa de meter un dedo en el culo. Sí, por lo que viene a ser el ano.
“Quería ver cómo estabas de reflejo anal”...
Nuestro querido Juan era así. Estaba pendiente de todo.
Queridos amigos,
ResponderEliminarAquí estoy, sin creérmelo tras leeros, con muchos días de retraso y ver que es verdad, que el que llevaba los bolsillos llenos de amistad, se ha marchado a jugar al baloncesto y a cultivar eternas amistades, a otro sitio. Compartimos muchos años y tras un larguísimo exilio por mi parte de la cofradía del Ramiro, me empujó, inmisericorde, a retomar nuestra amistad. Un abrazo a todos, a su familia y a todos vosotros, querida gente.
Mario Nolla