POR NICOLÁS PÉREZ-SERRANO JÁUREGUI
A
propósito de la pandemia del coronavirus: Lecciones
para después de una crisis y una Alarma constitucional.
1ª.
No dejar de invertir en sanidad
incluso en tiempos de vacas flacas.
2ª.
Ídem: no dejar de invertir en
educación (tecnologizada).
3ª.
Ídem: no dejar de invertir en
investigación.
4ª.
Hay que delimitar bien los campos
de actividad y responsabilidad de técnicos y políticos. Si no, al confundirse,
pueden generar esferas de impunidad. En ese mismo orden de consideraciones, también
reportaría claridad que se definiesen bien, de manera que se pueda distinguir,
tanto el campo de los asesores como el de la actuación de la línea de mando.
5ª.
Hemos de buscar mecanismos
objetivos y eficaces para detectar las falsedades difundidas por las redes y
poner medios igualmente válidos y legítimos para luchar contra ellas y
descubrir sus posibles autores, que merecen repulsa sobre todo por actuar en
tiempos de debilidad generalizada de instituciones y personas y por utilizar
medios en que se diluye o desaparece la responsabilidad personal.
6ª.
(quizás la 1ª): La Constitución
sigue muy viva. Es sabia. Es previsora. Sabía bien lo que hacía al redactar el
artículo 116, y el 97, aunque de la “dirección política” del Gobierno cabe
esperar mucho más. Hay suficiente delimitación entre los diversos estadios de
lo que los clásicos del derecho público patrio denominaban “situaciones de anomalía
en la vida del Estado”, sin deberse perder de vista que todos ellos suponen
restricciones para el ciudadano justificadas precisamente por darse una
realidad excepcional.
7ª.
En tiempos de desolación extrema
no debe dejar de funcionar el Parlamento con asiduidad en sus dos capacidades
mayores: la legislativa y la de control, por mucho que pierda viveza y matices
si tiene que actuar sujeto a modelos de comportamiento y votación telemática.
8ª.
La coordinación de los poderes
públicos resulta vital siempre, y urgentísimamente imprescindible desde el
minuto cero en caso de emergencia. De lo contrario pueden incurrir en lo
prohibido por el 9 de la Constitución de 1978, a saber, la arbitrariedad.
9ª.
Las palabras son claves: el 30 de
enero de 2020 la OMS declaró que estábamos ante una emergencia de salud pública internacional, y el DRAE nos previene,
pues emergencia es “situación de peligro o desastre que requiere
una acción inmediata”. El Estado de Alarma se adoptó cuarenta y cuatro
días después, el 12 de marzo. Frente a tal falta de reacción inmediata muchas
consideraciones nos llevarían a analizar culpas, negligencias, dolos,
responsabilidades, indemnizaciones. La responsabilidad primera es atender al
lenguaje, cuidarlo. Si nos hubiéramos tomado en serio esa declaración de la OMS
acaso no serían hoy tan devastadoras las cifras de la pandemia.
10ª.
Habrá que dar nueva dimensión o
configuración a la distancia, en muchas de las cosas vestidas de “tele”.
Es preciso aprender a “televivir”.
El futuro estará lleno de ingenios que supuestamente nos facilitarán las cosas
de esa manera.
11ª.
Grandísima atención tendremos que
prestar al menos (para lo bueno, pero también para prevenirnos de lo malo que
alberguen en su seno) a dos aplicaciones “negativas”, a saber la ingeniería
inversa y la genética inversa, que a mí me producen honda
preocupación. Alguien versado en estas materias tendría que enseñarnos sus
potencialidades y posibles riesgos y consecuencias de todo.
12ª.
Sería bueno ahondar en la utilidad
de las “mutaciones constitucionales”,
que introducen cambios en los funcionamientos de los sistemas políticos sin
llevar a cabo reformas formales de la Constitución. Habría que pensar a qué
campos o materias concretas, con los máximos consensos posibles (no obviamente
los de quienes quieren desgajar España con conductas apartheidistas), `podría
aplicarse esa técnica de las mutaciones.
13ª.
Deberíamos pensar en el modo de
introducir asignaturas obligatorias -cuya finalidad sería reparadora de
nuestros vicios o malos hábitos- desde la enseñanza infantil. Una de ellas,
según mi visión de las cosas, tendría que ser enseñarnos a ser eficaces,
a no dejar sin terminar las cosas, a hacerlas con provecho para los demás, a no
realizarlas con premura o precipitadamente. Es decir, una variante del “no todo
vale”. Viene ello a cuento de cosas que suceden a nuestro alrededor y que se
explican con arreglo a esos parámetros de conducta, que a todos nos deberían
marcar indeleblemente hasta convertir esas malas maneras en excepción y a
sentar lo contrario como norma general de obligado cumplimiento. Sería
medianamente socializadora e introduciría valores de satisfacción por el deber
cumplido.
14ª.
Habremos aumentado, con toda
probabilidad, nuestro grado de dependencia respecto a ciertas adicciones.
Algunas lo habrán sido incluso propiciadas por el teletrabajo. Otras, que
obedecen a vicios o posiciones de antes, han gozado de mayor tiempo de
dedicación. Maquinitas, móviles, toda gama de aparatos… No es sino un toque de
atención, pero la reflexión me parece obligada. Acaso la diversificación de los
ocios, especialmente para críos y jóvenes, también deba ocupar la mente de
padres y educadores.
15ª.
En Estados muy descentralizados
pero de una extensión territorial abarcable (lo es España) en épocas de crisis
absoluta es remedio eficaz conjugar el mando único con fórmulas de coordinación
con autoridades autonómicas y puede ser enormemente útil la reunión periódica
de responsables sectoriales para intercambio de opiniones, información y
exposición de métodos e ideas para hacer frente al problema. La colaboración
coordinada se impone. Es una fase más desarrollada de la Conclusión 8ª. Desde nuestro excesivamente imperante
individualismo rechazamos muchas veces fórmulas de colaboración y de trabajo en
equipo que no son en absoluto desdeñables.
16ª.
Aprender de gente como Marina:
este autor y pedagogo, ante la posible modificación de los criterios para la
concesión de becas escolares, propone un híbrido entre el socialismo de las
oportunidades y la aristocracia del mérito. O de Borrell, Ministro de Asuntos
Exteriores de la UE, que define a ésta como “la mejor combinación que hay en el
mundo de libertades políticas, prosperidad económica y cohesión social”.
17ª.
Tendremos igualmente que aprender
a apostar por otros equilibrios entre actividades y riesgos: no es bueno
depender en un veinte por ciento del monocultivo Turismo, dios o panacea con el
que desde los 60 del pasado siglo pretendemos explotar nuestro don, el sol y
las playas… Yo no sé cómo se hace eso, pero creo imprescindible que nos replanteemos
no pocos de los aspectos inmersos en la explotación de ese tesoro. Construcción
(ladrillo) ha estado muchos años asociada con el turismo. Doble razón, pues,
para mirar este sector con lupa, ideas claras y acaso planes en mano para una
sana redimensión de las cosas.
18ª.
Como creo que no forma parte
específica de ninguna de las anteriores, llamo la atención acerca del papel de
los mayores en sociedades cada vez más ancianizadas. De una parte, muchos de
ellos conservan hasta el final capacidades y experiencia que despreciamos por
sistema. De otro lado, su reclusión en residencias ha de llevar consigo un
replanteo de todas las esencias y condiciones, así como una redefinición de los
requisitos a cumplir para que puedan desarrollar su cometido. Es cuestión lo
sé, compleja. No por ello debe dejarse de lado, sin solución tras estudio
meditado y partiendo de hasta hoy una acaso excesiva desconexión entre ese
sistema de “reclusión” y la sanidad.
19ª.
Muy pocos -y los que lo hacen
desenfocan la cuestión y muestran afiladísimos colmillos y fobias viscerales
solo por el hecho de ser cosa española- son capaces de poner en tela de juicio
ni las actuaciones de la UME ni de otras unidades de las Fuerzas Armadas ni la
llevada a cabo por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Aun así, es
lícito cuestionar algunas acciones de fuerzas de esa índole más cercanas a lo
que todos entendemos por protección civil, de las que, al menos los Ejércitos,
están alejados por no formar parte intrínseca de su función constitucional.
20ª.
Ignoro cuándo, pues la cosa puede
que no vaya a más, pero acaso en determinado momento el Estado tendrá que
legislar acerca del uso (partidista o por parte de ciertas organizaciones o
movimientos) de los colores. Del rosa al amarillo, pasando por el morado y llegando
al arcoíris parece que cada uno en su parcela trata de que el color
elegido para su formación, de ese momento en adelante, quede reservado en
exclusiva para ellos. Tal apropiación resulta inadecuada o injusta y un claro
abuso que coarta libertades, ideas y hasta actividades, o genera indebidas
asociaciones de ideas, conductas o incluso inclinaciones de cualquier tipo.
21ª.
Derecho y lenguaje deberían ir
siendo cada vez más finos, ajustados, precisos, de cara sobre todo a su
presencia en el complejo campo de la política. Ahí va un ejemplo: en la Mesa
para el Diálogo con la Comunidad del Nordeste de España, debería dejarse claro
que no es término correcto ni independentismo ni secesionismo, pues así, de
forma indebida, se aludiría a un supuesto derecho a separarse; lo que más se
aproxima a lo que definen ERC, JxCat y otros grupos ideologizados de ese
cuadrante Nordeste de España es “apartheidismo” y segregacionismo. Estos términos no albergan ese componente
jurídico mencionado, un derecho a… Históricamente algo similar se daba en
movimiento o ideologías que pregonaban el convencimiento de una raza superior,
o un territorio superior, o una sublime lengua superior. Las identidades
territoriales no enervan la unidad de la Nación ni llevan ínsito un derecho a
la desconexión. En Cataluña, como en el resto de España, reina la pluralidad de
todo orden, pero pequeñas (o mayores) minorías, en procesos de sinécdoque o
hipostatización, tratan por todos los medios de que se tome la parte por el
todo.
22ª.
Asimismo tendremos que hilar fino
en y ante Europa. Sin ellos acaso nos ahogaríamos sin remisión. En su seno
hemos de hacer lo pertinente para que la ayuda que recibamos encuentre acomodo
digno para su devolución en tanto en cuanto se nos exija, y en las mejores
condiciones. Además, creo imprescindible apostar por bases de carácter europeo
que centralicen insuficientes esfuerzos nacionales en campos muy heterogéneos
pero todos con un sello que implica seriedad, competitividad, solidario buen
hacer: por poner dos ejemplos, para buscar conjuntamente una vacuna anticovid19
y para adquirir material sanitario tipo mascarillas, etc. que ahorre dinero y
busque calidad asegurada y ofertas competitivas… Habrá, obviamente, muchos más,
que ahondarán en la conveniencia y necesidad de ir juntos en aras de la
consecución de fines y objetivos comunes.
23ª.
Parece a priori buena idea
contar con la opinión de 100 reconocidos economistas, sociólogos y científicos,
a plasmar en un documento relativo a soluciones y medidas concretas para la
España postcovid y que yo llamo “el año de la postdemia”, para definitivamente
vernos libres de ese mal que nos asola durante todo el 2020. Habrá que conocer
su composición, altura profesional y la capacidad que tienen en esos terrenos,
incluso en el de conseguir consensos en sus propuestas y definición (y
cuantificación) de prioridades, así como el coste de esta iniciativa del
Presidente del Gobierno, aunque algunos sueltos de la prensa apuntan que no se
retribuirá económicamente ese trabajo. En todo caso, aplaudimos esta iniciativa
que ayuda a realizar lo que plasma y prevé el artículo 97 de nuestra
Constitución y que en teoría política se corresponde con la competencia del
Ejecutivo para fijar el rumbo del “indirizzo” o dirección política. Lo mismo
digo de la creación de un núcleo de expertos para analizar -los indicios
apuntan a que funcionará en el entorno de la Vicepresidenta Calviño- las
carencias (muy relevantes por estar inmersos en la era de las
telecomunicaciones vía internet) de la protección del usuario de instrumentos
digitales.
Hasta ahí unas
cuantas reflexiones. La invitación es a que otros sumen, resten, perfilen, etc.
lo que tengan a bien hacer al respecto. Acaso “Aula 64” pueda resultar
plataforma adecuada, en el formato que consideren oportuno los miembros de
nuestro inefable “Comité de Dirección/Coordinación”, para la discusión de todo
ello.
Nicolás
Pérez-Serrano Jáuregui, en los días finales del “Estado de Alarma”, junio de
2020.