17 junio 2013

Orla de la Promoción 64


Orla de la Promoción, por Kurt Schleicher

Muchos nos habeis pedido disponer de una galería de fotos actualizadas para poder localizar la imagen actual de algún compañero al que hace tiempo que no veis, o que habiéndole visto no le poneis nombre a su cara.

Pues ya está a vuestra disposición la orla de la promoción en la siguiente dirección:


 En ella encontrareis las fotos de todos aquellos que habeis acudido a al menos una de las citas generales.
 




 

16 junio 2013

Celebración 49º Aniversario

Dos aportaciones, de Manolo Rincón y Rafael García-Fojeda en relación a la cena celebrada, aderezadas con fotos de Kurt Schleicher

Para su lectura completa visita el siguiente enlace:
http://madmorales.blogspot.com.es/2013/06/cena-del-49-aniversario-14-6-13.html
 
1.- La promoción 64 celebra su 49 aniversario de la salida del Ramiro, por Manolo Rincón

Ayer en el Restaurante Lobato, tuvo lugar una emotiva cena con cuarenta representantes de esta promoción.

Es de señalar que varios no habían asistido nunca a actos anteriores...

 
2.- DES - AGRADABILÍSIMO ENCUENTRO, por Rafel García-Fojeda

... Aunque, ahora sí, quiero protestar ante el o los organizadores del des - agradablilísimo encuentro, porque la desgracia estriba en que algo como lo de esta noche ¡¡¡¡NO SE REPITA CON MÁS FRECUENCIA!!!!


 

 
 

12 junio 2013

Recordando el examen de Preu


RECORDANDO EL EXAMEN DE PREU (1.964), Por Manolo Rincón

Voy a recordar brevemente un paso importante, que dimos muchos, como colofón a nuestra estancia en el Ramiro.

Hace 49 años nos estábamos examinando del Curso Preuniversitario, concretamente de la denominada Prueba de Madurez.

Hoy pasados 49 años, nos pueden parecer pruebas anticuadas y ridículas, pero entonces nos resultaba una prueba temible, de la cual dependía nuestro inmediato futuro.

Salíamos ya de un espacio y unos profesores bien conocidos, lo que era nuestro Ramiro, a la Universidad enorme y compleja, total desconocida.

Las estadísticas del 50% de suspensos, tampoco eran muy alentadoras.

Nuestros profesores de siempre, hicieron un último esfuerzo de preparación, aquel mes de junio, para que fuésemos con las mejores posibilidades a los exámenes.

Las pruebas eran en la facultad de Medicina. Fui anteriormente un día a familiarizarme con el entorno usando el autobús F. Me pareció un edificio enorme y una muy bonita estatua, la que estaba en el campus.
 
 

Había dos partes, un primer examen de las asignaturas comunes (Filosofía, Literatura, Historia) y otro específico de Ciencias o Letras.

Una buena mañana accedíamos, por vez primera a una facultad.

Al repartir el primer examen, vi con alivio que era de Filosofía, y con entusiasmo que el tema era Aristóteles. Me faltó papel y tiempo para poner todo lo que sabía. Esto fue ya una inyección de moral.

El segundo examen fue un comentario de textos, que tampoco me salió mal, por lo que ya estaba bastante tranquilo en principio.

Por supuesto creo que esta primera parte la pasó todo el mundo.

Una vez verificada la suficiencia, venía el segundo ejercicio,

Este, para los de ciencias, comprendía dos exámenes:

Matemáticas y la temida Física (por la mala preparación que teníamos).

Matemáticas con un problema y cuatro cuestiones, me salió suficientemente bien.

El de Física llevaba un problema, que no supe hacer y cuatro cuestiones de Química que bordé.

Resultado, notable en Matemáticas y un 4 en Física, lo que ya me imaginaba. Pero por suerte hacían media y me daba un seis, por lo que pasé con una cierta holgura.

Me di cuenta de lo bien preparados que íbamos en el Ramiro, salvo en Física. El Instituto cumplió expectativas con creces.

11 junio 2013

Dos pueblecitos con encanto


 Dos pueblecitos con encanto… por Kurt Schleicher

   Parece que últimamente me ha dado por usar con profusión esta palabra: encanto, válida tanto para personas o cosas. Hace unos días la utilicé para profesoras del Ramiro, así que veamos qué es lo que realmente he querido decir entonces, y ahora con lo de los pueblecitos. Se me ocurre que es una palabra interesante con muchos significados y que además usamos también mucho en nuestra vida diaria, así que he consultado el RAE a ver qué dice.

 Pues ahí aparecen tres acepciones para encanto:

1: Encantamiento: me ha dejado frío, pues dice lo manido de “acción y efecto de encantar”. A seguir buscando, ahora por encantar… (ver abajo)

2: Persona o cosa que suspende o embelesa.  Pues sigo sorprendiéndome: ¿qué significa una persona o cosa que suspende? ¿En los exámenes también? ¡Madre mía! Según eso, el Brañas debía ser un encanto… ¿Y qué es realmente embelesar? Pues igualmente, según el RAE: suspender, arrebatar, cautivar los sentidos. ¡Otra vez suspender! Pues como no sea en el aire… Y lo de cautivar los sentidos, querrá decir capturarlos, supongo, o sea, no dejar que anden sueltos por ahí. En fin, da una idea, pero lo veo hasta cierto punto contradictorio y no lo acabo de ver claro.

3: Atractivo físico. Bueno, esto debe de limitarse a las personas, pues una cosa con atractivo físico no parece muy congruente. OK para las profesoras…

 Volvamos al verbo encantar, a ver qué dice:

Aparecen 4 acepciones:

1: Someter a poderes mágicos. Ya… Se debe referir a lo de los magos… parece peligroso.

2: Atraer o ganar la voluntad de alguien por dones naturales, como la hermosura, la gracia, la simpatía o el talento. Estupendo; ya sé lo que he dicho en relación a las profesoras y concuerda… pero no me vale para lo de los pueblos.

3: Entretener con razones aparentes o engañosas. Dice que es una germanía, así que lo tendré que pensar con cuidado… pero será que no, excepto que mi propósito en este artículo sea ése… ¡quién sabe!

4: Gustar en gran medida, agradar mucho. Al fin: esto sí que parece concreto y claro. Aplíquese a lo de los pueblos…

Bien; esto es lo que hay en el RAE. Creo que es bueno saberlo, aunque sólo sea para tener conciencia de lo que estamos diciendo con tanta frecuencia con lo de: “Estoy encantado de conocerle…”; entre otras cosas, significa que nos está sometiendo a poderes mágicos… ¡ojo!.

   Bueno, creo que ya vale de entretener con razones aparentes o engañosas y que se podría interpretar como un ejercicio de “diversión” en su acepción de maniobra militar…

  Quiero contaros por qué me han encantado dos pueblos localizados cerca de la macro-urbe de Benidorm, de la que tuve que salir corriendo para descontaminarme de tanto rascacielos (y medusas, por cierto) y que realmente me han sorprendido. Los pueblos son GUADALEST Y FINESTRAT. (Así dicho, parece que estamos hablando de una pareja de cómicos valencianos…¡!!!)

 Veamos primero Guadalest, a unos 15 kms de Benidorm en dirección a la sierra de Aitana. Su población es muy pequeña: solamente 215 habitantes (2007), pero creo que hoy en 2013 debe haber unos cuantos más, por el auge del turismo según se va conociendo. Realmente, el nombre correcto es “Castell de Guadalest”, pues eso es lo más representativo del pueblo: su castillo, dónde y cómo está situado. Cuando lo ví (accedí desde la carretera que sale de Calpe), me llevé la primera sorpresa: está encima de un enorme promontorio, bastante alto ya en la sierra, consistente en varias columnas que salen de los laterales como cuando hacemos castillos en la arena con los chorretones que dejamos se formen desde nuestros puños. Pues igualito; me recordó inmediatamente a Meteora, en Grecia, que ya sabéis se caracteriza por sus monasterios en la cúspide de montañas-columnas inaccesibles, sólo que en más pequeño.  El pueblo podría haberse llamado “Meteorita”…
 Guadalest, primera vista
 

 Guadalest
 
 Guadalest
 
 Torres de Guadalest y acceso al Castell y pueblo antiguo
 
 Castell y Torre
 
Vista desde la entrada

Lo primero que le ocurre a uno al verlo es que cómo se puede uno subir al campanario o torre en una de las picotas; la cosa tiene su truco: detrás de la columna hay una antigua casa de 4  pisos (la casa de los Orduña, alcaides  del pueblo desde 1669, después de un terremoto que dejó al castillo dañado en 1644). Desde el cuarto piso, salen una serie de puentes que enlazan con la torre y permiten el acceso.
 
Acceso a la Torre Campanario

  Hablando de acceso, al castillo (y al pueblo antiguo, muy pequeño) se accede atravesando un túnel horadado en la roca. Desde luego, la fortificación era excelente…

Final de la calle
 

Atravesando la roca
 

Acceso al pueblo a través de la roca
 

Vista desde el portalón

Por cierto, en el pueblo está la casa de un famoso miniaturista y un museo, en el que se pueden ver algunas miniaturas sorprendentes, como por ejemplo:

  • La Estatua de la Libertad dentro del ojo de una aguja.
  • La Maja Desnuda de Goya pintada en el ala de una mosca.
  • Un elefante modelado en los ojos de un mosquito.
  • El Guernica de Picasso pintado en una semilla.
  • Un camello paseando por el ojo de una aguja.
  • Los fusilamientos de Goya pintados en un grano de arroz.

 Y a los que les gusten los museos, que sepáis que hay otros 7 en la localidad, lo que, en relación al pequeño tamaño del pueblo, no deja de ser sorprendente. No pude verlos, pues llegué por la tarde, pero en otra ocasión le tendré que dedicar todo un día. Podéis buscar información en internet, para el que le interese.

Museo

Hacia la salida


  En 1974, Guadalest fue declarado Conjunto Histórico-Artístico. No me extraña nada.

Pueblo antiguo y Castell

Plaza

El otro lado...

Embalse de Guadalest

Toque romántico por lo de encanto


Vayamos ahora con Finestrat. Está muy cerca de Benidorm, a unos 10 kms., situado al pie de la montañaza  (el Puig Campana) que domina Benidorm. La población censada en 2012 era de 6900 habitantes, lo cual también me sorprende por lo contrario que Guadalest, pues no parece muy grande. Probablemente comprende también el polígono industrial que hay a unos kms del pueblo.

  A medida que se va subiendo, la vista hacia el mar es cada vez más espectacular, a la vez que se va bordeando la montaña levemente por el Oeste . Al fin se divisa el pueblo, colgado de una ladera. Según se entra a la parte alta, se da uno cuenta que los finestreños (¿se dirá así?) deben de poseer unas buenas piernas para moverse por ahí; ir un momento a por el periódico debe de servir como ejercicio mañanero.

Finestrat

Finestrat y Puig Campana

Terrazas en alto

Terrazas en alto

Iglesia

La razón fundamental de acercarnos al pueblo era realmente que se había anunciado que había un mercado medieval para los días 8 y 9 de Junio, coincidiendo el primero con nuestra intención de vuelta. La verdad es que era un mercadillo bastante pequeño, pero estuvo ambientado con representaciones teatrales con actores del pueblo (fablando en valenciá) de tono humorístico, que amenizaban el paseíllo. También tenían un herrero –italiano por cierto (¿no quedan herreros españoles?)- y pequeñas obras de arte realizadas con objetos cotidianos, como chapas, también sorprendentes; todo un artista.

Mercadillo medieval

Maravillas con chapas

El herrero italiano

Al rojo vivo


 El Puig Campana es el monte ése que tiene una fractura, portilla, “mella”  o “tajo” en su cúspide, resultando en una “U” tan perfecta que no parece que se deba a un fenómeno natural. Se le llama “El Portell”. En consecuencia, hay muchas leyendas, antiguas y modernas, relativas a dicha muesca.

Puig Campana
 

Puig Campana y su Portell

 Portell por un lado
 
Portell por el otro lado 


Una proviene de la época medieval, atribuyendo el tajo al héroe Roldán, quien al intentar rematar con su espada Durandarte a un caudillo moro, se le escabulló, dio en la cresta con tanta fuerza que se desgajó un trozo; éste bajó a su vez rodando cuesta abajo y hoy es la isla de Benidorm, la que tiene forma de triángulo equilátero. Una versión colateral de ésta es igual, pero sin moro, y que el tajo se lo dio Roldán para retrasar la puesta de sol, debido a que una bella joven de la que estaba enamorado se decía que moriría con el último rayo de sol… muy romántico.

   Leyendas más modernas de los años 50 del siglo pasado, en plena efervescencia de platillos volantes, es que la “U” se trataba en realidad de una antigua base de aterrizaje de platillos, aparcados a modo de garaje dentro de la montaña. Es decir, que el Puig Campana debería ser una especia de portaaviones estelar extraterrestre. Esto ha originado que en todos estos años se originasen un sinfín de noticias de apariciones, abducciones y eventos similares en el entorno de esta región. Hay hasta una más celestial en que unos jóvenes de Valencia aseguran que unos ángeles les han dado el libro de las 2000 páginas, pero no se sabe de qué va…

  Es cierto que esta mella ya la conocía yo de algún libro de J.J. Benítez leído en mis años juveniles, en que ya se mencionaba dicha muesca y siempre me había llamado la atención. La verdad es que no he visto nada parecido en ninguna otra montaña, y he visto muchas…
KS, Junio 2013




 










 

10 junio 2013

Adenda II al reportaje fotográfico Nuestra Flora


ADENDA II AL REPORTAJE FOTOGRÁFICO DE PARTE DE NUESTRA FLORA, por José Luis Cerdán.
 

Próximo el final de la primavera, cierro el reportaje fotográfico con un anexo que contiene la gran variedad de especies de nuestra flora, plantadas por el Ayuntamiento de Valencia durante  los últimos treinta años en las zonas verdes de nueva implantación. En concreto en la Avenida de Blasco Ibañez entre la plaza de Emilio Atard hasta la estación del Cabanyal.
Sigue en:

 
Flor de la Lantana
 

09 junio 2013

Profesoras con encanto


Profesoras con encanto. Carmina Ortiz,   por Kurt Schleicher.

Los recuerdos se unen y los encuentros se juntan. Será que es así, o es que es así porque debe ser o es que será porque sí, pero el caso es que este pasado mes de Mayo de 2013 ha resultado particularmente emotivo. Y relacionado con profesoras del Ramiro con encanto, de ayer y también de hoy.

Y es que al Ramiro no hay que asociarlo solamente con profesores bien conocidos, como  Manuel Mindán,  Francisco Viguera, Navarro Latorre, etc., muy buenos profesores, pero a los que el calificativo de “encantadores” no parece que les vaya como anillo al dedo precisamente. Me refiero a profesoras como Helia Escuder, encanto y elegancia personificadas, o Trinidad Jolín, que nos daba Física en 4º con encanto, o Pilar Gálvez, que, como decía Tinín, tenía legión de admiradores, o Carmina Ortiz, la hija del director del Ramiro por entonces, Luis Ortiz Muñoz, que junto con D. Domingo Sánchez daba clases de “idioma moderno”, como se llamaba entonces, en este caso de alemán y francés. Quizás resulte menos conocida para muchos, porque esta variante de “alemán-francés” no fue nunca multitudinaria, pero creo que Nicolás, Ignacio Casas, Carlos Marsá y alguno más la recordarán perfectamente. Y seguro que Carmina, la señorita Ortiz, también tendría legión de admiradores (aunque nos pilló algo más jóvenes que en el caso de Pilar, pues tendríamos entonces solamente unos 12 años); la recuerdo perfectamente como muy alta, muy rubia, muy guapa y extraordinariamente simpática.

 (Un inciso: alguien se estará preguntando por qué me apunté a clases de alemán-francés, oferta del Ramiro muy “sui-géneris” con eso de aprender dos idiomas al mismo tiempo y con la que yo, hablando alemán de nacimiento, tendría una clara ventaja; la razón es simple: al arribar en España a los 5 años, no tenía la menor idea de gramática alemana, y mis padres debieron de pensar que mi alemán estaba bastante “cojo” sin un baño gramatical. Y si encima aprendía francés, pues me las ponían como a Fernando VII…).

  Volvamos a lo del encanto en este florido Mayo. Primero, encontramos a Pilar Gálvez (véase la semblanza http://ramiro53-64.blogspot.com.es/2013/05/el-reencuentro-semblanza-de-pilar.html) y tuvimos una merienda inolvidable en su casa a mediados de ése mes. Después, Manolo Rincón nos invitó a una conferencia que daba en el Ramiro de hoy a los muchachos en puertas de la universidad (ver el artículo correspondiente http://ramiro53-64.blogspot.com.es/2013/05/un-dia-en-el-ramiro-por-manolo-rincon.html), ocasión en que me llevé dos sorpresas: una, el nivel de madurez de los muchachos y muchachas a tenor de las preguntas que hacían, muy razonadas e inteligentes, y otra, que los “catedráticos” (palabra que se asocia a sesudos caballeros de edad avanzada, gordos y calvos) responsables de la excelente formación de estos muchachos eran dos atractivas damas, simpáticas y encantadoras: Rosa Mª Muro (la hija de nuestro querido conserje Muro, ¿recordáis?) de Historia y Mercedes Chozas, de Lengua y Literatura (y además escritora, firmando ahora mismo libros en la feria del ídem).

  Rosa María está puestísima en historias del Ramiro y muy interesada en que no pasen al olvido hechos históricos asociados a él; comentando estos temas, salió a colación que conocía a Carmina Ortiz y me proporcionó amablemente el teléfono. Ni corto ni perezoso, la llamé. Os podéis imaginar que estaba algo nervioso; no se llama todos los días a una profesora al cabo de 53 años; así y todo, Carmina se acordaba de mí, al menos del nombre, pues de la cara ya sería un milagro. Pues ahí que estuvimos charlando animadamente más de media hora, a modo de Fray Luis de León, el del “decíamos ayer…”, y yo percibía al otro lado de la línea una voz juvenil, desinhibida que, como no podría ser de otra manera, sólo podría corresponder a una persona de espíritu joven y extraordinariamente simpática, igual que yo la recordaba. Nos contamos muchas cosas, entre ellas lo de la reciente inauguración de mi exposición de fotografía (véase mi artículo de la nube) y obviamente la invité a visitarla (aunque con pocas esperanzas de que eso pudiera hacerse realidad).

   Una anécdota que yo recuerdo perfectamente (ella no) es que con mis doce años (ella debía tener entonces veintipocos) algún día coincidíamos a la salida del Ramiro en la calle Serrano; uno de ésos días se me ocurrió la infantil idea de retarla a una carrera, pues ella también presumía de buena atleta con sus largas piernas. Total, que nos dimos la salida y echamos a correr por la cuesta; de repente me la encontré a mi lado con las faldas al vuelo y me parece recordar que me ganó. Al terminar, ambos jadeantes, nos echamos a reír sentados no sé si en el suelo o en el primer banco que encontramos. Creo innecesario comentar que esta anécdota dice mucho del carácter juvenil de Carmina, sin perder por ello el menor ápice del respeto que se tiene (¿habrá que decir se tenía?) a una profesora; al día siguiente, volvimos a ser profesora-alumno, aunque yo en mis adentros percibía que había ganado a una amiga.

   Carmina desapareció del Ramiro al poco tiempo, y éste, el tiempo, empezó a correr, a correr y a correr y los recuerdos se hacían largos y largos y más difusos, como siempre, pero su imagen sonriente, rubia, alta y simpática no se me borró nunca de la memoria; debe de ser una de esas “improntas” que se te quedan marcadas.

  Pero… ¡sorpresa! Al cabo de una par de días de aquella primera llamada recibo otra de Carmina anunciándome que tenía ganas de verme a la vez que mi exposición, y que iría con unos amigos. ¡Otro reencuentro emotivo en Mayo! Según voy llegando al Palacio de Godoy, se me acerca un coche bien repleto de personas que me preguntan por el palacio, miro al asiento delantero… ¡y vuelco al corazón! Me acerco y digo: …Eres Carmina, ¿verdad?  Y la señora rubia que me mira con sorpresa y gesto afirmativo… y un cálido y cariñoso abrazo. Inolvidable… Allí estaba, un “par de años” después, pero igualmente alta, de porte elegante, rubia, guapa y extraordinariamente simpática.

  La verdad es que no tuvimos tiempo de hablar mucho de su vida (pues nos dedicamos a ver la exposición con sus amigos, dos parejas también muy agradables), pero comentar que realmente no estuvo en el Ramiro más que dos años dando clase de alemán, ya que su padre la envió al colegio alemán de Concha Espina en Madrid, donde dio clases de español durante la friolera de 38 años.

    Tampoco tengo la intención de que esto sea realmente una semblanza suya, pero sí destacar que en el Ramiro hemos tenido la fortuna de cruzarnos con personas con encanto como ella y que yo he tenido la ídem de encontrarme en tan breve plazo con tanta dama encantadora asociada a nuestro Instituto. Será por lo del mes de Mayo y la primavera, que la sangre altera, pero así ha sido, porque así habrá tenido que ser. Y yo, que acabo de ganar una amiga –otra vez- al cabo de 53 años…¡qué bien!

  Y que este hecho es otra buena razón de estar orgulloso de la pertenencia al Ramiro, como dijo Vicente no hace mucho; no se trata solamente de la bondad de muchos profesores que tuvimos o de la impronta que nos dejaron, sino que además, recordando a algunas de ellas, como es el caso, es que encima tienen esa cualidad, pocas veces ensalzada: encanto.

 Las fotos adjuntas dan buena fe de lo anterior, sin necesidad de más explicaciones...

KS, Junio 2013.




Fotos:  En los jardines del Palacio de Godoy, con Carmina Ortiz, 31 Mayo 2013.

Galería de Equipos del Estudiantes


GALERÍA DE EQUIPOS DEL ESTUDIANTES.
DE LOS AÑOS 50 A 1.968 (1ª parte),
por Vicente Ramos
 

 
Para ampliar la imagen pincha en el recuadro de abajo a la derecha (Full screen)



07 junio 2013

Asi somos y asi éramos


ASI SOMOS Y ASI ÉRAMOS, por Rafael García-Fojeda y V. Ramos

 

Os presentamos un video con fotografías del año 1.960, asi como actuales.
 

 

Todos los exalumnos de la promoción 1.964 que deseéis figurar en esta galería os rogamos nos hagáis llegar vuestras fotografías.

31 mayo 2013


A sangre fría, de Truman Capote, por Eloy Maestre

 
A sangre fría, obra memorable del estadounidense Truman Capote, es la más extraordinaria novela del siglo XX de no ficción, según el término anglosajón universalmente aceptado, es decir basada estrictamente en hechos reales de principio a fin.
 

Cada vez que la releo me asalta una sensación ambivalente: horror por los crímenes contados con extremo detalle y maravilla por la fastuosidad del lenguaje y de la trama novelesca que Capote logra...

30 mayo 2013

Para un profesor del Ramiro. D. Medardo Fraile


Para un profesor del Ramiro y escritor también olvidado, por José Luis Cerdán

Uno de los más sobresalientes cultivadores del cuento literario de la postguerra, fue profesor de Literatura en el Ramiro de Maeztu hasta mediados de los sesenta.
 
 
Medardo Fraile, fotografiado en Madrid en septiembre de 2010. / CLAUDIO ÁLVAREZ
 
A continuación transcribo la reseña de Juan Cruz en El País del 10-03-2013
Se va la voz dormida de Medardo Fraile
El escritor madrileño murió el viernes en Glasgow, donde vivía.
Gran cuentista y autor de unas memorias conmovedoras, recibió el Nacional de la Crítica en 1965.
 
Medardo Fraile, cuentista mayor de este país, que habitaba en Escocia desde hace cincuenta años pero que nunca abandonó su memoria de España, murió mientras dormía en su casa de Glasgow el viernes por la noche. Era un hombre tímido cuyos relatos fueron lo mejor de su producción literaria, pero también es autor de unas memorias conmovedoras en las que revisita su país en guerra y traza un panorama de inolvidable nostalgia de lo que él vivió en Madrid cuando era adolescente.
Hablaba como si nunca hubiera vencido la timidez que lo condujo a la esquina de las mesas de una generación fecunda de la literatura española, la que vivió de pleno la guerra civil. Vivía en Glasgow, donde se fue por amor en 1964, y donde enseñó literatura y escribió muchos de sus libros fundamentales, entre ellos su autobiografía de 2010, El cuento de siempre acabar (Pre-textos). Nació en Madrid en 1927, fue premio de la Crítica, ganó el Sésamo y algunos otros galardones. Escribir era su premio, decía.
Cuando vino a Madrid a hablar de ese libro de memorias, Fraile, uno de los mejores cuentistas de su generación, se encontró de pronto con uno de los principales capítulos de esos recuerdos: la calle en la que vivió su adolescencia, bajo las bombas de Franco. En el libro describe casa por casa esa calle, y se detiene en el número en el que vivió un muchacho, de apellido Carrasquilla, sobre cuya azotea caían los panes que Franco lanzaba sobre Madrid como una maniobra de propaganda antirroja. Cuando Medardo vio otra vez el escenario de sus andanzas de chico, rememoró cada minuto de la guerra en su casa, con cada uno de los detalles fijados como en piedra. “Mi casa era una alegoría de España. La mitad del piso era de izquierdas y la otra mitad de derechas. En la cocina había a veces situaciones muy tensas. Mis tíos eran un poco brutales; tenían hijos en el frente y eso se comprende. Pero en general hubo un clima más o menos civilizado”.
Era metafórico y minucioso, como en sus cuentos; y narraba lo que pasó en la guerra, más de setenta años después, con el mismo vigor con que hubiera contado el presente. Creía que el cuento era “un puñetazo lleno de realidad posible”, y a aquel tiempo le concedía una vigencia insoslayable, por eso hablaba de lo que pasó entonces como si estuviera narrando oralmente lo que quizá entonces se contó a sí mismo, mientras paseaba, bajo el ruido de las bombas, por estos escenarios entonces devastados.
Contaba sin pudor su vida, y hablaba con libertad de amigos y de adversarios, a los que zahería en voz baja; su recuerdo más emocionado, en las memorias y en persona, era para Ignacio Aldecoa, prematuramente fallecido en 1969, a los 44 años. Aldecoa era el jefe de filas de la generación de Medardo, “era el hermano mayor”. Evocando esa muerte, Fraile, que supo la noticia por casualidad en su exilio escocés, dijo que aquel compañero era sin duda un escritor de una voz “inconfundible, ejemplar”, el mejor de su tiempo, y mientras lo iba diciendo de sus ojos nítidamente azules fueron brotando unas lágrimas que al fin le quebraron la voz.
Nunca se fue del todo de España, o nunca estuvo del todo en Escocia. Cuando venía a Madrid llamaba a sus amigos, a sus editores, explicaba su nostalgia en función del frío que pasaba en Glasgow, pero en realidad sintió que aquella larga estancia fuera de su país había desnaturalizado el conocimiento que él mismo, y sus estudiosos y animadores —José María Merino, Ángel Zapata, Eloy Tizón…—, creía que merecía su producción literaria. Le pregunté por qué seguía viviendo allí, tan frío y tan lejos. “Pues ni yo mismo lo sé”. Dio clases en la Universidad de Strathclyde, desde los años setenta. Allí se casó, allí nació su hija. Explicando por qué seguía en Escocia dijo: “Allí estoy, recordando; yo vivo en Escocia, pero lo único que hago allí es recordar España”.
Escribió cuentos infantiles (uno de ellos, Santa Engracia, número dos o tres, hace alusión a la zona madrileña en la que pasó la guerra), la novela Autobiografía, en 1986, que acaba de ser reeditada por Menoscuarto con el título Laberinto de fortuna. También escribió ensayo y crítica, hasta que se decidió a hacer sus memorias, un compendio enjundioso de la vida de su tiempo, en el ámbito literario, pero sobre todo personal y político. Como él mismo, al menos en los últimos tiempos, esas memorias definen su carácter melancólico y tímido, pendiente de los destellos que vinieran de su país. Había anunciado para ahora uno de sus periódicos regresos. El futuro fue siempre imperfecto (Páginas de Espuma publicó hace dos años Antes del futuro imperfecto, sus recuerdos se llaman El cuento de nunca acabar), así que terminó poniéndole punto final a la ilusión reiterada de Medardo de volver al calor de su país al menos de vez en cuando.